¿Pueden tomar frutos secos los bebés y niños pequeños?

Se pueden ofrecer desde los seis meses, pero nunca enteros antes de los cinco años

Artículo publicado el 25 Abr 2021 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 11 enero, 2024

Los frutos secos poseen muchas propiedades que los hacen más que recomendables para bebés y niños. Sin embargo, se tiende a no incluirlos en la dieta de los más pequeños por dos motivos: el alto riesgo de atragantamiento al tomarlos, y por ser uno de los alimentos que con más frecuencia producen alergias alimentarias.

¡Pero existen soluciones intermedias! Vamos a ver distintas opciones para no renunciar a los múltiples beneficios que los frutos secos aportan a los menores.

Los beneficios de los frutos secos

Dentro de los frutos secos podemos distinguir dos tipos: los frutos secos grasos (como almendras, piñones, avellanas, nueces…) y la fruta seca (dátiles, orejones, ciruelas, etc.) Los frutos secos grasos aportan mucha energía (más de la mitad de su peso son grasas insaturadas) y además son ricos en proteínas, ácido fólico y otras vitaminas del grupo B (muy importantes para el desarrollo neurológico) y también en minerales como el fósforo, el hierro y el potasio.

 

¿Pueden tomar frutos secos los bebés y niños pequeños?

 

Debemos recordar que la fruta debe tomarse fresca. Si se toma seca, se concentran los azúcares y tienen un mayor aporte calórico (además favorece la aparición de caries). Por eso es mejor que los frutos secos se tomen de forma ocasional. En el caso de los peques que estén practicando BLW, también es importante vigilar la forma de presentarlos.

Otro de los beneficios de los frutos secos para los pequeños, es que algunos (como por ejemplo: los piñones, las nueces, los pistachos y las ciruelas) son muy ricos en fibras y ayudan a combatir el estreñimiento.

El peligro de tomarlos secos y enteros

Hasta hace poco, los pediatras recomendaban que la introducción de los frutos secos enteros no se produjera hasta al menos los tres años (idealmente hasta los cinco). Sí, has leído bien, ENTEROS. Los frutos secos tienen una consistencia dura y si a eso unimos sus texturas, formas y tamaños (frecuentemente pequeños y redondeados), pueden ser una causa real de atragantamiento en los niños. Actualmente esta edad incluso ha aumentado, y se ha retrasado hasta los cinco años.

 

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“¡Pero si mi hijo come hasta carne!” Sí, pero el problema de los frutos secos es que no se deshacen al ser tragados. Es más, pueden incluso hincharse y aumentar su tamaño, lo que multiplica su peligro.

Hasta los cuatro o cinco años, los niños aún no han desarrollado del todo su capacidad para masticar y tragar. En concreto, la deglución (el efecto innato de tragar), se desarrolla entre los dos y tres años. A esa edad el tamaño de la tráquea es el de su dedo meñique. En este contexto, es más fácil imaginarnos que un niño se tome una avellana, por ejemplo, sin masticarla correctamente y se le quede atascada.

 

¿Pueden tomar frutos secos los bebés y niños pequeños?

 

Es más, no es hasta los cinco años cuando se completa el desarrollo de los dientes y las muelas. Entonces empezarán a triturar adecuadamente, por lo que antes de esta edad no mastican correctamente. Esto implica que pueden tomar trozos demasiado grandes para ellos. Este es el motivo de desaconsejar los frutos secos ENTEROS hasta esa edad.

Su elevado riesgo de alergia

Podemos pensar que si retrasamos la incorporación de los frutos secos en la dieta infantil hasta los cinco años de edad, desaparecen los problemas. Craso error. Si aplazamos el momento de ofrecerle frutos secos a nuestro hijo podemos estar provocando otro inconveniente, ya que diversos estudios han demostrado que retrasar su introducción incrementa el riesgo de padecer alergias.

