Una mala alimentación acorta la infancia de nuestros hijos

Artículo publicado el 13 Feb 2023 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 16 marzo, 2024

Una alimentación sana y equilibrada es básica para el desarrollo de niños y niñas. Los menores necesitan una buena ingesta de alimentos saludables para su desarrollo físico y mental. Lo contrario tiene consecuencias para ellos. De hecho, diversos estudios relacionan una mala alimentación infantil con la pubertad precoz.

Una alimentación equilibrada en la infancia es fundamental para el desarrollo de nuestros hijos. La lactancia materna y la introducción de la alimentación complementaria de forma adecuada son claves para la salud de niños y niñas.

¿Cómo influye la alimentación en el inicio de la pubertad?

La pubertad es el momento de la vida cuando un niño o una niña madura sexualmente. Es un proceso que suele ocurrir entre los 8 y 12 años en las niñas y a partir de los 9 a 14 en los niños. Causa cambios físicos y afecta a niños y niñas de manera distinta.

Cuando una niña o niño empieza a madurar sexualmente antes de esa edad se habla de pubertad precoz. Existen investigaciones que demuestran que la pubertad se ha ido adelantando en niños y niñas en las últimas décadas. Concretamente una media de tres meses cada década desde los años 70, según un estudio publicado en la revista “Jama Pediatrics”.

 

 

Se trata de un estudio centrado en las niñas y el desarrollo del pecho o telarquia. Las causas de ese adelanto aún son objeto de estudios; pero los expertos apuntan a que una mala alimentación infantil, concretamente obesidad infantil, y ciertos disruptores endocrinos presentes en todo tipo de productos de uso cotidiano (incluidos alimentos), están detrás de este fenómeno.

La mala alimentación infantil, por tanto, adelanta la siguiente fase (la adolescencia) y puede llevar a un envejecimiento acelerado como explican en este artículo de “El País”.

Mala alimentación infantil: La leptina y la insulina

El paso de la infancia a la adultez está marcado por el desarrollo sexual. Esto implica un proceso rápido de crecimiento que exige mucha energía. La pubertad está relacionada con cómo las hormonas utilizan esa energía y con los cambios en la función metabólica.

Hay distintos factores implicados en la llegada de la pubertad. Uno de ellos es precisamente el estado nutricional y la masa de grasa corporal. En este punto juega un factor fundamental la leptina. Esta es una hormona metabólica prototípica que es secretada por el tejido adiposo. Cuanto más tejido adiposo haya, más leptina habrá circulando en la sangre.

 

 

Esta hormona está detrás de las señales de saciedad en el cerebro. Es decir, permite al cuerpo saber si ha comido suficiente o no. Pero también determina cuándo hay suficiente grasa corporal para avanzar en el desarrollo sexual. La leptina impulsa las hormonas del cerebro que promueven la pubertad.

La leptina está regulada e influida por la insulina (y al revés). Y esta se ve aumentada por el consumo de carbohidratos refinados tan presentes en los alimentos que más se consumen actualmente. Así que si se consumen mucho alimentos con azúcar (carbohidratos refinados) estos aumentan la producción de insulina, esta estimula la producción de leptinas de las células grasas, y luego se activa la producción de hormonas sexuales precursoras en el cerebro y luego en las gónadas (glándulas genitales).

¿Qué deberían comer los niños para evitar una mala alimentación infantil?

Si seguimos las recomendaciones del plato saludable para niños de la Universidad de Harvard, la clave está en alternar macronutrientes (carbohidratos, proteínas y grasas) con micronutrientes (vitaminas y minerales).

La mitad del plato debe estar formada por verduras y frutas y la otra mitad por granos enteros y proteínas saludables. Sobre los vegetales, hay que tener en cuenta que las patatas no son verdura. La fruta, mejor entera o en trozos (se deben evitar los zumos).

 

 

Los granos han de ser integrales o enteros: trigo integral, arroz integral, quinoa y pasta y pan hecho a partir de estos alimentos. Además de pescado, huevos y aves, los niños y niñas pueden obtener proteínas de legumbres como lentejas, garbanzos, habichuelas, guisantes secos… Y también de los frutos secos como las almendras, nueces, etc.

Hay que limitar el consumo de carnes rojas y, como decía antes, evitar los embutidos. En cuanto al aceite, que sea de oliva virgen extra prioritariamente, y si es crudo, mejor.

La lactancia materna es el alimento más recomendado para los bebés y, después, leche y derivados sin sabores añadidos y cantidades pequeñas de queso y otros lácteos sin azúcar.

En cualquier caso, si tienes dudas, quieres más información o necesitas asesoramiento profesional, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil y crianza respetuosa. Entre ellos/as se encuentra la pediatra Gloria Colli y la dietista-nutricionista Rebeca Pastor.

“Actualmente los peores productos (galletas, batidos, refrescos, patatas fritas, pan blanco…) son consumidos de forma diaria por niños y adolescentes, haciendo que sientan que forma parte de su vida. Generamos un hábito para ellos por el hecho de comprarlos ‘por si un día le apetece’.

Comer alimentos de este tipo no genera el cambio en su pubertud, si se come de forma puntual, pero de forma habitual y normalizada hará que aparezcan los problemas“, explica Rebeca Pastor.

¿Qué alimentos pueden adelantar la pubertad?

Pues, por ejemplo, las bebidas azucaradas. En 2015 investigadores de la Universidad de Harvard publicaron un artículo que recoge que el consumo de este tipo de bebidas puede adelantar la llegada de la regla en las niñas.

 

 

Los investigadores siguieron a un grupo de niñas entre 1996 y 2001. Descubrieron que aquellas que habían consumido 1,5 refrescos al día tenían su regla 2,7 meses antes de las que bebían ocasionalmente bebidas azucaradas. Y el efecto era independiente al índice de masa corporal (IMC), a la altura, la actividad física o la ingesta de otro tipo de alimentos.

Los dulces y los helados; los embutidos; el pan blanco; la margarina; los congelados; las patatas fritas; las salsas preparadas, etc. forman parte de esa mala alimentación infantil que puede derivar en una pubertad precoz.

A medida que nuestros hijos crecen, las necesidades energéticas irán en aumento. Según la Academia Americana de Pediatría, alrededor de los 10 años se produce el crecimiento repentino de la pubertad. Y los cuerpos de nuestros/as hijos/as necesitarán de media 2.800 calorías en el caso de los niños; y 2.200 en el de las niñas.

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