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Artículo publicado el 28 Feb 2020 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 22 septiembre, 2022
¿Qué es el agarre o afianzamiento espontáneo? Pues no es más que la forma en la que el recién nacido es capaz de agarrarse al pecho de su madre de forma autónoma e innata. Esto lo consigue gracias a sus reflejos y a la ayuda de la gravedad, siempre que la posición sea adecuada.
La importancia de la postura para conseguir un agarre espontáneo
Los humanos somos animales mamíferos, y como tales, nuestra cría nace provista de puro instinto. Nuestros bebés saben perfectamente lo que tienen que hacer (si les dejamos, claro). Lo único que necesitan es contacto piel con piel con el cuerpo de su madre que le proporciona calor y seguridad, y tener el alimento (el pecho) accesible.
Cuando la madre está recostada boca-arriba (posición biológica) y el bebé en contacto piel con piel encima de ella (boca abajo sobre su abdomen) y sin interferencias, este es capaz de ir reptando y cabeceando hasta conseguir agarrar el pecho.
¿Y cómo sabe el bebé dónde está el pecho? Gracias a varias referencias, visuales, táctiles y olfativas. El color oscuro de la areola materna es un referente visual, le ayuda a dirigir el camino hacia allí. Además, el pezón sobresaliente, es un referente táctil, de forma que al tocarlo con su cara y boca se desencadena el reflejo de búsqueda. Por otro lado, se sabe que el calostro huele de forma similar al líquido amniótico, por lo que esto es también otro estímulo para que el bebé pueda localizar el pecho.
Además, en la posición biológica, la gravedad ayuda a que el bebé ponga en marcha su reflejo de gateo (flexoextensión de las piernas al entrar en contacto con alguna superficie más dura), que hace que vaya reptando desde el abdomen hasta el pecho de su madre.

Los bebés nacen sabiendo hacer esto. Nadie les enseña. Tras el nacimiento, están en un periodo de alerta activa, con todos sus reflejos en funcionamiento, por lo que es el momento ideal para llevar a cabo el agarre espontáneo. Más adelante, entran en un letargo fisiológico, para recuperar fuerzas después del parto. Por ello, si ha habido separación de la madre y el bebé, o se han administrado biberones en ese tiempo, puede ser más complicado realizar este agarre espontáneo. Si necesitáis asesoramiento, no dudéis en hacérnoslo saber en la Tribu CSC, donde podéis consultarnos online.
¿Por qué hay bebés que no se agarran bien al pecho?
Los motivos pueden ser variados. La separación tras el nacimiento, ni que sean solo 20 minutos, ya puede hacer mella en el agarre hasta el punto de hipotecar una lactancia (no es que vaya a ir mal sí o sí, pero sí afecta al porcentaje de bebés que tienen un agarre adecuado), pero no es el único problema, pues hay también otra cuestión importante, que es el tema cultural:
En nuestra sociedad tenemos tendencia a utilizar posiciones para amamantar en las que la madre está semiincorporada (sentada con la espalda recta). En estas posiciones (cuna, caballito, rugby), es la mujer la que tiene el control en todo momento de la posición del bebé y de cómo se realiza la toma. Además, no puede dejar de sostenerlo porque si lo hace, éste se caería. Es decir, la gravedad hace que el bebé no pueda poner en marcha sus reflejos y agarrarse por sí mismo al pecho, sino que depende de su madre.

Por desgracia, aunque poco a poco va cambiando, en nuestra cultura occidental impera la cultura del biberón. Las mujeres crecemos sin ver a niños amamantados y sin saber la posición adecuada de un bebé al pecho. Es decir, la práctica de la lactancia materna es algo que debería transmitirse de generación en generación, pero no lo estamos haciendo. En lugar de eso, las mujeres leemos libros sobre lactancia, vamos a charlas e intentamos aprender todo lo posible, pero la realidad es que hasta que no llega ‘la hora de la verdad’ no sabemos lo que nos espera.
Es decir, la lactancia es una conducta instintiva para el bebé, pero aprendida para la madre. Por eso mismo, como el bebé es puro instinto, sabe perfectamente lo que tiene que hacer y está provisto de reflejos innatos que le ayudan a ello, la posición de crianza biológica o afianzamiento espontáneo es una forma ideal de conseguir un buen agarre.
Dejemos al bebé tomar las riendas
Por eso una forma de corregir un agarre que no está bien es dejando al bebé seguir su instinto. ¿Cómo? Es lo que se conoce como ‘opción reset’, es decir reseteo. Olvidar lo aprendido y empezar de nuevo.
Podemos hacerlo en cualquier momento de la edad del bebé, aunque hay más posibilidades de que funcione antes de los 3 meses que es cuando tiene más activos estos reflejos.
Es importante que el bebé no tenga hambre en ese momento, porque si es así, puede que se frustre y se desespere. Pero tampoco podemos hacerlo con el bebé recién comido, porque entonces no tendrá interés. Por ello, el momento ideal de realizar el agarre espontáneo es entre una toma y otra:
- Piel con piel. Es decir, contacto directo. Mamá desnuda de cintura para arriba, y bebé solamente con el pañal. El contacto piel con piel estimula los sentidos del bebé y lo hace sentirse cómodo y seguro.
- Posición biológica. Mamá boca arriba semiincorporada (a unos 30 o 45º) y el bebé boca abajo encima del abdomen. Puede apoyar también la cabeza del bebé en el antebrazo.
- Y esperar… Que pase el tiempo. Cuando el bebé esté despierto, empiece a cabecear y buscar el pecho, se le puedes ayudar poniendo las manos en sus pies, para que sirva de apoyo y pueda seguir avanzando.
Y lo ideal es dejarlo que coja el pecho solo. Dejarlo hacer. Y ese agarre será como él necesita y será mejor, porque no será dirigido por nadie, sino por él mismo y por su instinto.
Porque los bebés nacen sabiendo mamar, si les dejamos.
Autor/a

Carmen Vega
Mamá de 5, médico de familia y consultora de lactancia (IBCLC). Autora del libro: Lactancia Materna, Casos Reales de Superación.
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