Es cierto que las avellanas, las almendras, las nueces, los piñones… pueden desencadenar reacciones cutáneas y respiratorias, pero también otros productos, y no los eliminamos de la dieta. ¿Qué hacemos entonces? Seguir las pautas generales de introducción de los alimentos potencialmente alergénicos (entre ellos incluimos los frutos secos):

  • Cuando introduzcamos un alimento nuevo es preferible ofrecérselo preferentemente en el almuerzo mejor que en la cena, porque si el niño tuviera una reacción a dicho alimento, podríamos estar dormidos y no darnos cuenta.
  • No dar dos alimentos potencialmente alergénicos nuevos a la vez y ofrecerlos durante dos o tres días sin incorporar ningún otro alimento nuevo para observar si hay reacción alérgica.

 

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Tenido en cuenta esto, hay que añadir que los frutos secos más alergénicos (además de más indigestos) son los pistachos, los cacahuetes y las nueces (realmente estos tres alimentos no son frutos secos, sino leguminosas, aunque vulgarmente se les mete en este grupo y se les llama frutos secos). En cualquier caso, es recomendable dejar estos para después de haber introducido los demás sin observar ningún problema. 

¿Cuándo y cómo introducirlos en su dieta?

Saber cómo y cuándo dar frutos secos es fundamental para la seguridad de nuestros hijos. Lo más adecuado para el bebé es introducirlos lo antes posible, pero nunca enteros. Se deben ofrecer desde el inicio de la alimentación complementaria (en torno a los seis meses) pero inicialmente triturados, molidos y en cantidades pequeñas.

Una buena forma de empezar es incluyéndolos triturados junto con otros alimentos que ya sepamos que el bebé asimila bien. En el caso de alimentación autorregulada por el bebé o BLW, se puede espolvorear una cucharadita de fruto secos en la comida (arroz, pasta, verdura, etc.).

 

 

Por tanto, la solución no es eliminar los frutos secos sino cambiar la forma de ofrecérselos al bebé: machacados o triturados. Así impedimos que queden atrapados en su garganta (acordémonos de que tiene que pasar por un conducto de un tamaño menor que el dedo meñique de nuestro hijo).

 

¿Pueden tomar frutos secos los bebés y niños pequeños?

 

Ideas para incorporarlos al menú

Una manera muy atractiva de ofrecer los frutos secos al niño es en forma de mantequilla, por ejemplo (como la conocida manteca de cacahuetes, pero casera). A los niños le suele gustar, y además así puedes eliminar otros productos perjudiciales como los embutidos, que incluyen muchos azúcares y están incluidos dentro de los alimentos que aportan muchas calorías vacías.

También pueden sustituir a los aperitivos o el picoteo. Si en lugar de dar entre horas un snack (como por ejemplo, patatas fritas), le das a tu hijo unos frutos secos; estarás mejorando su alimentación tanto por lo que estos aportan, como por lo que ganará al eliminar de su dieta otras alternativas menos saludables.

 

BLW

 

Asimismo, los frutos secos nos pueden ayudar a incluir en la dieta de nuestros hijos otros alimentos menos apetecibles. Los piñones, por ejemplo, suavizan el sabor del puré de verdura. Los dátiles, los albaricoques y las ciruelas contrarrestan el sabor ácido de la fruta fresca.

Otra alternativa es cocinar la carne blanca (como el pollo y el pavo), con frutos secos machacados. Estos le aportarán variedad, color y le añadirán un toque de sabor diferente que nos permitirá hacer variaciones en nuestras recetas. También se pueden añadir a los lácteos. Los frutos secos combinan muy bien con el queso (fresco o no) o el yogur. Además, son una buena opción en el queso untado (como otra alternativa a los embutidos) o mezclados bien triturados en la masa de las galletas, panes o bizcochos caseros.

 

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Por último, es importante recordar que la alimentación es toda una aventura para los niños y que los padres no debemos desaprovechar la oportunidad de vivirla con ellos. Por eso debemos darles libertad para descubrir el mundo, desde el punto de vista culinario también, pero acompañándolos en el descubrimiento de sus nuevas capacidades para que lo hagan con total seguridad.

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