La maternidad también se trunca. Tener un hijo es lo mejor que nos puede regalar la vida. Es felicidad, es conocer el amor más sincero, puro, el de verdad. Pero la realidad es que también…

Cuando nos convertimos en madres o padres nos asaltan cientos de dudas y preocupaciones nuevas. ¿Seremos capaces de cuidar de ese pequeño ser indefenso que depende por completo de nuestros cuidados? ¿Sabremos educarlo/la para que se convierta en una persona educada y respetuosa? Hoy vamos a ver por qué decir pórtate bien no sirve para educar.
El juicio y la presión social que se ejerce sobre las madres, especialmente, aunque también sobre los padres; puede llegar a ser abrumador. De la infancia se espera que se comporte como si fueran personas adultas en miniatura. Y si no cumplen con esas absurdas expectativas, será que algo estamos haciendo mal. Así que es fácil caer en la tentación de pretender que nuestros hijos e hijas se porten bien, pero…
¿Qué es portarse bien?
En ocasiones “pórtate bien” equivale a compórtate como si no tuvieras 3 o 4 años. No se tienen en cuenta las características propias de la infancia y lo que se etiqueta como un “mal comportamiento” es, simplemente, una conducta propia de la edad del niño o de la niña. En otras, simplemente, lo que se espera es que obedezcan sin más; que hagan lo que les pedimos. Sin cuestionarse nada. Como si la obediencia fuera una virtud deseable. A veces, será no moverse de la silla durante el tiempo del almuerzo; en otras ocasiones, “portarse bien” será compartir sus juguetes aunque no quieran hacerlo; puede que lo que se pretenda conseguir con esas dos palabras sea que recojan sus juguetes o que saluden a las visitas que acaban de llegar. Entonces…, ¿en qué quedamos?
¿Qué es lo que quiere decir exactamente “pórtate bien”? Para una niña o un niño de corta edad (casi de cualquier edad, me atrevería a decir) las palabras “pórtate bien” son un completo enigma. Imagino que se les encenderá algo así como una alarma interior que les diga: “Estás haciendo algo mal. Quieren que actúes de otra forma. Ala, échale imaginación y averigua qué es lo que esperan de ti”.
Siempre hay quien utiliza como argumento universal para justificar cualquier tipo de actitud o mensaje aquello de que “tampoco es para tanto”. Está bien, no se trata de dramatizar. No diremos que si dices a un niño “pórtate bien” eso le convertirá automáticamente en un delincuente o se romperá como por arte de magia el vínculo y la confianza contigo. Pero a quienes nos gusta cuestionarnos las cosas y apostamos por una crianza respetuosa tenemos esta bendita tendencia a reflexionar sobre el trasfondo de los mensajes que lanzamos a nuestras hijas e hijos. Y una de las cuestiones que nos planteamos es por qué no debes decir “pórtate bien”.
Por qué decir “pórtate bien” no sirve para educar
Pues fundamentalmente por esto, porque no sirve para educar. Y no sirve porque en la mayoría de los casos ni siquiera tendrán claro qué es lo que les estamos pidiendo. Pero, incluso en el mejor de los casos, si por su edad o por su experiencia previa y por el contexto de la situación son capaces de descifrar a qué nos referimos; aún así, podrán interpretar que lo que les estamos pidiendo es que hagan tal o cual cosa, pero sin más. Cuando no conocemos los porqués ni las necesidades que se encierran detrás de una petición, difícilmente se producirá un aprendizaje. Vamos, que nos pasaremos la vida teniendo que recordarles que “se porten bien”.
En el peor de los casos, puede que incluso acaben interiorizando que “portarse bien” es hacer lo que te piden para satisfacer a las demás personas, con el consiguiente riesgo de acabar renunciando a tus propias necesidades, incluso de dejar de escuchar su propia voz; para complacer continuamente los deseos de las personas que le rodean.
Y, entonces, ¿qué les decimos?
Bueno, en primer lugar, podríamos reflexionar sobre a qué nos referimos habitualmente con eso de portarse bien. Si se trata de conductas que, simplemente, son propias de la edad, tal vez deberíamos dejar de intentar cambiarlas y aceptarlas como parte de su desarrollo evolutivo.
Si se trata de situaciones en las que necesitamos su cooperación, será mucho mejor centrarnos en este aspecto y evitar las órdenes. “Necesito ayuda con la cena, ¿puedes aliñar la ensalada o prefieres poner la mesa?”.
Si nuestras necesidades se contraponen, podemos buscar el equilibrio para que todas las necesidades queden cubiertas. “Necesito descansar ahora y jugaré contigo dentro de un rato”; o “necesito que me ayudes a hacer la compra y después iremos un rato al parque”.

Cuando sabemos que vamos a estar en un entorno que puede ser más complejo para su naturaleza infantil podemos anticiparnos. “Vamos a ir a comer a un restaurante. No podemos corretear entre las mesas, pero si te aburres mientras esperamos la comida podemos llevar lápices para dibujar o algún juego para entretenernos en la mesa”.
Incluso si lo que queremos es darles instrucciones concretas sobre cómo nos gustaría que actuaran, mejor decirlo de manera específica y evitar el “pórtate bien”. Si además añadimos el motivo por el que se lo pedimos, tanto mejor. “Presta atención en clase para que aprendas mucho”.
Solo con dejar de decir “pórtate bien” no estaremos haciendo un cambio educativo, pero cualquier paso es bueno para empezar el camino. En la Tribu CSC tenéis acceso gratuito a un curso completo de Disciplina Positiva que puede ofreceros muchas más herramientas en este sentido. Además, en la Tribu puedes consultar también con nuestro equipo de expertos en salud materno-infantil y crianza respetuosa.
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