Los 16 alimentos que provocan más atragantamientos en los niños

Los atragantamientos suponen la segunda causa de muerte doméstica en niños de entre uno y tres años

La llegada de la alimentación complementaria trae consigo uno de los mayores temores de los padres: el riesgo de atragantamiento. No en vano, supone la segunda causa de muerte doméstica en niños de entre uno y tres años. Por ello, hay algunos alimentos que es mejor evitar o bien ofrecerlos de una forma concreta para facilitar su ingesta. Repasamos los alimentos que provocan más atragantamientos y cómo presentarlos para evitar el peligro

Alimentos que producen más atragantamientos

Debes tener en cuenta que los niños nunca deben comer solos. Hay que vigilarlos para poder socorrerles en caso de que necesiten ayuda. Por ello, es importante que coman sentados con la espalda recta y que lo hagan sin prisa, masticando con detenimiento.

Además, no deben reír o llorar mientras están comiendo por el riesgo de aspiración de la comida y que esta acabe en las vías respiratorias. También es recomendable saber cómo actuar en caso de atragantamiento ya que los primeros minutos pueden ser claves para salvarles la vida en caso de peligro.

 

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Zanahoria y manzana cruda

La zanahoria y la manzana suelen ser dos de los alimentos clásicos con los que comenzamos la alimentación complementaria. Sin embargo, debemos prestar especial atención a cómo la presentamos. Nunca debemos ofrecerlos crudos.

En el caso de la zanahoria podemos hervirla hasta que esté lo suficientemente blanda para que podamos aplastarla entre los dedos. Así, eliminamos cualquier posibilidad de atragantamiento en el bebé. Por su parte, la manzana es el alimento que más atragantamientos provoca en niños en España y asarla es una buena solución para acabar así con el peligro que supone ofrecerla cruda a los más pequeños, ya que debido a su textura dura, no se deshace y puede quedar atascada en la traquea de los peques.

 

 

Por otra parte, la forma correcta de presentar ambos alimentos a los peques es cocidas y cortadas en tiras largas y finas. Así los menores pueden cogerlas con las manitas y el grosor de su diámetro no supone ningún riesgo para su seguridad.

Salchichas

Probablemente, las salchichas sean uno de los alimentos más socorridos de la alimentación infantil, a pesar de ser uno de los más insalubres que existen. De hecho, se trata de carne procesada con grasas y sal, sin ningún beneficio nutricional.

A todo ello se suma que su forma cilíndrica la convierte en el elemento perfecto para quedarse atascada en la tráquea infantil, taponando completamente las vías respiratorias. De hecho, es uno de los alimentos que más mortalidad infantil causa en todo el mundo. Y cortarlas en rodajas incrementa todavía más ese riesgo. Son, por tanto, uno de los alimentos que provocan más atragantamientos en los niños.

 

salchicha

 

Como alternativa, puedes cortarlas a lo largo en lugar de hacerlo a lo ancho y volver a cortarlo para que queden medias rodajas. En cualquier caso, lo mejor es que elimines las salchichas del menú de tu pequeño.

Uvas, cerezas, aceitunas y tomates cherry

El tamaño de las uvas, cerezas, aceitunas y tomates cherry convierte a estos alimentos en idóneos para producir atragantamientos. Su consistencia dura provoca que se queden atascados en las vías respiratorias si el pequeño los traga por completo sin masticar.

Estos alimentos se pueden ofrecer siempre que se corten en vertical (como los gajos de una naranja) o en cuartos. En el caso de la uva, habría que pelarlas y quitar las pepitas, mientras que de las cerezas y las aceitunas deberíamos quitar el hueso.

 

BLW: alimentos prohibidos por riesgo de atragantamiento

 

Frutos secos enteros

Los frutos secos son muy recomendables para los bebés y los niños gracias a sus numerosas propiedades. Sin embargo, es cierto que tendemos a evitarlos por su alto riesgo de atragantamiento y por ser potencialmente alergénicos (aunque en la actualidad los expertos consideran que retrasar la introducción de alimentos aumenta aún más la probabilidad de desarrollar alergias).

