Una preocupación muy extendida en las madres y los padres de niños de más un año es precisamente esta, cuando a su peque no le gusta la leche. Esto genera intranquilidad en muchos de ellos,…
Este post se publicó originalmente el 07/02/2020 y ha sido actualizado en fecha 19/09/2024
Una de las cosas que más nos preocupan a las madres y padres es “¿qué hago si mi hijo no come?”. Recuerdo que, antes de que naciera mi primera hija, soñaba que me olvidaba darle el pecho o la papilla y me levantaba sobresaltada y con una sensación terrible.
Era uno de mis miedos más temidos, hasta que nació y me di cuenta de que eso era imposible. Ahí me relajé y no volví a preocuparme por la comida de mi hija hasta que nació el segundo.
Cuando no comen
¡No comía! ¡O comía muy poco! Cuando era recién nacido estaba al pecho lo justo y necesario. Yo sentía que no era posible que hubiese comido lo suficiente. Su hermana se pasaba horas al pecho y él con unos minutejos tenía bastante. Acudí a asesoras de lactancia y grupos que me decían que el peque estaba genial, que no debía preocuparme.
El caso es que cuando empezó con las papillas fue peor, y el pediatra que nos atendía en esos momentos no ayudaba mucho con la situación… El peque no quería papillas, quería comer trozos de cosas que acababan normalmente más en el suelo que en su barriga. Si intentaba darle con cuchara acababa con arcadas, y la frustración iba en aumento.
Yo sabía que todo estaba bien porque lo veía feliz y seguía con el pecho, pero cuando le llevaba al pediatra y me decían que dejase de darle el pecho porque no crecía y estaba fuera de los percentiles ¡me volvía a agobiar!
Al final, decidí cambiar de pediatra. Sí, un giro inteligente e inesperado en esta historia. Quería una segunda opinión ¡y fue lo mejor que hice! El nuevo pediatra me tranquilizó, me hizo ver que mi hijo estaba sano y me explicó con mucho detalle y cariño que no era necesario medir todo lo que ingería.
Me mostró que cada niño es un mundo y que, probablemente, mi hija mayor necesitase comer más que el pequeño porque eran dos niños diferentes.
Cada niño tiene sus propias necesidades y su propio ritmo
Hoy han pasado 2 años y mi hijo sigue siendo un pequeño terremoto que, la mayoría de veces, come poco y otras come tanto que no nos lo podemos ni creer.
Hay cosas que no quiere probar y otras que las pide hasta la saciedad. Le gusta la fruta y las verduras y, en cambio, no le hace caso a las tortillas. No se parece a su hermana en el humor, ni en el color de los ojos, ¿por qué voy a esperar que coman exactamente igual?
Desde que pasó todo aquello he estado en contacto con profesionales que me han acompañado en todas mis dudas. Porque si algo he aprendido con mis dos hijos es que si tengo dudas voy a buscar cómo solucionarlas, que si algo no me acaba de encajar voy a informarme, a leer mucho y a acercarme a los mejores profesionales.
Y aquí tenéis al pequeñín con 10 meses ¡feliz y alimentándose!
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