Así influyen las emociones en lo que comen niños y adolescentes

Un nuevo estudio del Instituto Leibniz de Investigación en Prevención y Epidemiología (BIPS) sobre las emociones y su impacto en la alimentación, ha revelado cómo los estados emocionales influyen en los hábitos alimentarios de niños y adolescentes y qué intervenciones ayudan a cambiar los hábitos alimentarios poco saludables.

Pero, ¿cómo afectan las emociones a la hora de comer? ¿Cómo influyen las emociones en los adolescentes?

Las emociones y su impacto en la alimentación

La investigación, publicada en la Revista Internacional de Nutrición Conductual y Actividad Física, se centra en el papel del estrés y la impulsividad en la elección de alimentos, particularmente en relación con los alimentos dulces y grasos.

Para investigar la relación entre las emociones, la impulsividad y la preferencia por los alimentos dulces y grasos, el equipo de Do analizó datos de la cohorte europea IDEFICS/I.Family.

 

 

Un estudio multicéntrico a gran escala en 8 países europeos (Bélgica, Chipre, Estonia, Alemania, Hungría, Italia, España, Suecia), que investigó los efectos de los comportamientos relacionados con la obesidad y los trastornos metabólicos en niños y adolescentes.

La encuesta comenzó en 2007 con 16.230 niños de 2 a 9 años y continuó en nuevas oleadas hasta 2021, cuando los participantes tenían entre 16 y 23 años. El equipo de Do hipotéticamente colocó a todos los adolescentes en una puntuación de alto bienestar o baja impulsividad y los comparó con los bajos y puntuaciones altas para estimar los efectos sobre la propensión a comer alimentos dulces y grasos.

El estrés hace que niños y adolescentes se decanten por alimentos poco saludables

La investigación muestra que “los estados emocionales, especialmente el estrés negativo, tienen una influencia significativa en las elecciones dietéticas de los adolescentes”, explica Stefanie Do, científica del BIPS y primera autora de la publicación. Según los autores, Este hallazgo puede ayudar a desarrollar intervenciones efectivas destinadas a cambiar los patrones dietéticos poco saludables”.

“El consumo de alimentos poco saludables, como dulces o grasos, en respuesta a emociones negativas es una estrategia a menudo no regulada de nuestro cuerpo para afrontar emociones negativas, como el miedo, la ira, la frustración, el estrés o la tristeza”, explica la Dra. Antje Hebestreit, jefa de la Unidad de Trastornos Relacionados con el Estilo de Vida del BIPS.

“Al comparar los efectos del bienestar y la impulsividad sobre la tendencia a comer alimentos poco saludables, nuestros análisis sugieren que la impulsividad puede tener un efecto más fuerte”, añade Hebestreit.

 

 

Los adolescentes que sufren estrés crónico son propensos a comportamientos impulsivos y, por tanto, muy susceptibles a la creciente disponibilidad y publicidad de alimentos poco saludables como dulces o patatas fritas.

El deporte contrarresta los afectos negativos del estrés

Los resultados del estudio son particularmente relevantes dada la fuerte presencia y comercialización de alimentos no saludables en Europa.

Asimismo, la adolescencia es una época en la que los jóvenes aprenden estrategias para afrontar mejor el estrés. Según los autores, estos hallazgos subrayan “la importancia de medidas que reduzcan la impulsividad impulsada por las emociones. El deporte, por ejemplo, podría ayudar a a este respecto“.

La adolescencia es una etapa especialmente adecuada para que las medidas preventivas sean eficaces. Si una persona aprende conductas poco saludables durante la adolescencia, normalmente las mantiene de por vida. Por lo tanto, según el equipo en su artículo, es muy importante realizar intervenciones efectivas en esta fase.

 

 

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