Por qué tener “mamitis” de pequeño es en realidad lo normal

La denominada "mamitis" es una muestra de la necesaria relación de apego que ayuda al bebé a ser más independiente posteriormente

Seguro que habéis oído utilizar la palabra “mamitis” muchas veces, asociada a un niño o niña pequeños a los que se considera muy mimados, consentidos y poco capaces de valerse por sí mismos, cuando quizás otros adultos esperarían un comportamiento más autónomo e independiente.

Y tras el “diagnóstico” llegan los consejos: «No le hagas tanto caso cuando llore», «Déjalo solo para que aprenda a estar sin ti», «Le estás malacostumbrando», «La tienes muy consentida», etc. Consejos que tienen como finalidad solucionar un problema que no es tal, a menos que el niño o la niña ya sea mayor (pongamos que tiene ya 6 ó 7 años), en cuyo caso entonces podría ser necesaria ayuda profesional.

Y digo que no es tal, porque si hablamos de bebés o niños pequeños, tener “mamitis” no solo es normal, sino que es lo deseable.

¿Pero cómo va a ser bueno que dependa tanto de su madre?

Es que todos los niños y niñas pequeños dependen de sus progenitores. Y para que tengan un desarrollo saludable, es deseable que todo niño y toda niña tenga un vínculo sólido y firme con la madre, el padre u otra figura adulta de apego.

 

Por qué tener mamitis es normal en niños pequeños

 

Este vínculo se consolidará con una u otra persona según quién le haya cuidado durante más tiempo y/o haya ofrecido mayor contención, respeto, seguridad… aunque, según las cifras, en el 93% de las ocasiones la cuidadora principal es la madre. De ahí que se suela hablar de “mamitis” y no de “papitis” ni “abuelitis”, aunque el concepto sería el mismo.

El caso es que es muy positivo que los bebés tengan un vínculo afectivo y de confianza sólido con una persona en concreto, porque esa relación de apego es la que le ayuda, en realidad, a ser más independiente en el futuro.

Para ser independiente, hay que ser primero dependiente

Un niño pequeño desconoce cómo funciona el mundo que le rodea. Aún tiene que aprenderlo todo y, para ello, depende de que alguien se lo enseñe (aunque puede aprender muchas por sí mismo, mediante la exploración).

Se suele decir que los niños son como esponjas, y que en los primeros años aprenden a un ritmo vertiginoso. Esto es así, precisamente para que puedan adaptarse cuanto antes al mundo en el que viven, y aun así, no es una cuestión de meses, sino de años.

En ese proceso, necesitan tener al lado a las personas en quien más confía para que le den la seguridad necesaria para poder afrontar los aprendizajes desde la confianza y el ejemplo; y no no desde el miedo y la soledad.

 

Por qué tener mamitis es normal en niños pequeños

 

Así, en contacto con las personas que le cuidan, puede fijarse, puede imitar y puede así aprender para, poco a poco, hacerse cada vez más independiente, pero siempre desde esa dependencia inicial.

Si un bebé o niño no quisiera estar con su madre o su padre todo el día, ¡qué poco aprendería de ellos! (y qué difícil tendría la adaptación a la sociedad, porque en realidad aprendería muy pocas cosas).

Y es que por más que mucha gente espera que los niños jueguen solos (incluso se le dice a los progenitores que tienen que acostumbrar a sus hijos a jugar solos, porque si no los necesitará siempre), es todo lo contrario: lo esperable y lo ideal es que no quieran jugar solos.

Recordad: lo importante no es el juguete, sino el juego. Y es mucho más estimulante y divertido jugar con alguien (haya juguete de por medio o no), que jugar solo. Aunque, dicen los estudios, que una cosa es acompañar y otra, muy distinta, dirigir. En este sentido, lo deseable es dejar que los peques lleven la voz cantante en los juegos compartidos con personas adultas.

Por qué un vínculo sólido ayuda a los niños a desarrollarse mejor

 

Por qué tener mamitis es normal en niños pequeños

 

Los bebés y niños necesitan vivir en un ambiente cariñoso y confortable, con progenitores atentos y dispuestos a reaccionar ante sus demandas, para que su máxima preocupación sea crecer, desarrollarse y aprender.

Si la respuesta de su cuidador principal no es adecuada (a veces responde a las demandas, a veces lo deja llorar, a veces lo atiende pero sin dar muestras de afecto, a veces simplemente no está…) el bebé puede no llegar a crear un vínculo adecuado (con la madre, padre o su cuidador principal), por no saber bien cómo conseguir lo que necesita, por desconfiar de la figura de la que en realidad depende o porque no esté ahí para él, y puede empezar a mostrar rasgos de una relación de apego inseguro.

El apego seguro, que es lo deseable, lo definimos como una relación en que el bebé se siente querido, seguro y con confianza, y desde ahí se atreve a aprender y explorar, porque sabe que tiene una red de seguridad (que es su madre, su padre o ambos) y, en caso de que algo vaya mal y se haga daño, tenga miedo o se sienta solo, confuso o inseguro, sabe que llorando obtiene sus cuidados, su atención y su cariño.

 

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El apego inseguro, en consecuencia, es la relación en la que el bebé o niño no tiene claro que su referente vaya a responder correctamente a sus necesidades. En esa situación, puede no atreverse a intentar aprender algo por propia iniciativa (“como no sé si mi madre me va a ayudar en caso de tener problemas, prefiero no intentarlo”), hacerse cada vez más dependiente (y no menos) de los demás (lo cual puede persistir en su vida adulta), e incluso a seguir a la madre allí donde vaya desde el temor y la ansiedad de creer que estando solo, corre peligro.

Pero si sigue a mamá, ¿no es “mamitis”?

Un niño que desde pequeñito sigue a mamá, y que poco a poco la va necesitando cada vez menos, pero que la busca en situaciones no cotidianas (hay gente desconocida, mucho ruido, situaciones nuevas que no comprende), hace algo totalmente lógico: hacerse independiente en los momentos en que se siente seguro, y buscar la fuente de seguridad (mamá/papá) en los momentos en que se siente inseguro. Esto no es “mamitis”, esto es tener un vínculo sólido y deseable.

Un niño que, en cambio, la sigue necesitando mucho incluso en situaciones cotidianas y que, como hemos dicho, la sigue en todo momento para estar a su lado, sin sentirse capaz de explorar o jugar sin separarse, puede estar mostrando un apego inseguro, y habría que preguntarse si las respuestas de la figura principal de apego a sus demandas son las que el niño necesita.

En este vídeo podéis ver una explicación breve de apego inseguro, y de una “mamitis” que debería solucionarse:

 

 

 

Si os fijáis en el vídeo, el niño busca a la madre, pero cuando ya está con ella no se siente tampoco bien, porque sabe que ella no siempre responde como realmente necesita.

¿Cómo se cura la mamitis?

Una “mamitis” negativa, como la que nos muestra el vídeo anterior, que parte de un apego inseguro, tiene que solucionarse, pero no como todo el mundo espera: “Déjalo solo para que vaya aprendiendo a necesitarte menos”; sino todo lo contrario: intenta pasar más tiempo con él y responder a sus demandas de afecto y de cariño, para que te necesite cada vez menos.

En resumen: la “mamitis” no es algo malo, y si para alguien supone un problema, la solución está clara, aumentar la dosis de mamá, para que se haga cada vez más autónomo e independiente.

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