¿Qué factores inmunológicos tiene la leche materna?

Artículo publicado el 12 Feb 2022 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 7 agosto, 2022

La leche materna no solo alimenta al bebé, protege su salud. Cada vez más estudios científicos demuestran que existe una relación directa entre el estado de salud del niño/a y la composición de la leche de su madre. Esta incluso cambia cuando el peque está enfermo y produce anticuerpos para protegerlo. Pero, ¿cuáles son los factores inmunológicos de la leche materna? Os hablamos de ellos en la Semana Mundial de la Lactancia Materna.

Inmunidad gracias a la lactancia materna

“El fortalecimiento del bebé por la lactancia materna es muy complejo porque no solo traspasa anticuerpos, sino que las proteínas tienen varias labores: nutritiva, protección contra enfermedades y también de enseñanza de sistema inmune”, resume Inma Mellado, consultora de lactancia materna y una de las profesionales de Criar Con Sentido Común que apoya y ayuda a diario a cientos de madres de la Tribu CSC.

De hecho, la leche materna contiene hasta 400 tipos de proteínas. Y estas, tal y como subraya nuestra experta, protegen contra enfermedades, facilita la absorción de nutrientes, modula la respuesta inflamatoria del organismo y participa en al actividad enzimática. Como vemos, la leche materna tiene múltiples beneficios.

 

 

Por otro lado, la lactancia materna tiene una función vital en el desarrollo de la microbiota intestinal del bebé. El recién nacido permanece estéril dentro del cuerpo de su madre, pero desde el nacimiento comienza a tener contacto con miles de microorganismos que van creando la microbiota.

“La lactancia materna ayuda a establecer la microbiota correcta. Lleva ‘comida’ para que se desarrollen los microorganismos buenos y no los malos. Y enseñan al organismo a luchar contra las enfermedades“, dice nuestra experta.

El sistema inmune del recién nacido es muy inmaduro y se expone a gran cantidad de microorganismos extraños. El 90% de las infecciones que nos afectan utilizan las mucosas como puerta de entrada; así que la capacidad de ofrecer protección inmunológica de la leche materna es de vital importancia durante el periodo neonatal.

Una composición cambiante según la edad, la hora del día o la nutrición de la madre

La leche materna no permanece inamovible sino que es un fluido dinámico y cambiante. Y esas variaciones responden a distintos factores: la edad del bebé, el momento del día de la toma, la alimentación de la madre, pero también tiene capacidad de cambiar para adaptarse a las necesidades del niño/a (por ejemplo, si se pone enfermo/a).

Se pueden distinguir tres tipos: el calostro, la leche de transición y la leche madura. Según este artículo de investigadores de la Universidad de Granada, el precalostro (último trimestre de embarazo) se caracteriza por “exudado plasmático, células, inmunoglobulinas, lactoferrina, seroalbúmina, cloro, sodio y lactosa”.

Le seguirá el calostro cuya densidad en más alta y posee un bajo contenido en grasas y lactosa, para adaptarse a “las necesidades calóricas” del bebé en los primeros días. “Tiene alto contenido en inmunoglobulinas, proteínas, minerales, lactorferrina y leucocitos”, manifiesta Mellado.

 

 

La leche de transición disminuye en cierta medida la concentración de inmunoglobulinas y proteínas e incrementa la de lactosa y grasas. Suele durar hasta la segunda semana del postparto.

Por último, la leche madura se produce a partir de la tercera semana del postparto. Al igual que las otras, va experimentando variaciones. Tiene más proteínas, ácido sálico, vitaminas liposolubles E, A, K y carotenos. Destaca, por otro lado, su alto contenido en minerales, sodio, zinc, hierro, azufre, potasio, selenio y manganeso. 

Factores inmunológicos de la leche materna

El estudio de la Universidad de Granada, que es una revisión sistemática de 21 artículos científicos sobre los factores inmunológicos de la leche materna, señala que las células de la leche provienen de la glándula mamaria y de la circulación sanguínea de la madre.

