Sí, así es. La lactancia materna a oferta también existe. ¡Aunque no estamos acostumbradas a escucharlo! Durante los últimos años se ha repetido hasta la saciedad que la lactancia es A DEMANDA. Tanta insistencia trata…
Este post se publicó originalmente el 25/03/2021 y ha sido actualizado en fecha 07/09/2024
Hoy vamos a hacer una guía para la lactancia materna con la que saber, en una sola lectura, lo más importante. Aunque, por supuesto, ¡nunca está de más ampliar la información!
Porque vas a tener un bebé (¡enhorabuena!) y quieres darle lactancia materna. Igual que con muchas otras cosas sobre esta nueva aventura en tu vida, te informas: qué cambios habrá en tu cuerpo, cómo saber si estás de parto, qué ropita va a necesitar tu hijo o hija…
Y también buscas información sobre cómo darle el pecho, porque te han dicho que es importante también estar preparada para esto. Por fortuna, hoy en día cada vez tenemos más referencias al alcance de la mano (a un solo click) y numerosos libros, pero a veces la sobreabundancia de información puede que abrume un poquito…
Cómo llevar a cabo la lactancia materna
El primer paso ya lo estás haciendo bien: informarte. Y es importante hacerlo durante el embarazo, para que ya desde el momento del parto empecemos con las primeras pautas que van a favorecer un inicio de la lactancia satisfactorio. No significa que si no cumples algunos de estos puntos no vaya a ir bien, tampoco te garantiza que si lo sigues todo a rajatabla no vayas a tener ningún problema… Pero seguro que esta guía para la lactancia materna te será de gran ayuda.
Inicio de la lactancia precoz
El bebé llega al mundo preparado para mamar, está en su instinto, aunque un parto muy intervenido puede influir en ese reflejo innato. Pero durante las primeras horas de vida estará especialmente predispuesto a agarrar el pecho y comenzar a succionar. Si todo va bien, no hay nada más importante en ese momento, pesarle y medirle puede esperar, y las comprobaciones más urgentes para saber cómo es su estado de salud se pueden hacer sobre el pecho de la mamá.
Colocar al bebé sobre ti, piel con piel, en lo que conocemos como postura biológica, le permitirá que se agarre por sí mismo al pecho, de manera eficaz. Se iniciará así la estimulación física que ayudará a que en 48-72 horas suba la leche, en la cantidad suficiente para satisfacer las necesidades del recién nacido.
En el caso de las cesáreas, en muchos hospitales ya no separan a la mamá del bebé. Pero, lamentablemente, en algunos centros se sigue haciendo. No obstante, el cuerpo de su madre es el mejor sitio tanto para mantener la frecuencia cardíaca, como para regular la temperatura corporal. En el caso de no poder iniciar la lactancia en la primera hora de vida, se recomienda igualmente el piel con piel con otra persona e insistir en que no se demore el encuentro madre e hijo.
Asegurar un mínimo de tomas al día
Tras esas primeras horas de alerta a continuación del parto, el bebé puede quedarse un poco aletargado y no pedir alimento. Esto hay que tenerlo en cuenta, ya que si cumpliésemos lo de la “lactancia a demanda”, corremos el riesgo de que duerma tanto que no coma suficiente.
Así que, en cualquier guía para la lactancia materna, te dirán los primeros días la lactancia debe ser a oferta, asegurando al menos 8-12 tomas en 24 horas. Si el recién nacido está siempre bien pegadito a mamá esto será más fácil, ya que tendrá el pecho a su alcance, sin necesidad ni de pedirlo.
A veces se despiertan porque quieren comer, pero les calman otras personas en brazos, o esperamos a que llore… Y el llanto ya es un aviso tardío: se pondrán nerviosos, llorarán cada vez más si no sale la leche al momento, y no podrán agarrarse bien. Hay que estar atentas a las señales de hambre: empiezan a moverse, a succionar al aire con la boquita, a sacar la lengua…
Además, no hay que restringir la duración de las tomas. Cada bebé (debido a sus circunstancias únicas), tardará el tiempo necesario en cada toma. Así que esperaremos a que suelte el pecho, se lo volveremos a ofrecer y si no lo quiere, pues intentaremos con el otro, pero sin obligarle.
La lactancia no debe doler
Aunque los pezones estén algo más sensibles y no estemos acostumbradas, la boca del bebé debe adaptarse perfectamente, sin causar daño. Quizás notes cierta molestia al principio, con las succiones muy potentes… Pero nada que te haga temer la próxima toma y, por supuesto, que no provoque grietas ni ampollas.
Un frenillo lingual corto y limitante, o un mal agarre, sí pueden hacer que la lactancia duela; y que además el bebé no saque toda la leche que debería, ni estimule correctamente el pecho para producir más.
