El dilema de los lácteos en la alimentación infantil: Ni tan imprescindibles ni tan malos

Los lácteos son beneficiosos, pero no imprescindibles, en la dieta de los niños

Artículo publicado el 19 Nov 2020 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 30 enero, 2024

Hemos crecido en una sociedad que potenciaba el consumo de leche y lácteos por encima de todo. “Si no tomas leche, te quedarás pequeña”, “deja lo que te queda, pero tómate un yogur que tiene mucho calcio para los huesos”.

Ahora, en cambio,  muchas indicaciones apuntan a todo lo contrario, y parece que hay que eliminar los lácteos en la alimentación infantil, como si de repente fueran lo peor… Que si mejor leche de cabra que de vaca… ¡O aún mejor!: dale leche de almendra, de soja, de arroz… ¡Menudo dilema el de los lácteos! Sin embargo, pocos extremos son buenos.

La publicidad eleva su consumo, las intolerancias y alergias alimentarias lo disminuyen

Es importante entender de dónde puede venir esa importancia que se le ha dado en las últimas generaciones a los lácteos. En la década de los 90, en EEUU hubo una bajada del consumo de leche y se creó una gran campaña publicitaria para aumentar su consumo.

 

Los lácteos en la alimentación infantil

 

Este país apoyaba en ese momento una importante parte de su economía en las vacas. Es conocida la importancia hegemónica de EEUU (que se mantiene incluso hoy), y cómo sus tendencias llegan hasta Europa y en concreto hasta España. De aquí este auge del consumo de leche y lácteos que ha reinado prácticamente hasta nuestros días.

Fue a principios de siglo cuando la tendencia cambió. Y parece lógico en un país donde, según la Fundación Española del aparato digestivo, entre un 20% y un 40% de la población podría sufrir intolerancia a la lactosa. También se calcula que entre un 6-8% de los niños de un año presenta algún tipo de alergia alimentaria, siendo la alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) la más habitual en esta edad.

 

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Pero hay productos que crean intolerancia y alergias, y no por eso son malos ni los dejan de tomar las personas que no las sufren. Entonces, ¿por qué esa campaña contra el consumo de leche?

¿La leche, lo mejor?

Existen diferentes informaciones que crean debate sobre la relación entre el consumo de lácteos y algunas patologías médicas. Así, por ejemplo, se habla del incremento de la posibilidad de padecer algunos tipos de cáncer o problemas cardiovasculares. También se relaciona el consumo de lácteos con el exceso de acné, enfermedades autoinmunes o problemas intestinales, entre otros.

No obstante, existen pocos estudios concluyentes. Quizás uno de los estudios más avanzados puede ser el incluido en el Fondo Mundial de Investigación del Cáncer que, aunque no es definitivo, señala que hay muchas posibilidades de que un consumo de lácteos y leche entera aumentaría la posibilidad de cáncer de próstata y de ovarios. Estos datos han servido a los detractores del consumo de leche para reforzar sus argumentos en contra.

 

Los lácteos en la alimentación infantil

 

Asimismo, hay que añadir que algunas virtudes de los lácteos de las que se hablan (prevenir el cáncer colorrectal, la hipertensión, disminuir el riesgo de padecer síndrome metabólico y la diabetes tipo 2, favorecer una menor mortalidad…), tampoco han quedado demostradas y las confirmadas tan solo se refieren al consumo de yogur y bajo en azúcar.

Los beneficios de los probióticos, tan de moda en la actualidad, tampoco están del todo demostrados, ya que hay investigaciones que aseguran que no conllevan ningún beneficio para la microbiota intestinal de personas sanas y que estaría relacionado además (y en todo caso) con un consumo continuado.

 

Los lácteos en la alimentación infantil

 

Hemos mencionado la leche entera y aquí entra otro debate, ¿mejor entera o desnatada? Pues si estamos hablando de niños y niñas la respuesta es que preferiblemente entera (al menos hasta los dos años). Un lácteo desnatado pierde la vitamina D, por tanto, para los niños es más beneficioso ese aporte que una posible reducción de la presión arterial.

No obstante, vuelvo a señalar que hay otras fuentes naturales de vitamina D que no son los lácteos y que son las que se deben priorizar. Por ejemplo: las setas, el pescado azul y la fuente principal, un paseo diario al sol durante mínimo 20 minutos con los brazos y/o piernas descubiertos.

Los lácteos en la alimentación infantil: no son imprescindibles

A pesar de todas las campañas publicitarias que nos puedan llegar, está comprobado que se puede vivir sin lácteos. Nutricionalmente, existe un gran debate sobre si los lácteos son buenos o malos. Ahora os daré las claves. Pero en lo que sí coinciden los expertos es en que son prescindibles. Vamos a ver por qué.

 

 

Partamos de que ningún alimento es imprescindible, lo que sí son indispensables son los nutrientes. Existen nutrientes que son no solo necesarios sino insustituibles, pero no están exclusivamente en un alimento, sino que se pueden encontrar en diversos productos. La cuestión es ver qué alimentos aportan dichos nutrientes y escoger los más saludables.

