Separar a las madres con COVID de sus bebés causaría 67 veces más muertes entre los niños que el virus

Un estudio revela los riesgos de separar a los recién nacidos de sus madres durante la pandemia de COVID-19. La OMS señala que dejar que las madres y sus bebés permanezcan juntos podría salvar más de 125.000 vidas

Investigadores de la OMS se apoyan en la evidencia científica actual para asegurar que las madres con Covid-19 deben ser alentadas a iniciar y continuar la lactancia materna y no deben ser separadas de sus bebés, a menos que la madre esté demasiado enferma para cuidar de ellos.

De hecho, las muertes entre los bebés afectados por una política de separación y no lactancia serían casi 70 veces mayores que la mortalidad potencialmente atribuible al coronavirus. 

Son las conclusiones del estudio publicado en The Lancet llevado a cabo por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y sus asociados, que demuestra que la pandemia de COVID-19 está socavando gravemente la calidad de la atención a los neonatos con bajo peso al nacer o problemas de salud, lo cual da lugar a defunciones y a un sufrimiento innecesarios

El contacto estrecho entre el recién nacido y sus progenitores tras el parto es de vital importancia

El estudio, que se ha publicado en The Lancet Eclinical Medicine, subraya la “vital importancia” del contacto estrecho entre el recién nacido y sus progenitores tras el parto, sobre todo para los prematuros o de bajo peso. Sin embargo, en muchos países se separa a los recién nacidos de sus madres si se sospecha o confirma la presencia de COVID-19, lo cual aumenta el riesgo de muerte y de complicaciones para toda la vida. 

 

 

De acuerdo con el informe, este riesgo aumenta cuando no se aplica el “método de la madre canguro”, que implica que el recién nacido permanezca en contacto estrecho con uno de los progenitores (normalmente, la madre). Según la OMS:

“Si el método de la madre canguro se aplicara siempre, se podrían salvar hasta 125.000 vidas de recién nacidos. El contacto inmediato y prolongado piel con piel con uno de los progenitores y la lactancia materna exclusiva son especialmente importantes para los bebés prematuros o de bajo peso y se ha comprobado que reduce la mortalidad infantil al menos en un 40%, la hipotermia en más de un 70% y las infecciones graves en un 65%.

La OMS recomienda encarecidamente a todos los lactantes y niños pequeños la lactancia materna exclusiva y continua, el contacto piel a piel iniciado en la primera hora del parto y la atención receptiva. El cuidado materno canguro también se recomienda especialmente para todos los recién nacidos con bajo peso al nacer.

 

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Sin embargo, la falta de un criterio unificado entre especialistas ha provocado colapsos en el sistema sanitario y políticas de actuación diferentes que, en algunos casos, ponen en riesgo la salud de los bebés. El Dr. Anshu Banerjee, Director del Departamento de Salud de la Madre, el Recién Nacido, el Niño y el Adolescente y de Envejecimiento de la OMS, comenta:

“Las interrupciones en los servicios sanitarios esenciales durante la pandemia de COVID-19 han afectado gravemente a la calidad de la atención a algunos de los recién nacidos más frágiles y ha dificultado que gocen del derecho de mantener el contacto vital con sus padres que necesitan. Si no actuamos ahora para proteger y mejorar la calidad de la atención a las madres y los recién nacidos y para ampliar la cobertura de intervenciones que salvan vidas, como el método de la madre canguro, pueden perderse décadas de progresos en las que hemos reducido la tasa de defunciones infantiles.” 

La OMS recomienda mantener al niño en la misma habitación que la madre desde su nacimiento para que esta pueda amamantarlo y mantener el contacto piel con piel, incluso en los casos en que se sospeche o se confirme la presencia de COVID-19. Además, también se aconseja asesorar a la madre para que aplique las medidas adecuadas de prevención de las infecciones. 

 

 

Por su parte, Queen Dube, Directora de Salud del Ministerio de Salud de Malawi y una de las autoras del informe, explica que los riesgos de separar a los bebés de sus madres son mucho mayores que una posible infección por coronavirus:

“Hemos de prestar mucha más atención para que los profesionales de la salud y los responsables políticos de todo el mundo sepan que las madres y los niños deben estar juntos en esos primeros días cruciales, especialmente en el caso de los bebés de bajo peso o prematuros. El método de la madre canguro es una de las formas más rentables y eficaces de proteger a los neonatos de bajo peso o prematuros. Nuestro análisis demuestra que los riesgos de no aplicarlo superan con creces la baja probabilidad de que un recién nacido enferme gravemente por COVID-19“. 