Los principales factores inmunológicos de la leche materna son, según estos investigadores:

Inmunoglobulina A secretora (IgAs)

Es el anticuerpo principal que proporciona inmunidad al lactante. De hecho, es el tipo de inmunoglobulina más abundante en la leche materna. Está presente en diferentes mucosas y se caracteriza por resistir la digestión por parte de las enzimas digestivas.

 

 

Eso le permite llegar al intestino y desarrollar en él su labor protectora: destruye el germen, impide que se adhiera a la pared intestinal y en otros casos destruye las toxinas que segregan cierto tipo de microbios. Su transmisión es importantísima porque un bebé no es capaz de fabricarla por si solo.

Lactoferrina humana

Producida por las células epiteliares mamarias y secretada a través de la leche. Su función es conferir inmunidad en la vía temprana, hasta que el sistema inmunológico del bebé “se hace competente”. No solo facilita la absorción del hierro de la leche materna, sino que que dificulta que crezcan bacterias nocivas, como E.coli, y favorece que crezcan bacterias beneficiosas para el bebé.

Citocinas y factores inmunomoduladores

Estas son cruciales para controlar el crecimiento y la actividad de otras células del sistema inmunitario y las células sanguíneas. La presencia de citocinas varía. Por ejemplo las concentraciones son “máximas” hasta las 48 horas del postparto. Las complicaciones en embarazo o durante el parto pueden ser determinantes en la presencia de estas proteínas. Algunos estudios apuntan a que estos factores inmunológicos protegen la mucosa intestinal del lactante.

 

 

Oligosacáridos y glicanos

“Ejercen un efecto prebiótico y estimulador del sistema inmune del neonato”. Según el artículo, dos cepas de probióticos, los lactobacilos L fermentum y L salivarius también se han detectado en la leche humana “y muestran efectos inmunomoduladores opuestos (el primero inmunoestimuladore y el segundo, antiinflamatorio)”.

Leucocitos

La presencia de estas células inmunológicas varía según la etapa de la lactancia materna. Los leucocitos se encargan de defender al organismo de las infecciones.

Célula T

Recientemente también se ha demostrado que la exposición a las células maternas a través de la leche aumenta las células T (células reguladoras Treg) en el recién nacido. Las células T o linfocitos T se forman a partir de células madre de la médula ósea.

Se encargan de  identificar y acabar con los patógenos invasores o con células tumorales. Cada célula T puede reconocer un objetivo diferente por lo que son muy específicas, y pueden mantenerse durante mucho tiempo en la sangre. 

¿Por qué cuando a un niño se le da de lactar desarrolla inmunidad pasiva?

Mientras la inmunidad activa se produce cuando pasamos una enfermedad o nos vacunan, la inmunidad pasiva supone la recepción de anticuerpos de otra persona. Y la forma natural de recibir esa inmunidad es a través de la madre gracias a los factores inmunológicos de la leche materna.

 

 

La madre transmite al feto anticuerpos y glóbulos blancos durante el embarazo para combatir a los patógenos que pueden atravesar la placenta. Luego, a través del calostro, que es rico en anticuerpos, el bebé recibe en los primeros días la protección que necesita y que se irá completando en las siguientes semanas y meses con la leche materna.

Hay estudios que indican que incluso la composición de la leche se modifica en función de la salud del peque. Si este tiene una infección activa, aumenta la producción de anticuerpos en la leche materna. Gracias a la lactancia materna, las madres vacunadas contra el coronavirus han trasmitido esa protección a sus bebés. Se ha comprobado que incluso los niños que han tomado leche materna de pequeños han estado más protegidos frente al Covid-19.

Pero los factores inmunológicos de la leche materna y sus beneficios, en general, tendrán un “impacto de por vida”, finaliza Inma Mellado. Es decir, no solo protege al bebé de manera puntual contra una enfermedad sino que ayuda a construir un sistema inmune fuerte y resistente.