Con esto podemos concluir que se puede estar sano sin lácteos, ya que sus nutrientes principales son las proteínas y el calcio, y ni uno ni otro son exclusivos de la leche. Por ejemplo, las proteínas las podemos conseguir de la carne, el huevo, el pescado y de las legumbres, productos que tomamos casi a diario. Además, también tenemos en la dieta mediterránea diversos productos que nos aportan calcio (y no son lácteos).

 

¿Pueden tomar frutos secos los bebés y niños pequeños?

 

De todas formas, es muy importante entender que lo más importante no es la cantidad de calcio que tiene cada alimento sino cuánto podemos absorber de cada uno de ellos. Esto en nutrición se denomina biodisponibilidad. Y la leche no solo no es la única fuente de calcio, sino que tampoco es la que más biodisponibilidad tiene.

Y a efectos prácticos, ¿qué significa esto? Pues que tú crees que si le das a tu hijo un vaso de leche (de 250 ml.) está recibiendo la cantidad de calcio que necesita y, sin embargo, con un puñadito de frutos secos (nunca enteros si son menores de cinco años) puedes estar dándole una cantidad mucho mayor ¡y con un alimento mucho más saludable!

 

¿Pueden tomar frutos secos los bebés y niños pequeños?

 

Por tanto, tenemos alimentos disponibles con los que asegurar que los lácteos en la alimentación infantil no son imprescindibles. Ahora los veremos. ¿Entonces dejamos de tomar lácteos? Tampoco es eso.

Beneficios de los lácteos en la alimentación infantil

La leche es un alimento muy completo. Proporciona unas 60-65 calorías por cada 100 ml. Tiene proteínas como la caseína, azúcares como la lactosa y grasas. Además, es rica en calcio, fósforo y vitaminas (sobre todo A, D y algunas del grupo B).

La leche y los lácteos representan uno de los grupos nutricionales más importantes en todas las etapas de la vida y sobre todo en la infancia. Son alimentos completos, equilibrados, con variados nutrientes entre los que encontramos el calcio y las vitaminas, que ayudan al desarrollo del niño.

Además, como ya hemos indicado, entre los nutrientes de los lácteos se encuentran también las proteínas, que proporcionan los lípidos o los carbohidratos necesarios. La leche como fuente de calcio, se encarga de ayudar en la mineralización del hueso y por tanto del crecimiento de los niños.

 

 

Por ello, la ingesta mínima diaria debería ser de unos 800 gramos, es decir: dos vasos de leche aproximadamente. O los nutrientes correspondientes a esta cantidad, si decidimos prescindir o reducir el consumo de lácteos. Por ello, aunque durante los primeros meses de vida los bebés solo necesitan tomar leche y la mejor es la de su madre, a partir de los seis meses es necesario que tomen otros alimentos. Es en este momento donde se pueden buscar otros productos que aporten los nutrientes que con la toma exclusiva de lactancia materna no se alcanzan.

¿Qué lácteo escojo para mi hijo?

Si decido dar lácteos a mi hijo la regla general es que lo mejor es escoger el más natural. Una cosa son los lácteos y otra muy diferente los postres lácteos. No es lo mismo darle a un niño un yogur natural sin azúcares añadidos, que una natilla.

Las diferencias son más que evidentes y la respuesta a la pregunta es clara. Siempre mejor el primero. El problema es que el consumo ha aumentado en batidos, helados y postres lácteos; todos ellos productos procesados y con gran cantidad de azúcares, y esos no entran dentro de una alimentación saludable.

 

Alergia a la leche de vaca

 

Lo mismo ocurre con el queso. También hay que escoger el más natural. No es lo mismo un trozo de queso de cuña, que una lámina procesada y preparada para sandwich, que viene plastificada. Este último tampoco forma parte de una alimentación saludable.

Además, entre los quesos también habría que escoger el menos curado, ya que será el que menos sal tenga. Por ejemplo, el queso fresco o feta. Asimismo, debemos ofrecerlo en pequeñas porciones, no como plato principal.

Entonces, ¿cuántos lácteos pueden tomar los niños?

La conclusión es que lo mejor es limitar la leche y los lácteos a una o dos raciones al día. Dentro de estos, es mejor ofrecerles la leche entera, los yogures naturales sin azúcar añadido y el queso fresco o semi curado y en pequeñas porciones, para controlar la ingesta de sal.

También debemos eliminar los postres lácteos de la dieta de los peques (las natillas, los helados o los petit suisse, que más que un yogur son queso con azúcar). Y lo más importante, incluir en los espacios vacíos que dejan, otros alimentos que han quedado relegados (por el exceso de lácteos en el menú de los más pequeños) y que son más saludables y aportan nutrientes mucho más beneficiosos para nuestros hijos e hijas.

 

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Podemos, por ejemplo, sustituir el lácteo por la fruta en el postre. También incluir en la dieta de los niños otras fuentes de calcio como sardinas, almendras, garbanzos, caldo de huesos, brócoli, coliflor, col, sésamo, kale (col rizada, berza)… Entre otras. Es importante no olvidar que un alimento no solo es perjudicial por lo que supone en la alimentación de nuestros hijos, sino también por los que dejan de tomar por consumir por estos. ¡Y eso también ocurre en el caso de los lácteos!

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