Día Internacional de la Amistad: ¿Por qué es importante que los niños tengan amigos?

Artículo publicado el 30 Jul 2021 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 30 julio, 2023

La amistad en la infancia es fundamental para el desarrollo emocional y social de los niños. Los seres humanos, en general, somos seres sociales y como tales necesitamos a los otros. Somos a partir de nuestras relaciones con los demás. Gracias a los amigos vamos construyendo en parte nuestro yo, nuestra personalidad, nuestra identidad. Tan importante es que el 20 de julio se celebra el Día del Amigo, y el 30 del mismo mes se celebra el Día Internacional de la Amistad.

Lo compruebo a diario con mi hija mayor, que ahora tiene 8 años. Tiene una mejor amiga con la que comparte su tiempo, aficiones, juegos, confesiones… Pero también aprende a gestionar enfados, a negociar, a sentir tristeza cuando se alejan o se enfadan y a solucionar esos roces lógicos que tenemos en las relaciones interpersonales.

Gracias a esa amistad (y al resto de amigas, porque su círculo es amplio), adquiere valores importantísimos para su desarrollo como persona. Valores como el respeto, la tolerancia, la empatía, la solidaridad… ¡Y se lo pasa bomba cuando se queda a dormir en su casa o viceversa!

 

 

¿Por qué los niños necesitan tener amigos?

Los padres somos el primer círculo social al que pertenece un bebé. Somos el pilar con el que establecen el primer vínculo que es tan importante. Sin embargo, no somos los únicos. Los abuelos, los tíos, los padrinos… irán ampliando sus lazos afectivos hasta que llega el momento de relacionarse con sus iguales.

La amistad en la infancia les permitirá ensayar cómo establecer y formar relaciones por sus propios medios. Y, en un primer momento, lo harán a través del juego. Ese será el elemento que les llevará a elegir a sus compañeros: jugarán (o compartirán el espacio, al principio) con aquellos niños y niñas con los que se sientan bien y felices.

 

 

Luego, las interacciones sociales se irán haciendo más complejas. Se establecen en la escuela, en el parque, en las reuniones sociales en las que haya otros niños, etc.

Gracias a esos lazos de amistad en la infancia, los peques desarrollan su confianza, seguridad y la empatía. Al compartir experiencias con otros pares, tendrán sensación de igualdad y de pertenencia al grupo. En este punto, el sentido de pertenencia es fundamental para el desarrollo evolutivo e influye en la formación de nuestra personalidad.

Por otro lado, aprenden a aceptar normas y respetar al otro, avanzan en el reconocimiento de valores más complejos como la lealtad, la reciprocidad o la sinceridad. Y es el laboratorio de ensayo para la resolución de conflictos.

 

 

Los inicios de la amistad en la infancia

La amistad en la infancia tiene sus fases. Hasta aproximadamente los dos años, una vez el niño desarrolla el concepto del yo, los peques no descubren que existen otros niños iguales, con los que pueden interaccionar. Hasta ese momento es posible que al ver a otros peques o bebés muestren cierto interés pero no en el sentido de hacer amigos.

Si tienen hermanos, por ejemplo, el niño o niña estará habituado a compartir espacios y juegos. Sin embargo, los hermanos vienen “impuestos”, por decirlo de algún modo, no se eligen. Cuando un niño hace amigos, sí empieza a mostrar preferencias. Y es un forma de autoafirmación: “veo en ti un igual con el que me puedo divertir”. Esas primeras elecciones serán muy básicas: niños y niñas con los que pueden compartir el espacio y jugar. Al principio será juego paralelo. Pero la compañía les hará sentirse bien y felices.

 

 

Mi hija más pequeña, de tres años y medio, siempre se acuerda de dos amigos en concreto de su clase. Con uno de ellos coincidió en la escuela infantil. La otra es la niña con la que suele jugar después del comedor. En general, ella es muy sociable y ahora que estamos retomando las relaciones sociales y los cumpleaños, después de la pandemia, esos lazos se van forjando y generan mucha felicidad y alegría. A mí me encanta cuando se encuentra algún compañero/a del cole porque es una explosión de ilusión por ambas partes.

Pero esas amistades están sedimentadas en el ámbito escolar. Son compañeros de clase que, seguramente, se convertirán en amigos. Un poco después, sobre los cinco o seis años, esas amistades se van eligiendo en base a aspectos compartidos como personalidades similares, compatibles o complementarias. Es muy habitual que cambien de amigos o incluso que se enfaden y aparten de los que se consideraban de su círculo, para volver a retomar la complicidad en otro momento.

 

 

A esta edad los juegos se hacen más complejos y ya no se juega en paralelo sino que se fomenta el juego en común. A mi hija de seis años le encanta jugar en el patio del colegio con sus compañeros. Tiene algunas amigas más afines, pero en general juega con todos los niños de su grupo.

La aparición del mejor amigo/amiga

A mí, que valoro mucho la amistad, me encanta ver cómo mis hijas van desarrollando su red de amigos y amigas. Yo conservo amigas del instituto y de la facultad (de hecho, son mis mejores amigas). Pero recuerdo con mucho cariño y nostalgia a aquella amiga de la infancia, que vivía en mi misma plazoleta, que por circunstancias se fue a vivir lejos y con la que hoy comparto algunos mensajes y llamadas espaciadas. Sin embargo, esos años de aprendizaje fueron muy importantes en mi vida y fueron la semilla de lo que soy hoy.

