¿Por qué bebés y menores de dos años no deben llevar mascarilla?

Desde hace unos meses la mascarilla se ha convertido en una compañera imprescindible (y obligatoria) en nuestra vida. Lo raro, de hecho, es que alguien no la lleve (con la excepción de enfermos con patologías incompatibles). Las hay de muchos tipos y modelos (¡hasta de diamantes por la friolera de 210.000 euros! -aunque no protege por sí sola-) y muy divertidas para los niños y las niñas. Pero, ¿sabes por qué NO hay que poner mascarilla a los bebés ni a las niñas y niños menores de dos años? Sí, por una cuestión respiratoria, principalmente.

Uso obligado y necesario de las mascarillas

A partir de los seis años la mascarilla es de uso obligado en España para todos los ciudadanos, se mantenga la distancia de seguridad o no. Primero se permitía no usarla si se podía estar a un mínimo de 1,5 o dos metros de distancia en espacios libres. Luego, las comunidades autónomas, con el beneplácito del Gobierno central, las hicieron obligatorias en todo momento. En algunos espacios, se recomienda incluso para los niños de cuatro o cinco años. Pasa en el colegio de mis hijas: los niños de esa edad se la tienen que poner para entrar y salir del centro. En la clase (donde se mantienen las ventanas abiertas), no.

 

 

La mascarilla es una de las tres “m” imprescindibles para la lucha contra el coronavirus. Junto a ella está el lavado de manos y mantener la distancia social. La razón por la que llevar la mascarilla es importante está relacionada evidentemente con las probabilidades de infectar y ser infectado.

Llevarla es un gesto solidario: cuando la llevas puesta evitas contagiar a otra persona, si estás enfermo y no lo sabes (hoy en día oscilan las cifras de asintomáticos en España porque es difícil diferenciarlos de los casos que se detectan en presintomáticos). Si la otra persona también es solidaria, responsable y se coloca una mascarilla, la posibilidad de contagio disminuye, sobre todo cuando se cumplen las otras medidas de seguridad frente a la Covid-19.

 

 

Recuerdo que recientemente entrevisté a un médico de familia que actualmente ocupa la Gerencia de dos de los distritos sanitarios más importantes de Huelva (Antonio Ortega, se llama este profesional) y se me quedó fijado una de sus frases: “la mascarilla se ha convertido en la vacuna barata mientras los científicos logran desarrollar la que protegerá a la población más sensible”. Era una forma de decir que las mascarillas ayudan a parar los contagios y que cuando los hay, estos suelen ser menos virulentos.

¿Pero por qué no deben llevarla los más pequeños?

Si llevar mascarilla es tan importante, ¿por qué entonces no colocársela también a los bebés y a los más pequeños? Pues principalmente porque los menores de dos años tienen las vías aéreas (la parte superior del aparato respiratorio) más pequeñas y, por tanto, tienen más resistencias en la nariz a la hora de respirar de manera normal.

Y, claro, si no pueden respirar, se cansarán más y no se las pueden quitar para descansar. Y la situación puede empeorar si les cuesta respirar con normalidad, son incapaces de retirársela y no tienen a nadie que les ayude. Y también  existe el riesgo de que nuestro hijo o hija se pueda atragantar con las cuerdas o elásticos de la mascarilla, sobre todo las de fabricación casera.

 

 

A principio de octubre, la Asociación Española de Pediatría actualizó sus recomendaciones sobre el uso de mascarillas. La asfixia es la principal razón para que los menores de dos años no la utilicen pero, además, los autores de dicho documento reconocen que es “complicado” que los menores de cinco años la usen “adecuadamente”.

La AEP tampoco la recomienda para aquellos menores que tienen dificultad para respirar con la cara cubierta o están inconscientes, incapacitados o no se la pueden quitar solos (como ya he apuntado). De hecho, proponen no usarla para este grupo de población (menores de seis años) si se mantiene la distancia de seguridad y no hay contacto con superficies contaminadas o con riesgo de estarlo.

Hay otra razón más relacionada con el sentido común: ¿has probado a colocarle algo al niño en la cabeza o el rostro que se pueda tocar? Acaba rápidamente en su manos, restregada por cualquier superficie o en el suelo. Si llevan mascarillas se tocarán mucho la cara y eso aumenta el riesgo de contagio, tanto para ellos como para otros.

 

 

¿Cómo puedo protegerlo entonces?

Los niños pequeños y los bebés también se pueden contagiar de coronavirus, aunque no son un grupo de especial riesgo. Por lo general, en ellos suele ser una enfermedad leve que a veces no tiene síntomas (ojo, que hay excepciones y además hay peques con otras patologías que sí pueden suponer población de riesgo). Además, está demostrado que pueden contagiar a los demás (aunque algunas investigaciones recientes apuntan que menos que los adultos), con el consecuente riesgo para las personas de su alrededor que sí están dentro del grupo de riesgo (por ejemplo, los abuelos).

¿Qué precauciones puedo tomar, entonces? Pues para empezar hay que evitar las multitudes y los eventos sociales con muchas personas (aquí, por desgracia, es donde más casos de contagios se están produciendo en España). Si podemos obviar espacios cerrados que no sean nuestra casa, mejor. Si no tenemos más remedio, que estos estén al menos bien ventilados. Asimismo, si tenemos invitados en casa, aireemos también los espacios y que los adultos mantengan las mascarillas mientras no se consuman alimentos o bebidas.

 

 

Hemos de ser precavidos también en las relaciones sociales y evitar el contacto con personas que puedan estar enfermas o haber estado en contacto con alguna (con el coronavirus y con cualquier otro virus, evidentemente). A veces no somos conscientes de que un simple resfriado para nosotros, se puede complicar en ellos.

Es importante la higiene y lavarnos las manos y las suyas con frecuencia y de manera adecuada. ¿Qué tal si acompañamos el lavado de manos con juegos y canciones? En mi casa cantamos el cumpleaños feliz e invitamos uno por uno a todos los deditos de las manos. En el caso de los bebés, es importante tener las manos limpias, por ejemplo, antes de cogerlos si hemos estado en la calle, al amamantarlos, dar el biberón o cuando les preparemos cualquier alimento.

 

 

Debemos evitar tocarnos los ojos, la nariz o la boca y hay que extremar la precaución cuando estornudamos. La higiene en casa también ha de ser escrupulosa igual que con los objetos del bebé. Por ejemplo, el carrito, la mantita o los juguetes que salgan fuera.

El coronavirus sigue generando mucha incertidumbre en las familias, sobre todo cuando los niños son pequeñitos y necesitan que seamos nosotros los que los protejan. Acudir a los especialistas e intercambiar experiencias con otros padres puede ser una buena forma de llevar esta situación con calma.