Mi recién nacido pierde peso: ¿Cuánto es “normal” y por qué sucede?

La pérdida de peso postparto en el recién nacido es una cuestión fisiológica y perfectamente normal en la mayoría de los casos

Artículo publicado el 16 Ago 2020 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 19 febrero, 2023

Es muy normal que los recién nacidos pierdan peso en los primeros días de vida. Aunque es algo muy corriente y que sucede por razones muy lógicas, es muy normal que cuando el recién nacido pierde peso sea motivo de agobio para los padres primerizos.

Y no solo eso, sino que puede ser la razón de tomar decisiones apresuradas y en ocasiones equivocadas. Para que esto no suceda es imprescindible tener la información adecuada y, en caso de duda, acudir a los expertos. A continuación te explicamos por qué el recién nacido pierde peso tras el nacimiento y cómo detectar si esa pérdida de peso no es “normal”.

Las primeras horas de vida del bebé

Recuerdo que cuando acudía a mis clases de preparto, mi matrón me dijo una frase que se me quedó grabada: “las mujeres estáis preparadas físicamente para parir y amamantar a vuestro bebé y la naturaleza es sabia y lo ha preparado todo para que sobreviva la especie”. Y así es.

Las glándulas mamarias producen el calostro (desde el embarazo) para que cuando llegue el bebé tenga alimentación suficiente. ¿Qué quiere decir esto? Que en condiciones normales, el calostro (que está compuesto de más grasas y proteínas que la leche madura y que contiene vitaminas, defensas y bacterias beneficiosas para el bebé) es más que suficiente para las primeras horas de vida.

 

 

Es más, la cantidad de calostro por toma varía entre 3 y 20 ml. Está adaptada al estómago del recién nacido, por lo que cada vez que este mama, llena el estómago con el calostro de su madre, hasta que se produzca la esperada subida de la leche.

Es cierto que el primer día (por regla general) duermen más que comen, pero en las primeras 24 horas pueden llegar a tomas entre 15 y 45 ml. Es más que suficiente. Si además tenemos en cuenta que los bebés suelen hacer solo una deposición ese día (que es esa caca de color negro, como petróleo, que es muy pegajosa y casi no tiene olor, que se conoce como meconio) y solo orina una o dos veces, no necesita más alimento que el que le proporciona su madre.

 

 

Es muy necesario que los padres primerizos conozcan estos datos, porque desde el primer momento tendrán que vivir cómo muchas personas cuestionan la alimentación de su hijo. Escucharán que no está alimentado, que no le está llegando la leche, que puede estar deshidratado o que pierde peso porque no mama, que la madre no tiene leche y que si su hijo está perdiendo peso es por responsabilidad vuestra… Por eso estar informado es fundamental para que no afecten estos comentarios y sobre todo que no condicionen vuestras decisiones.

A los pocos minutos de nacer, el bebé trata de alcanzar el pecho para alimentarse. Puede tardar aproximadamente una hora en lograrlo (siempre que mamá y bebé no hayan sido separados y estén en intimidad). El piel con piel (la no separación de la madre y su hijo y no romper el contacto físico entre ellos) propiciará este momento y facilitará la lactancia.

 

 

No obstante, si la madre no pudiera vivir el piel con piel, que la pareja u otra persona cercana lo realice y que lo antes posible el niño sea llevado con su madre, es la mejor forma de favorecer esta reacción natural de búsqueda de alimento. Una vez que el recién nacido se agarre al pecho, dormirá profundamente como forma de reponerse, él también, del esfuerzo del parto.

¿Cuánto peso pierden los recién nacidos?

Lo primero que preguntamos de un niño es cuánto ha pesado. Los recién nacidos suelen pesar entre 2,8 y 4,2 kilogramos. Tomamos el peso de los bebés como señales de su estado de salud. Por eso, si vemos que pierden peso nos alarmamos. Sin embargo, lo más corriente es que se produzca una pérdida de entre un 5 y un 7% del peso inicial.

¿Pero cómo pesa menos mi hijo si come bien? Esto hace que los padres primerizos lleguen a cuestionarse si la leche materna no es suficiente alimento o si no están alimentando bien al niño. Nada más lejos. Lo que estamos describiendo es la disminución de peso fisiológica neonatal. Una bajada normal del peso que el niño recuperará en las siguientes dos semanas al nacimiento.

 

 

El estudio de la Penn State College of Medicine en Hershey (Estados Unidos), “Nomogramas de cambio de peso para el primer mes después del nacimiento”, indica que incluso un 15 y 25 por ciento de los bebés tardan más de dos semanas en recuperar su peso al nacer. Es la conclusión de los datos extraídos entre más de 144.000 niños que nacieron con peso saludable.

Según este estudio, el 14% de los bebés de parto vaginal (y hasta un 24% de los nacidos por cesárea) seguían pesando menos que cuando nacieron, dos semanas después. No obstante, la pérdida fisiológica más llamativa es en los tres o cuatro primeros días tras el nacimiento. No obstante, tres semanas después del parto, solo el 5% de los bebés de parto vaginal y el 8% de los que llegaron por cesárea, aún no había recobrado el peso que tenían al nacer.

 

 

Además, hay que tener en cuenta que en el caso de los niños que nacen por cesárea, la pérdida de peso puede ser superior porque nacen con más hidratación ya que han absorbido los líquidos que sus madres recibieron para la cirugía.

¿A qué se debe esta bajada de peso?