 

 

Sobre los siete u ocho años aparece la figura del “mejor amigo/a”. En el caso de mi hija mayor, es una amiga. Se conocen desde los tres años, desde el inicio del segundo ciclo de infantil. Es una amistad sólida, con altibajos, pero muy cómplice.

Con ella ha pasado sus primeras noche fuera de casa. Comparte infinidad de secretos y confesiones. Durante la pandemia hablaban por videollamada y se ponían a jugar a las muñecas o juegos de mesa. Mi hija tiene más amigas, pero encuentra protección, solidaridad y compañía en esta amiga íntima. Con ella, y con otras que vendrán, pasarán una fase fundamental: la adolescencia.

La amistad en la adolescencia

En esa época la amistad se convierte en el pilar básico y las opiniones de amigas y amigos tendrán más peso que lo que digamos sus padres (reconozco que aún me tengo que preparar mentalmente para eso). Durante la adolescencia experimentarán cambios físicos y emocionales. Y es el momento en el que se va solidificando la identidad de la persona que serán de adultos.

 

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Hasta los 14 años aproximadamente las relaciones se basan en grupos pequeños, por lo general del mismo sexo, con intereses comunes. La amistad ofrece principalmente diversión, pero también empatía y compresión. A partir de esa edad, comienzan las primeras relaciones de pareja y los grupos serán más mezclados, con personas del sexo opuesto. Las amistades se eligen en base a rasgos, intereses y valores similares.

En esta época es fundamental sentirse aceptado. El sentido de pertenencia se hace más fuerte. Se busca complicidad, confianza, lealtad. Con los amigos se puede hablar libremente y encontrar en ellos ayuda, apoyo y consejo frente a las situaciones que preocupan e importan a nuestros hijos.

Cómo explicarle a un niño el valor de la amistad

Nuestra labor como padres es querer a nuestros hijos, enseñarles y ayudarles en la gestión de sus emociones. Darles herramientas para que su desarrollo emocional y social sea equilibrado y feliz. Y por eso debemos explicarles por qué es importante tener amigos y cómo cuidarlos y respetarlos, para que les cuiden y respeten. Mucho de lo que les enseñamos en el círculo de la familia, de lo que aprenden en la escuela, lo pondrán en práctica con esos amigos.

Cuando jugamos con ellos en casa, les enseñamos a interaccionar con los demás. Es posible que nuestra hija sea tímida y, en esos casos, hemos de ayudarla a hacer amigos (sin presiones, evidentemente). Tal vez sea reservada pero eso no significa que no tenga amigos, sino que su círculo será más reducido.

 

 

Pero hemos de animarlos a jugar y compartir parte de sus vidas con sus iguales y ayudarles a conservar esas amistades. La amistad en la infancia es indispensable. Podemos, por ejemplo, leer algún cuento o ver una película sobre la amistad. También hacer dibujos, llevarles al parque y a los cumpleaños infantiles, e invitar a algún amigo/a a casa.

Una forma clásica es por imitación: si nosotros somos respetuosos y valoramos y cuidamos a nuestros amigos, nuestros hijos harán lo propio. Debemos respetar las elecciones que hagan. Quizás nos guste más aquella niña que parece tan tranquila; pero si nuestro hijo o hija prefiere jugar con otra u otro al que le encanta trepar a los árboles, deberíamos respetar eso porque no deja de ser una elección personal. Y al hacerlo, les mostramos que confiamos en ellos y los respetamos.

¿Cómo ayudarles a evitar errores?

No podemos. Así de simple. De hecho, de los errores se aprende; incluso más que de los aciertos. Dicho esto, lo que sí podemos hacer es darles herramientas para evitar que la amistad les provoque dolor o les influya hasta el punto de diluirse frente a los amigos. Una de las formas básicas es enseñarles a ser asertivos también con sus amigos. A decir qué les gusta y qué no, siendo respetuosos con el otro. Y también a aceptar que no siempre gustaremos a los demás, pero que eso no tiene que ver con lo que somos sino más bien con algunos aspectos que pueden ser incompatibles con otras personas.

 

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Si nos preocupan con qué amigos o cómo son sus amigos, debemos interesarnos por ellos y conocerlos. También a sus familias. Entre mis amigos más recientes están precisamente los padres de la mejor amiga de mi hija mayor. El conocimiento de su círculo de amigos es algo importante, sobre todo en la adolescencia, donde la presión de grupo puede llevarlos por caminos equivocados. Pero interesarnos por sus amigos no significa que debamos imponer nuestra opinión ni criticarlos (lo más seguro es que nuestro hijo/a se sienta molesto por nuestra intromisión).

En este sentido hay que confiar en ellos, en su criterio. Si durante pequeños les hemos enseñado a respetarse a sí mismos y a no dejarse influenciar por los demás, esas malas influencias quedarán neutralizadas. Si nos ha funcionado a nosotros a la hora de elegir a nuestras amistades, por qué no les va a servir a ellos. En cualquier caso, en la Tribu CSC puedes encontrar acompañamiento profesional y de otras familias.

 

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