Complicaciones de la placenta previa

Aunque se da en uno de cada 200 embarazos, se desconoce su causa exacta

Artículo publicado el 13 Oct 2021 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 3 febrero, 2024

Hasta hace pocos años, se consideraba placenta previa aquella que se inserta en la parte inferior del útero, llamada segmento inferior. Actualmente esa descripción se ha modificado y llamamos placenta previa solo a aquella que cubre total o parcialmente la abertura del cuello uterino (ACOG, AIUM).

¿Qué significa tener placenta previa?

Si imaginamos el útero como un globo hinchado con el nudo hacia abajo, la placenta cubriría esa zona del nudo por la parte interna en mayor o menor medida. Se da en uno de cada 200 embarazos, su incidencia es variable en la población mundial y no se conoce con exactitud el motivo por el que el embrión elige esa zona para implantarse, aunque hay factores que predisponen a sufrirla.

 

 

Se da en mayor medida en el caso de mujeres con malformaciones uterinas, varias gestaciones previas, embarazos múltiples, usuarias de técnicas de reproducción asistida, mayores de 35 años o con cirugías uterinas como la cesárea. De hecho, su incidencia se ha elevado en los últimos años debido al aumento del número de cesáreas y del uso de técnicas como la fecundación in vitro.

Otro factor importante que predispone a sufrir placenta previa es el consumo de tóxicos como el tabaco, relacionado directamente con la afectación al funcionamiento y formación de la placenta.

¿Es lo mismo placenta previa que placenta baja?

Si tomamos como referencia las clasificaciones más actualizadas, la placenta de inserción baja se refiere a aquella que está a menos de dos centímetros de orificio cervical. Es decir, está cerca, pero no lo tapona. El 90% de las placentas denominadas bajas en el segundo trimestre, migrarán solas hacia arriba separándose del cuello antes del tercer trimestre debido al crecimiento uterino y al aumento de aporte sanguíneo en el fondo de este, acompañado de una disminución en la parte inferior. Por tanto, si en la ecografía de las 20 semanas tu placenta estaba baja, tranquila, lo más probable es que suba y no suponga mayores complicaciones.

 

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Hay otra variante que es la placenta marginal, en este caso llega al borde del orificio cervical interno, pero no lo sobrepasa. El riesgo de sangrado es mayor y la migración es menos frecuente, pero dependiendo de las semanas a las que se haya diagnosticado, aún puede migrar algún centímetro.

Complicaciones durante el embarazo: El sangrado

El síntoma más común de placenta previa, es el sangrado espontáneo, indoloro y rojo brillante durante el segundo y tercer trimestre. Aunque no siempre está presente, en el 10% de los casos se presenta de forma totalmente asintomática. Y esta es precisamente una de las complicaciones que pueden surgir: una hemorragia.

Si hay contracciones y la zona inferior del útero y el cérvix se modifican, pueden llegar a provocar un desprendimiento parcial de la placenta y, por tanto, un sangrado. Este puede ser leve, moderado o muy severo. Cuando el sangrado es leve y cede de forma espontánea, sin estar acompañado de dinámica uterina, es posible que te den el alta y esperen hasta las 36-37 semanas para programar la cesárea.

 

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En cambio, si la hemorragia no se consigue controlar y corre peligro tu bienestar y el del bebé puede que no sea conveniente demorar su nacimiento, pudiendo llegar incluso a tener que hacer una histerectomía. Por supuesto, las probabilidades de que esto te pase son extremadamente bajas (menores a un 0,2%).

La mayoría de veces, la cesárea transcurre de forma normal, todo el equipo está preparado por si hubiera un sangrado excesivo para poner en práctica distintas técnicas si fuera necesario para asegurarse de controlarlo, con las mínimas secuelas posibles.

Este tipo de complicaciones son más frecuentes cuando la placenta se ha insertado no solo demasiado abajo, sino también demasiado profundo o de forma incorrecta.

Los trastornos de placenta acreta

Como os decía, en este caso la placenta se adhiere al miometrio (capa muscular del útero) de forma anormal, digamos por simplificar que profundiza demasiado y no le resulta fácil desprenderse tras el parto, generando mayor riesgo de hemorragia y otras complicaciones derivadas de ello.

Hay varios niveles de gravedad y no siempre están relacionadas con la placenta previa, pero en un porcentaje considerable de ocasiones, estas dos situaciones se dan juntas. De hecho, para hacernos una idea, la incidencia de placenta acreta (adherida de forma demasiado profunda) en el embarazo normal es de 1,7/10.000 pero sube a 577/10.000 si la mujer tiene placenta previa y cesárea anterior.