Hasta hace poco se recomendaba la introducción de los frutos secos enteros (no triturados) a partir de los tres años. Sin embargo, la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha retrasado su introducción hasta los cinco años.

Esto no significa que los bebés no puedan consumir frutos secos. Los peques pueden consumir frutos secos, pero la clave es ofrecerlos triturados o en crema. Así, se pueden espolvorear sobre los trozos de comida en caso del BLW o bien sobre el puré si se ofrecen triturados. En el caso de la crema, siempre debe extenderse en algún alimento como pan, manzana asada o patata cocida. En ningún caso se debe dar sola a cucharadas, ya que al tener textura pegajosa tiende al atragantamiento.

 

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Caramelos duros, gominolas, malvaviscos y chicles

Los caramelos duros no suelen deshacerse en la boca. Su forma redondeada los convierte además en candidatos perfectos para quedar encajados en las vías respiratorias. Tampoco son productos saludables por su alto contenido en azúcar y otros ingredientes industriales, así que lo ideal es eliminarlos por completo, con lo que reduciremos también el riesgo de caries.

Aunque puede parecer que las gominolas y los malvaviscos (también conocidos como “nubes”) no entrañan peligro por su textura blanda, hay que prestarles también atención. No se deshacen fácilmente en la boca, lo que puede llevar a los pequeños a tragarlos enteros. Los malvaviscos además se pueden pegar a las vías respiratorias y son difíciles de despegar. Al igual que en el caso de los caramelos, lo mejor es evitarlos por su escaso valor nutricional y su alto porcentaje en azúcar.

 

 

Lo mismo ocurre con los chicles. Lo más probable es que un niño pequeño no sepa masticar un chicle y, por el contrario, sí lo puede tragar muy fácilmente obstruyendo las vías respiratorias.

Jamón y otros embutidos

El jamón y otros embutidos como el lomo embuchado no suelen desmenuzarse fácilmente en la boca, por lo que supone un riesgo ofrecerlos enteros a los menores de cinco años. Una buena solución es cortarlos en trozos muy pequeños, de forma que lo puedan coger fácilmente con las manos. De esta forma, reduciremos de forma considerable el riesgo de atragantamiento.

En cualquier caso, se trata de carnes procesadas, por lo que lo mejor es evitarlas en la medida de lo posible. En ningún caso se deben dar antes de los 12 meses.

Las palomitas de maíz

A pesar de que la presencia de las palomitas de maíz es bastante habitual en fiestas infantiles o en el cine, su ingesta supone un alto riesgo de atragantamiento para los menores y debería retrasarse hasta los cuatro o cinco años, tal y como recomienda la AEP.

 

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Carne muy dura en trozos

Tenemos que ofrecer la carne siempre sin hueso y debemos cortarla de forma que el bebé pueda cogerla fácilmente y llevársela a la boca. La carne no debe estar dura, sino más bien blandita para que sea fácil de gestionar por el bebé y, en caso de atragantamiento, pueda volver a la boca con las arcadas espontáneas que ellos mismos producen para tal fin.

Pescado con espinas

Con el pescado debemos tener especial cuidado no tanto por el riesgo de atragantamiento como por la presencia de las espinas. Estas pueden clavarse fácilmente ocasionando daños en el pequeño. Por ello, la idea es ofrecer pescados que se deshagan fácilmente y cortados en trozos pequeños. Además, hay que comprobar que hemos retirado todas las espinas.

 

Los primeros pescados: cuáles son mejores y cómo dárselos

 

A partir de los seis meses, pueden comer todo tipo de pescados, excepto los de grandes dimensiones (como el atún rojo, el emperador, pez espada, lucio, cazón, tintorera…), por su alto contenido en mercurio. En este caso, su introducción se retrasa hasta los 10 años.

El metilmercurio se acumula en grandes proporciones en los pescados de mayor tamaño, siendo capaz de concentrarse en el organismo y resultando tóxico para la salud humana. En el caso de los niños pequeños, puede llegar a perjudicarles seriamente, ya que afecta al sistema nervioso central en desarrollo. También tiene consecuencias en los sistemas digestivo e inmune, en los pulmones, los riñones, la piel y los ojos.

 

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