¿Cómo afecta el calor a la salud mental de niños y adultos?

Varios estudios muestran que las altas temperaturas nos afectan no solo físicamente, sino también a nivel emocional. El calor afecta a la salud mental de niños y adultos, con la diferencia de que para los primeros es más difícil de gestionar.

¿Cómo afecta el calor en la salud mental?

El 3 de julio de 2023 la Tierra alcanzó los 17 grados, la cifra más alta de su historia superando los 16,9ºC de agosto de 2016. Al día siguiente batió ese récord y llegó a los 17,18ºC, según este artículo de National Geographic. Es decir, la temperatura de la Tierra marcó su récord histórico dos días seguidos.

El aumento de la temperatura de la Tierra tiene consecuencias: provoca muertes por golpes de calor; altera los ecosistemas; provoca sequías más prolongadas (como la que estamos viviendo en España) y fenómenos meteorológicos más violentos; etc.

 

 

Pero el calor no solo afecta a nuestro entorno. También a niños y adultos. A nivel físico y psicológico. Diversos estudios han demostrado que existe relación entre las olas de calor y los problemas de salud mental de muchas personas.

Es decir, que el calor nos altera emocionalmente y, además, amplifica las secuelas de patologías mentales en las personas que las sufren. Pero, ¿qué efectos en la salud mental provocan las olas de calor o altísimas temperaturas?

Una amenaza para la salud pública

La exposición a las altas temperaturas desencadena respuestas fisiológicas en el cuerpo humano, que van desde sarpullidos a calambres musculares, fatiga o afectación a distintos órganos. Y, por supuesto, puede provocar golpes de calor cuyas consecuencias pueden ser fatales.

Pero, además de problemas de salud física, también se han hallado consecuencias a nivel psicológico. No está muy claro por qué, pero sí que afecta. Y lo hace a dos niveles: Al estado anímico de la población en general y a las personas con patologías previas de salud mental, a quienes se les pueden agudizar los síntomas e incluso tener crisis durante las olas de calor.

 

 

Este estudio realizado en EEUU, en el que se analizaron los casos de más de 2 millones de personas, demostró que en los días de más calor las visitas a emergencias por problemas de salud mental crecían un 8%.

En este otro estudio se analizó la relación de las altas temperaturas y la luz solar con el trastorno bipolar. Y se encontraron “correlaciones significativas” entre el calor y las recaídas de los pacientes con trastorno bipolar que requerían hospitalización.

El calor y la salud mental en las embarazadas y madres recientes

En general, el calor nos afecta en nuestro estado de ánimo, como explica la psicóloga de Criar Con Sentido Común, Mamen Bueno: “Ante una situación de estrés, con el calor excesivo; la adrenalina aumenta, incrementando nuestra irritación y el enfado, poniéndonos más a la defensiva”.

Pero, ¿qué ocurre durante el embarazo y el posparto?  Nuestra experta subraya que el calor afecta bastante a las embarazadas y puérperas, “alterando incluso la lactancia“.

Las mujeres embarazadas son más propensas a sufrir insolación y agotamiento por calor, según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (DCD) de EEUU. Las altas temperaturas pueden aumentar los riesgos de muerte fetal y parto prematuro.

 

 

Con el calor, insiste nuestra experta, aumentan los problemas de insomnio: “Es una fase en la que ya de por sí se duerme poco; lo que contribuye al aumento de la irritabilidad y la disminución de la paciencia“.

Además, indica Mamen Bueno, es más difícil concentrarse y aumenta el estrés, ya que nuestro organismo tiene que hacer un “sobreesfuerzo para mantener una temperatura óptima”. En el caso de las mujeres gestantes, el estrés durante el embarazo puede afectar al bebé.

Por eso, es importante tratar de estar en lugares frescos y bien hidratadas. Pero ¿cómo afecta el calor a la ansiedad? Si se siente ansiedad, es importante no restarle importancia. Si esas sensaciones te superan y te sientes incapaz de abordarla, busca ayuda profesional. En este sentido, la Tribu CSC y nuestro equipo de profesionales te pueden ser muy útiles. Entre ellos/as se encuentran las psicólogas Mamen Bueno y Elena Mesonero.

El calor y la salud mental en los niños y niñas

El calor afecta a todos, pero en el caso de los niños y niñas debemos prestar más atención, ya que son más susceptibles ante los efectos del calor extremo, como la deshidratación, el agotamiento por calor o incluso los golpes de calor. Su sistema de termo-regulación y sus capacidades fisiológicas se comportan de forma distinta a la de los adultos.

 

 

Según los expertos del Hospital Sant Joan de Déu, los mecanismos de sudoración y vasodilatación “no son tan eficientes” como en los adultos ya que

“tienen una mayor superficie de exposición al medio ambiente en relación con su masa corporal y una menor capacidad para regular su hidratación, puesto que su capacidad de beber líquidos y su respuesta a la deshidratación pueden ser más limitadas.”

En el caso de los bebés de menos de 6 meses, estos no pueden controlar bien su temperatura corporal, por ello es necesario controlarlos frecuentemente para asegurarnos de que están bien y ofrecerles más a menudo el pecho o el biberón (no está recomendado ofrecer agua a los bebés hasta aproximadamente los 6 meses, con el inicio de la alimentación complementaria). Por desgracia, no pueden expresarse porque no hablan.

Existen algunas  señales de deshidratación en bebés, como que:

• Mojan menos el pañal y la orina es más oscura.
• Las fontanelas están más hundidas.
• Sus labios y su boca muestran sequedad.
• Lloran más.
• Duermen peor.
• Se muestran más irritables o apáticos.

 

 

Algunos signos de insolación son:

• Piel caliente y seca.
• Respiración y ritmo cardíaco rápido.
• Falta de sudoración.

Pero, además de la deshidratación, la insolación o el agotamiento o la fatiga, el calor también afecta emocionalmente a los niños; aunque ellos no sepan expresarlo. Elena Mesonero, nuestra psicóloga infantil, subraya que “los adultos somos capaces de gestionar de manera más o menos adecuada nuestras emociones, pero los niños no son capaces de hacerlo. Tenemos que guiarles desde fuera”.

Algunas recomendaciones para ayudar a nuestros hijos

Para ello, según recomienda Elena Mesonero, primero “hay que entender lo que les pasa”. Es decir, si están más irritados, enfadados o incluso no tienen mucho apetito, el calor puede ser la respuesta. Como padres debemos procurarles, además, las mejores condiciones para que no pasen demasiado calor.

Evitar estar fuera de casa en las horas de más calor, vestirles con ropa fresca y que estén bien hidratados contribuye a su bienestar, explica nuestra experta.

 

 

También aconseja buscar “actividades refrescantes” como jugar en la bañera o hacer “ricos helados que pueden echar una mano para superar las olas de calor”. Y, sobre todo, finaliza Mesonero: “si están más irritables, mucha comprensión y paciencia”.

 

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