Para que la lactancia materna sea exitosa, debemos tener en cuenta:
- El bebé ha de tener la boca bien abierta y labios evertidos, al menos el inferior, para que el bebé pueda sacar la lengua y entre dentro de la boca pezón y parte de la areola.
- El agarre ha de ser asimétrico: el pezón no va centrado justo en medio de la boca del bebé, tiene que quedar hacia el paladar. Por lo que el labio inferior debe coger más areola que el superior.
- La cabeza del bebé debe estar justamente enfrente del pecho. Dependiendo de la forma del pecho de la madre, el bebé irá colocado más arriba o más abajo.
- El cuerpo del bebé tiene que estar alineado con su cabeza.
- Acercaremos al bebé hacia la teta, y no la teta hacia el bebé. Y dejaremos su cabecita libre para que pueda moverla, sosteniendo su espalda y cuello.
Succión eficaz
Una vez que controlamos un agarre correcto al pecho, también hay que comprobar que la succión es eficaz, que haya transferencia de leche. Porque aunque la succión no nutritiva también es importante, podría pasarse 24 horas al pecho y no estar comiendo lo suficiente.
Deben ser succiones profundas, con las mejillas redondeadas, lentas pero seguidas (entre 10 y 30). Si las succiones no están siendo eficaces, podemos ayudarle con la compresión mamaria. Con la mano en forma de C se sujeta el pecho detrás de la areola y se presiona el dedo índice junto al pulgar. Cuando el bebé para de mamar, se comprime y sale la leche con mayor facilidad, esto le estimulará para seguir mamando con ganas. Cuando deje de succionar de nuevo, dejaremos de presionar.
Controlar las deposiciones, las micciones y el peso
Uno de los miedos más frecuentes es que el recién nacido se deshidrate, porque no podemos calcular realmente lo que toma ni darle agua. Pero tenemos otros indicativos que nos muestran que el bebé se está alimentando bien, como su estado general. Si el bebé muestra los siguientes signos, seguro que está bien alimentado:
- Pide alimento con cierta frecuencia.
- Duerme (probablemente en la cuna no, y tampoco cuando nos viene mejor a los adultos, pero sí cerquita de su mamá).
- Se calma con relativa facilidad en el pecho.
- Tiene un buen color rosado (no hay que alarmarse si tras las primeras semanas sigue amarillito, la ictericia por leche materna es benigna).
- Pone peso (aunque al principio es normal que pierda un poco y luego lo recupere).
- Mancha y moja pañales.
Respecto a las deposiciones, la verdad es que podemos obtener mucha información de ellas. En las primeras 24 horas, el recién nacido tiene que hacer una caca negra y pegajosa, el meconio. Quizás tarde hasta el tercer día en eliminarlo del todo, pero si llega al cuarto día puede no esté comiendo lo que necesita. Y a partir del cuarto día, debería hacer al menos unas tres cacas diarias, aunque muchos hacen caca con cada toma. Esto puede cambiar a los 20-30 días, y dejar de hacer caca durante una semana o más. Entra dentro de lo normal.
Las micciones también deben ser frecuentes. ¿Y cuántos pañales debe mojar al día? El primer día al menos debe mojar un pañal, para ir aumentando a dos el segundo, dos o cuatro el tercero, cinco o seis el sexto día, y seguir haciendo pipí hasta alcanzar al menos las seis veces diarias. Ojo, porque pueden aparecer manchas rosadas en el pañal, es por la orina concentrada y se llaman cristales de urato. Pero si aparecen más allá del quinto día, son signo de deshidratación.
En cuanto al peso, hay que tener en cuenta que es normal que el recién nacido pierda un poco de peso al principio (hasta el 7% los tres primeros días). Por eso se recomienda pesarle antes de volver a casa del hospital, para controlar cuánto peso ha perdido. Y después hay que pesarle cada dos o tres días, hasta que recupere el peso de nacimiento (no debe tardar más de 15-20 días). Después podemos pasar a pesarle una vez cada una o dos semanas.
La ganancia de peso durante las seis primeras semanas debe ser aproximadamente unos 140 gramos a la semana. Como es tan poquito, es importante pesarle siempre en la misma báscula y con la misma ropa. Entre las seis semanas y los cuatro meses, lo habitual es que pongan entre 100 y 200 gramos por semana. Y entre los cuatro y los seis meses, con engordar entre 80 y 150 gramos a la semana es suficiente.
Además de una guía para la lactancia materna: busca ayuda y apoyo
La crianza en comunidad es más fácil, y para el éxito de la lactancia materna también. ¡Una buena comunidad por supuesto! Personas que sumen, que aporten, te apoyen y que contengan cuando lo necesites. Existen Grupos de Apoyo a la Lactancia Materna (GALM), al que te resultará muy útil acudir desde el embarazo. En ellos, madres, profesionales, e incluso padres y abuelas, aportan sus conocimientos y experiencias respecto a la lactancia. ¡Además de recibir información, se crean lazos muy bonitos!
