Seguro que os ha ocurrido. Vuestro bebé duerme plácidamente y, de pronto, empieza a removerse nervioso y se pone a sollozar o a llorar. ¡Pero no está despierto! Sigue dormido. Y os preocupáis, y os…
¿Tendrá mi bebé algún trastorno del sueño y por eso se despierta tanto? ¿Es normal que demande tanto pecho durante la noche? ¿Duerme lo suficiente? Son algunas de las preguntas más frecuentes cuando hablamos del sueño infantil. Lo cierto es que es muy difícil detectar algún trastorno del sueño en bebés, ya que los leves suelen pasar desapercibidos porque “solo” afectan al sueño y los severos dan más manifestaciones que alertan a los padres y al pediatra.
“Si existe alguna anomalía (que no es lo habitual), esta suele ser benigna y, o bien desaparece sola a medida que el peque se desarrolla; o se detecta cuando el peque es más mayor y esas alteraciones provocan consecuencias que se ven en otros ámbitos, como el colegio”, explica Rafi López, la especialista en sueño infantil del equipo de Criar Con Sentido Común.
Así que lo primero que hay que hacer es “no alarmarse” ante cualquier desorden del sueño de un bebé pequeñito.
¿Cómo saber si mi bebé tiene problemas de sueño?
Si el bebé es menor de ocho meses es realmente complicado determinar que tiene un trastorno del sueño. Hasta esa edad aproximadamente, el sueño del bebé responde a cuestiones madurativas. A ello hay que sumar que necesita lactar a menudo y que también experimenta angustia por la separación y por eso necesita saber que su madre y su padre están cerca. De este modo, es comprensible que los despertares de un bebé lactante sean continuos.
A partir de los ocho meses meses empieza el proceso de maduración del sueño. El bebé ya tiene un ritmo circadiano parecido al de los progenitores, distingue entre el día y la noche pero sigue teniendo la necesidad de comprobar que sus padres están cerca.
“Se trata de un hito biológico (maduración fases del sueño), psicológico (reconocerse seguro y atendido) y social (presión social sobre lo que es normal, horarios, etc.)”, indica la experta en sueño infantil de CSC, Rafi López.
En este contexto, ¿cómo podemos determinar claramente que los despertares responden a otra razón y estamos ante un trastorno del sueño? Pues realmente no se puede. Es posible que haya algo detrás en algunos casos concretos pero, si lo hay, suele ser algo leve. Tal y como explica nuestra experta:
“En cualquier caso es lógico que si un bebé no duerme ni de noche ni de día, su actitud va a ser irritativa, con llanto continuo, ansiedad, etc. así que lógicamente al acudir al pediatra este puede determinar que hay una otitis o alguna otra patología, y lo tratará. Tal vez, si no hay una causa clara detrás, puede sospechar que hay algún trastorno que acabará dando la cara tarde o temprano afectando a otras áreas (somnolencia diurna, irritabilidad…) o desapareciendo solo si se trata de simples ajustes de maduración como podría ser el reflujo“.
¿Cuándo podemos determinar que los síntomas responden a un trastorno del sueño?
Ya ha quedado claro que antes del primer año, es difícil. ¿Cuándo entonces? Pues, insiste Rafi López, cuando el pequeño interacciona con el exterior, por ejemplo, al entrar en el colegio.
“Los niños pueden mostrarse extremadamente cansados o todo lo contrario, muy, muy activos, nerviosos, y movidos“, señala Rafi López.
En demasiadas ocasiones se sospecha de alguna diversidad funcional, como el TDAH. En otras ocasiones solo hay que hacer caso a algunas pistas. Si le cuesta conciliar el sueño y está muy activo a la hora que toca dormir por la noche, es posible que haya algo externo que le impida dormir. Por ejemplo, algún cambio en su rutina diaria, excesiva luz o incluso la interacción (aunque sea de manera indirecta) con algún dispositivo digital. Y es que el uso de pantallas afecta al sueño de niños y adolescentes. Incluso los cambios de hora entre estaciones les afectan.
Nuestra experta Rafi López asegura que “la clave” para saber si un niño está durmiendo bien es su comportamiento durante el día:
“Si está contento, activo, come bien, juega, crece, aprende… está descansando bien. Si un niño duerme menos de diez horas diarias sería conveniente consultar con un especialista que valore el conjunto, a veces no duermen porque se les está haciendo dormir en unas condiciones que no toleran, incidiendo en su descanso”.
Algunas alteraciones del sueño: Las parasomnias
Las parasomnias son trastornos leves del sueño y entre ellas se incluyen los terrores nocturnos y las pesadillas. Los expertos marcan los dos años como el momento en que aparecen estas últimas. Sin embargo, Rafi López reflexiona:
“En realidad no lo sabemos. Antes de los dos años los niños o no hablan o no pueden explicarnos que han tenido un mal sueño. De este modo, es posible que sí tengan pesadillas pero no lo pueden expresar”.