Para la OMS “resulta muy preocupante” que, de acuerdo con las pruebas disponibles por el organismo, “es muy posible que ya se hayan estado aplicando restricciones al uso de este método“. Los resultados de su revisión sistemática de 20 directrices clínicas publicadas en 17 países durante la pandemia de COVID-19 indican que, “en una tercera parte, estas directrices recomendaban separar al recién nacido de su madre si esta tenía COVID-19 o mostraba signos de esta enfermedad”.

 

 

Por otra parte, “en una encuesta mundial realizada a miles de profesionales de la asistencia neonatal publicada en un artículo conexo en la revista British Medical Journal (BMJ) Global Health, se observó que dos tercios de los trabajadores de la salud de los 62 países participantes informaron de que no permiten que las madres con COVID-19 presunta o confirmada practiquen el contacto piel con piel, mientras que casi una cuarta parte veta la lactancia materna, incluso cuando la cuidadora del niño no está infectada“. 

Recomendaciones diferentes, madres confundidas, bebés perjudicados

Los autores del estudio resaltan que la pandemia de COVID-19 ha generado preocupación sobre la posibilidad y los efectos de la transmisión maternoinfantil del SARS-CoV-2 a través de la lactancia materna y el contacto cercano. Esto, junto a la insuficiencia de la evidencia disponible, ha dado lugar a recomendaciones diferentes por parte de las asociaciones profesionales de la salud y las autoridades sanitarias nacionales.

Una revisión Cochrane de 19 políticas nacionales informó que no había consenso sobre si la lactancia materna debería estar contraindicada entre las madres con COVID-19 confirmado o sospechado e incluso entre las madres asintomáticas con estado de COVID-19 desconocido. Los informes de ARN del SARS-CoV-2 en la leche materna, incluso sin evidencia de transmisión, han alimentado la incertidumbre y la ansiedad e incluso han llevado a algunos autores a recomendar no amamantar.

 

 

Por lo tanto, los trabajadores sanitarios están confundidos acerca de las recomendaciones adecuadas de alimentación y cuidado infantil. En algunos entornos, las políticas locales para prevenir COVID-19 han provocado retrasos en el inicio y la interrupción de la lactancia materna incluso entre las madres con estado desconocido de COVID-19.
Además, los autores del estudio señalan que la industria de sucedáneos de la leche materna está explotando atrozmente la pandemia y las brechas de evidencia relacionadas y las ansiedades como una oportunidad de mercadeo.

Sin embargo, la evidencia de alta calidad ha demostrado los beneficios del contacto piel con piel y la lactancia materna en relación con la supervivencia, la salud y el desarrollo infantil. Sin embargo, no se ha demostrado la transmisión maternoinfantil a través de la leche materna. Los autores del informe destacan su preocupación por las madres que están “confundidas por la falta de mensajes de salud precisos o mediante el marketing oportunista de la industria de sucedáneos de la leche materna“.

Lo que nos dice la evidencia científica: “Las madres con COVID-19 deben ser alentadas a iniciar y continuar la lactancia materna”

Los estudios realizados hasta la fecha indican que en la mayoría de los casos los recién nacidos infectados con el virus que causa la COVID-19 no presentan síntomas o que estos son leves, y que el riesgo de muerte neonatal es bajo. De acuerdo con este nuevo estudio, el riesgo de que los recién nacidos se infectaran por este virus provocaría menos de 2.000 defunciones. Sin embargo, “las infecciones durante el embarazo pueden aumentar el riesgo de parto prematuro, lo cual pone todavía más de manifiesto la importancia de atender adecuadamente a los bebés prematuros y a sus madres y padres durante esta pandemia“. 

 

 

Según las estimaciones más recientes de la OMS, cada año nacen 15 millones de niños prematuros (es decir, antes de las 37 semanas de gestación) y 21 millones de neonatos presentan un peso bajo al nacer (menos de 2,5 kg). “Estos niños corren el riesgo de sufrir graves perjuicios para su salud, como discapacidades, retrasos en el desarrollo e infecciones. Además, las complicaciones relacionadas con la prematuridad son la principal causa de defunción entre los recién nacidos y los niños menores de cinco años”. 

Por todo esto, la OMS, sobre la base de la evidencia disponible, recomienda que “las madres con COVID-19 presunto o confirmado deben ser alentadas a iniciar y continuar la lactancia materna”, mientras se implementan medidas de control de infecciones, y “no deben ser separadas de sus bebés a menos que la madre esté demasiado enferma para cuidar a su bebé ”.

 

 

Además, el organismo señala que la gravedad de las infecciones por COVID-19 es mucho menor en los bebés que en los adultos y que el “COVID-19 en bebés y niños representa un riesgo mucho menor para la supervivencia y la salud que las otras infecciones y afecciones contra las que protege la lactancia” . Sin embargo, algunas agencias de salud han recomendado separar a los bebés de las madres con SARS-CoV-2 (presunto o confirmado) y evitar la lactancia materna.