Si tienes alguna duda, quieres más información o necesitas asesoramiento profesional, en la Tribu CSC puedes consultar a nuestro nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil, desarrollo infanto-juvenil, educación positiva y crianza respetuosa.
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¿Qué no se debe hacer en la lactancia materna?
En esta guía para madres que amamantan también vamos a incluir algunas cosas que NO se deben hacer, o que es conveniente evitar.
Preparar los pezones para la lactancia
Los pezones estarán listos para dar de mamar, porque para eso se han creado. Con un buen agarre, una correcta succión y una postura cómoda, no van a dañarse. Tampoco es necesario, ni recomendable, el uso de cremas. Ni para prevenir, ni para curar una grieta.
Usar biberón y chupete
Dar una “ayudita” de lactancia artificial en el caso de separación, si el bebé llora mucho, o en las crisis de lactancia no es necesario, además puede ser muy contraproducente, tanto para el bebé, que corre riesgo de desarrollar una alergia a la proteína de la leche de la vaca; como para la lactancia, que puede verse afectada e incluso interrumpida.
Y, si realmente fuese necesario un suplemento, lo mejor es darlo de la propia leche materna y nunca con biberón. Tenemos varias opciones desde el primer día de vida: relactador, vasito, jeringa, cuchara, dedo-jeringa…
En esta guía para la lactancia materna no podemos dejar de mencionar que el chupe también va a interferir en la lactancia, al menos hasta que esta esté correctamente establecida. Por lo que debería evitarse las primeras cuatro semanas. Y es que toda la succión que el bebé haga al pecho, mejor. Y si se calma con el chupete puede que no estimule lo suficiente el pecho, e incluso que le cueste más realizar un agarre correcto.
Darle agua o infusiones
Los bebés, tomen teta o leche artificial, no necesitan nada más que leche durante los seis primeros meses de vida. Después ya irán incorporando y experimentando con otros alimentos, siendo estos un complemento a la leche hasta los 12 meses. Es lo único que precisan, lo que más les aporta nutricionalmente y lo que mejor toleran. Así que no hay que darles agua, ya se hidratan y alimentan al mismo tiempo gracias a la leche.
Y por supuesto tampoco debemos darles ningún tipo de infusión, aunque se anuncien “especiales” para bebés. Ni para dormir, ni para la digestión, ni para nada. Además de no servir de mucho, contienen grandes cantidades de azúcar.
Suspender de golpe la lactancia
Me ha parecido importante incluirlo en esta guía para la lactancia materna porque es una indicación que se sigue haciendo, a pesar de ser peligrosa. Nunca se debe suspender la lactancia de golpe. Se aconseja mucho todavía en casos de mastitis, pero es una creencia errónea y arriesgada. Para las obstrucciones y mastitis, es fundamental el correcto vaciado del pecho y hacerlo de forma frecuente.
Si el destete es voluntario o por otra causa, igualmente la madre tendrá que continuar vaciándose el pecho hasta que poco a poco deje de producir, pero sin estimularlo de más. También habría que tener en cuenta cómo puede afectar al bebé un destete repentino y sin haberlo decidido. Así que lo mejor, el caso de querer destetar, es hacerlo sin prisas y del modo más respetuoso posible.
¿Cuánto tiempo se tiene que amamantar a un bebé?
Para finalizar esta guía para la lactancia materna, sé que mucha gente se preguntará durante cuánto tiempo dar el pecho. Y la respuesta no es otra que: durante el tiempo que tú quieras. Bueno, también tu hijo o hija opinará obviamente, pero nadie más.
Las recomendaciones oficiales son claras desde hace tiempo: seis meses de lactancia materna exclusiva y como mínimo hasta los dos años de edad de forma combinada con otros alimentos. No hay motivos para dejarlo antes, salvo que así lo desees. Aunque se dificulta con la vuelta al trabajo, es posible mantener la lactancia; también es compatible con la mayoría de tratamientos y medicamentos; y en principio tampoco hay contraindicación para seguir amamantando si vuelves a quedarte embarazada.
La leche se va a ir adaptando a las necesidades del lactante, y por supuesto que nunca deja de tener valor nutricional: conforme va creciendo el niño la leche va teniendo más calorías, y sigue aportando protección inmunitaria. Además de todo lo que le ofrece a nivel afectivo. Por lo que, si así lo deseas, no dudes en esperar el tiempo necesario a que llegue un destete natural y espontáneo.
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1 comentarios en "Guía para la lactancia materna"
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