 

 

El hecho de tener una o más cesáreas anteriores, no solo aumenta las posibilidades de tener placenta previa, sino que, de tenerla, además es más probable que al adherirse en el tejido cicatricial, lo haga de una forma anómala dando lugar a algún trastorno de este tipo.

Con cada cesárea, aumenta el riesgo de sufrir placenta previa, siendo bajo si solo ha habido una (3%) hasta un 67% si ha habido más de cuatro, cosa muy poco frecuente.

Riesgos para el bebé

A parte de los derivados de una hemorragia o un desprendimiento de placenta si se desencadenara el parto de forma brusca, la placenta previa se ha relacionado con un aumento del riesgo de prematuridad (en parte provocada por el hecho de evitar precisamente ese inicio del parto), peso bajo al nacer y crecimiento intrauterino retardado, puntuación en el test de APGAR más baja y mayor probabilidad de distrés respiratorio.

 

 

Todas estas dificultades van de la mano, al final un bebé prematuro no se adapta con tanta facilidad a la vida extrauterina y suelen pesar poquito. O, por ejemplo, un bebé cuya madre a sufrido una hemorragia intensa o un desprendimiento de placenta, es probable que tengan un APGAR bajo y problemas respiratorios.

Es decir, estas complicaciones (salvo el CIR) están directamente relacionadas con las complicaciones asociadas a estos procesos. Cuando una mujer tiene placenta previa asintomática y se puede esperar a programar la cesárea hasta la semana 37, estas complicaciones son mucho menos frecuentes.

Finalización del embarazo

Hemos hablado ya de que no nos interesa que el parto comience de forma espontánea para disminuir el riesgo de hemorragia al despegarse el cuello uterino de la placenta a medida que se intensifican las contracciones. Por ello, la vía de nacimiento de elección en caso de placenta previa será la cesárea programada alrededor de la semana 37.

 

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Los protocolos más laxos hablan de que se puede esperar incluso hasta la 38 en caso de no haber sintomatología ni signos que hagan sospechar de que el parto se puede desencadenar de forma precoz, aunque eso no siempre se puede prever.

En general es probable que te planteen realizar una cesárea entre las semanas 36 y 37 de gestación, salvo que la situación requiera actuar antes. Solamente se considera una opción segura el parto vaginal en el caso de la placenta sea de inserción baja (entre 11 y 20 mm del orificio cervical) a las 36 semanas, con unos resultados de éxito del 70%.

Cuidados en el embarazo

Seguramente te estés preguntando, qué puedes hacer para evitar todas estas complicaciones… Voy a contarte todo lo que está en tu mano hacer, pero hay cosas que se escapan a nuestro control y no nos queda más que confiar en que todo vaya bien, que es lo más probable.

 

 

Evita el tabaco y los tóxicos. Si necesitas ayuda para dejarlo, habla con tu matrona para que te ayude y valore tu situación personal.

Hace no demasiado, se aconsejaba el reposo absoluto durante el embarazo si había placenta previa, pero actualmente se tiende cada vez menos a utilizar esta medida tan drástica porque tiene un impacto nada despreciable en la salud de la mujer, del embarazo y del bebé, dejándola solo como opción en casos extremos.

Por ejemplo, las recomendaciones generales si no tienes síntomas o si has tenido un sangrado leve que ya ha revertido sin problema, son que realices un reposo relativo, evitando ejercicio moderado e intenso, no levantar cargas pesadas ni estar de pie demasiadas horas.

 

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Se recomienda también, evitar la actividad sexual con penetración y en algunas guías como UptoDate (2020) desaconsejan incluso los orgasmos a partir de la semana 20. Quizá esta medida me parezca un tanto exagerada, ya que las contracciones derivadas de un orgasmo son autolimitadas en el tiempo y no han demostrado estar relacionadas con el aumento de riesgo de parto prematuro.

Se desaconseja también la realización de tactos vaginales ya que aumenta la posibilidad de hemorragia y desprendimiento placentario.

Ten en cuenta que, ante cualquier sangrado, dolor o el comienzo de contracciones uterinas frecuentes o dolorosas, lo más recomendable es avisar a alguien para que te acerque al hospital y puedan comprobar que está todo bien, sobre todo si vives lejos.

 

 

Y, por último, si tienes placenta previa y me estás leyendo, te deseo de todo corazón que, a pesar de la incertidumbre y el miedo (porque no decirlo) que puede causar su diagnóstico, puedas disfrutar de momentos maravillosos en tu embarazo, incluso aunque este no haya transcurrido como esperabas

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