Las muertes entre los bebés afectados por una política de separación y no lactancia serían al menos 67 veces mayores que la mortalidad potencialmente atribuible al COVID-19

Según la evidencia existente, la OMS resalta que “las muertes entre los bebés afectados por una política de separación y no lactancia serían al menos 67 veces mayores que la mortalidad potencialmente atribuible al COVID-19“, y añade:
“Suponiendo un 30% de transmisión, sería necesario evitar el contacto madre-hijo y la lactancia materna entre 3.700 bebés para evitar una sola muerte atribuible a COVID-19, es decir, la cantidad de bebés recién nacidos y bebés que podrían estar expuestos a una política que requiera separación y Lactancia materna en caso de infección materna por SARS-CoV-2 dividido por el número de muertes atribuibles a COVID-19.

Según los datos de este último estudio, en el que los investigadores suponen una mayor incidencia, transmisión y mortalidad asociadas con COVID-19 entre los recién nacidos y los lactantes de lo que se ha informado hasta la fecha, los autores del informe manifiestan que “esta estimación es casi con certeza una subestimación del efecto sobre la mortalidad de una política que separaría a las madres de sus recién nacidos e interrumpir la lactancia materna”.

 

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La OMS y sus colaboradores también se lamentan del efecto sobre la salud materno-infantil de los mensajes contradictorios:

La pandemia de COVID-19 muestra cómo la evidencia con respecto a las prácticas de alimentación y cuidado infantil puede evaluarse de manera inconsistente. La falta de consenso en las recomendaciones y los mensajes de salud pública sugiere que la aversión al riesgo de los posibles efectos del COVID-19 ha superado la consideración de los beneficios para la supervivencia y la salud que el contacto piel a piel y la lactancia materna ofrecen a los recién nacidos y los bebés pequeños.”

“La política de salud pública debería basarse en pruebas”

Incluso en ausencia de datos de alta calidad, los autores del estudio resaltan que “la política de salud pública debería, en la medida de lo posible, basarse en pruebas” y aseguran que aunque el ARN del SARS-CoV-2 se ha detectado de forma intermitente en la leche materna, no se ha informado de virus con capacidad de replicación capaz de infectar otras células y presumiblemente capaz de provocar la transmisión.
 
 
 

Sin embargo, sí hay evidencia de los beneficios de la lactancia materna exclusiva y continua y el uso de leche materna, por ejemplo, para bebés con enterocolitis necrotizante y para reducir las hospitalizaciones por enfermedades infecciosas, que probablemente también superen en gran medida los riesgos de COVID-19 en bebés y niños pequeños:

“La presencia de ARN del SARS-CoV-2 en la leche materna es una observación importante, pero las decisiones de salud pública que se basan únicamente en este hallazgo no están justificadas. Sin embargo, los efectos adversos de los retrasos e interrupciones de la lactancia materna pueden extenderse más allá de cualquier período de cese transitorio relacionado con el riesgo de infección por SARS-CoV-2.”

A menos que se disponga de asesoramiento y apoyo especializado en lactancia materna para ayudar a restablecer la lactancia materna, los investigadores alertan de la probabilidad de que la interrupción temporal disminuya las tasas y la duración de la lactancia materna continua.

 

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También ponen en relieve la importancia del asesoramiento y el apoyo a la lactancia: “Los servicios de rutina se han visto interrumpidos por la pandemia en la mayoría de los entornos y es muy probable que la cobertura del asesoramiento sobre lactancia materna también se haya visto afectada”.

En este sentido, consideran que se necesitarían tasas de transmisión de Covid-19 mucho más altas para justificar una política de separación y no lactancia. Además, subrayan el hecho de que la separación del bebé de una madre con COVID-19 no elimina necesariamente todos los riesgos de transmisión para el bebé:

La transmisión también puede ocurrir por la exposición a cuidadores infectados pero asintomáticos en el hogar, en los establecimientos de salud o en la comunidad. En encuestas nacionales brasileñas, 13 (35%) de 37 familiares de los participantes que dieron positivo en anticuerpos contra el SARS-CoV-2 también dieron positivo, de lo que se infiere que para implementar efectivamente una política de separación, los bebés tendrían que ser retirados de sus hogares, lo cual es claramente poco realista.”

 

 

Asimismo, la OMS y sus colaboradores insisten en que es probable que los componentes de la leche materna como IgA, lactoferrina y otras moléculas antiinfecciosas (p. Ej., Inhibidor de la proteasa leucocitaria secretora y lisozimas) proporcionen una amplia protección contra la invasión viral.

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