Según la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y el Adolescente, el sueño aparece alrededor de los 18 meses. Sin embargo, hay investigaciones que han detectado sueño en fase REM (donde se producen los sueños) del feto durante la gestación. En cualquier caso, las parasomnias son trastornos del sueño benignos. Incluso el sonambulismo infantil. En este caso, si se trata de un bebé no hay que preocuparse porque no se moverá de su cunita o de la cama.
¿Cómo actuar? En el caso de las pesadillas, una vez sean capaces de explicar que es eso lo que les pasa, hay que consolar y tranquilizar al peque.
“Si son muy intensas y persistentes, conviene consultar a un profesional para que valore si algo le está produciendo ansiedad o estrés“.
En cuanto a los terrores nocturnos y el sonambulismo, son alteraciones que se producen en el momento del sueño profundo (al principio de la noche).
“Ambos son benignos, la forma de actuar sería acompañar sin despertar al niño, y revisar que no se esté cansando mucho por el día, ya que el cansancio excesivo los puede propiciar“.
Por otro lado, el bruxismo también se incluye entre las parasomnias. Se trata de un trastorno del sueño que se caracteriza por la presencia de movimientos involuntarios de actividad rítmica muscular masticatoria, asociados a microdespertares y ocasionalmente genera ruidos por el rechinar de los dientes. No es algo que pueda afectar a un bebé de pocos meses, afirma Rafi López; aunque sí puede presentarse cuando empiezan a salir los dientes y relacionado con la ansiedad infantil.
La apnea del sueño, otro trastorno del sueño que involucra a la respiración
Otro de los trastornos del sueño infantil más frecuentes es el síndrome de apneas-hipopneas del sueño (SAHS). Tal y como reconoce la Asociación Española de Pediatría, está «muy infradiagnosticado». El SAHS infantil es diferente al que afecta a los adultos pero produce complicaciones «a largo plazo» en los niños que pueden afectar a su vida normal.
La apnea del sueño se produce por una obstrucción parcial prolongada de la vía aérea superior y/o obstrucción intermitente completa que interrumpe la ventilación normal durante el sueño. Es decir, mientras duerme profundamente, el menor deja de respirar unos segundos y su cuerpo «reacciona» y se despierta para volver a coger aire.
“Pero incluso este caso no se suele detectar precozmente”, indica Rafi López, quien apunta que es un trastorno relacionado con una cuestión morfológica y, por tanto, con el aparato respiratorio:
“El niño no nota nada. Es una reacción física de su cuerpo; pero ocurre en la fase de sueño profundo, cuando cuesta mucho despertarse. Y, como es lógico, cuando pasa muchas noches, muchas veces al final tiene consecuencias para el peque“, explica Rafi López, quien cree que los ronquidos son una señal «que no debemos dejar pasar» si no están relacionados con un resfriado o similar.
Otros síntomas son respiración dificultosa y/o bucal, sueño intranquilo, posturas extrañas para dormir, sudoración excesiva y enuresis:
“Este trastorno en principio no es grave, pero es necesario que lo valore el pediatra y el especialista, generalmente el médico otorrinolaringólogo, ya que puede afectar al día a día, especialmente cuando se van haciendo más mayores”.
Más trastornos del sueño: el síndrome de piernas inquietas y la narcolepsia
Otras dos alteraciones del sueño que pueden aparecer en la infancia, aunque no es lo habitual, son el síndrome de las piernas inquietas y la narcolepsia. El primer caso es un trastorno que afecta a la hora de conciliar el sueño:
“Se manifiesta con movimientos de piernas cuando el niño se está intentando dormir, impidiendo que se relaje. Este trastorno tiene relación con niveles bajos de hierro, por lo que si se sospecha de ello es necesario consultarlo con el pediatra para que pueda valorarlo”, describe Rafi López.
No es un diagnóstico fácil porque a los niños les cuesta explicar qué les pasa. Según la Asociación Española de Pediatría, el 70% de niños que lo sufre tiene un familiar de primer grado que lo padece.
Por su parte, la narcolepsia es muy poco común en la infancia. Se caracteriza por un trastorno de hipersomnolencia que debe ser valorado por un neurólogo.
“Los signos son que el niño se queja de sueño por el día, está con poca energía y se queda dormido cuando baja la actividad“, finaliza la autora del libro Dormir sin Llorar.
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Mi bebé tiene 5 meses , por el día hace siestas muy cortas de 10 a 15 minutos y en la noche se despierta 3 o 4 veces llorando, irritable y no quiere dormir nunca
He intentado con establecer rutinas para dormir, baños de agua tibia antes de dormir, musica relajante etc nada lo hace dormir y si lo hace es por tiempos Muy cortos
Hola Natacha,
Gracias por escribirnos, el equipo de expertos de CSC no responde consultas en los comentarios a las entradas del blog, pero sí en la Tribu CSC. Te envío el enlace.
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