La bajada de peso tiene lugar por distintos motivos:

  • El meconio. Es el nombre (como hemos indicado) que reciben las primeras heces. Su eliminación puede conllevar una bajada del peso.
  • La orina. Los bebés orinan muchas veces y aquí también se elimina peso. No obstante, que el bebé manche el pañal es una señal de que su organismo funciona bien. Como curiosidad, en los primeros días el recién nacido puede orinar más de 10 veces al día.
  • El sudor. También la pérdida de peso puede deberse a el líquido que eliminar con la sudoración.
  • El calostro. Como hemos explicado el calostro contiene todo lo que necesita el recién nacido, pero es cierto que es una cantidad muy pequeña, más pequeña que lo que recibe un bebé directamente de la madre a través del cordón umbilical. Ahora tiene que esforzarse en alimentarse y aprender a hacerlo, esto también propicia la bajada de peso.

 

 

Por todos estos motivos, el bebé puede perder incluso 300 gramos (dependiendo del peso que haya tenido al nacer) y puede ser normal, produciéndose esta pérdida durante los primeros días de vida. De esta forma, a partir del quinto día de vida, ya deben empezar a ganar peso. Y si no lo hacen o siguen perdiendo, es probable que algo no esté funcionando. 

Una vez recuperan el peso del nacimiento, no es conveniente obsesionarse con el peso y pesarlo cada día, pero hasta entonces, es necesario pesarlo en varias ocasiones: al alta del hospital o 48-72 h de vida, y cada 48-72 horas, para comprobar que está ganando peso y sobre todo, que no sigue perdiendo, que es lo que nos debería preocupar.

Como la ganancia de peso en las primeras semanas suele ser de unos 20 gramos al día, es importante que las pesadas sean en la misma báscula y en condiciones similares (misma hora, misma ropa…).

¿Y si no estoy alimentando bien a mi hijo?

A pesar de toda esta información, las inseguridades de los padres primerizos, el efecto del cambio hormonal de la madre tras el parto y la poca información que tienen algunas personas que nos rodean, pueden provocar dudas de si la responsabilidad de esa pérdida de peso es de una incorrecta lactancia.

Las sospechas parten de muy diversos motivos: de que el calostro no se ve salir, de que no se puede medir cuánto come el bebé, de que vemos que el niño duerme menos de lo que nosotros creemos que debe dormir, de que no se queda en la cuna sin quejarse o llorar (a lo mejor es que quiere estar en los brazos, pero preferimos decantarnos por que llora por hambre) porque a tu madre, a tu vecina o a tu suegra se le “cortó” la leche y no pudo amamantar; o porque todos te dicen: “este niño tiene hambre”, “a ti no te ha subido aún la leche”, “es que no te lo colocas bien“, “no ves que no tienes leche”…

 

 

Aunque ninguno de estos motivos tenga un respaldo científico ni médico, siempre en nuestra cabeza parece que tienen más fuerza que las evidencias científicas. Por ello vamos a intentar dar respuesta ante tantas incertidumbres. Además del peso, debemos fijarnos en otros signos para saber si el bebé consigue la leche que necesita:

  • Si la madre no siente dolor cuando el bebé mama (si lo siente, puede ser que el agarre no sea el correcto).
  • Hay que observar el número de veces que mama y la duración. Por lo general, los recién nacidos deben mamar más de ocho veces al día, al menos durante 15 minutos y con ganas. Hay veces que los bebés están muy adormilados y no reclaman alimento, por lo que es importante que los despertemos cada 2-3 horas para comer asegurando ese mínimo número de tomas.
  • En número de deposiciones. El niño debe hacer mínimo tres cacas al día y de color amarillento.
  • Comprobar que el bebé se queda satisfecho después de comer. Eso no quiere decir dormido completamente en la cuna y sin molestar. Se trata de comprobar que está tranquilo, aunque esté despierto y en los brazos.

 

 

No todos los recién nacidos siguen el mismo ritmo de recuperación. Antes se consideraba que los bebés recuperan el peso del nacimiento al séptimo día. Esto ocurre siempre que el bebé haya perdido menos del 7% del peso que tenía al nacer. Tardar más tiempo del esperado no tiene por qué responder a un problema. Si la pérdida de peso ha sido mayor del 10-12% (y hemos comprobado que la lactancia es eficaz, con los cuatro puntos expuestos anteriormente), pueden llegar a tardar de dos a tres semanas en recuperar el peso.

¿Y si incluso así pierde peso?

En ese caso, será necesario hacer una valoración global de la alimentación y de la lactancia. Habrá que estudiar si hay algún problema de agarre del pecho o posición, si el bebé tuviera frenillo sublingual o retrogantia, si la madre tiene algún problema hormonal que pueda estar afectando a la producción de la leche, si se le dio en algún momento biberón, la temida “ayudita”, si usa chupete… y otras opciones que pueden estar afectando a una alimentación adecuada.

 

Aprende cómo es la postura adecuada para dar el pecho y facilitar un buen agarre en el Seminario Online “El agarre y la postura en la lactancia”

 

Una vez encontrado el motivo, se puede ayudar tanto a la madre como al bebé en su correcta alimentación. Se puede apoyar al bebé con extracción de leche o con jeringuilla o vasito, acudiendo a una asesora de lactancia por si la colocación o el agarre no son los correctos, incluso a fisioterapeutas por si el niño no consigue mamar.

Son muchas las alternativas. Pero siempre teniendo en cuenta que lo importante es que sea cual sea la decisión que se tome, se haya tomado teniendo la información adecuada y no actuando por miedo o falta de información.

Ante la más mínima duda, es mejor pedir asesoramiento profesional. En la Tribu CSC puedes consultar a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil y crianza respetuosa. Entre ellos/as se encuentra la pediatra Gloria Colli, la asesora de lactancia materna Inma Mellado y el enfermero de pediatría Armando Bastida.

 

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