Armando Bastida: “Las medidas para prevenir el contagio por coronavirus limitan a los niños y dejan la educación a medias”

El experto en crianza opina que los niños y niñas tienen que poder volver a sus vidas minimizando el riesgo de contagio

Armando Bastida es tripadre, enfermero pediátrico con 19 años de experiencia y divulgador. Es autor del libro Soy Papá: cómo criar a tus hijos con sentido común y de la novela gráfica Sana, sanita. Como especialista en el mundo infantil, es una voz autorizada en lo que a crianza se refiere. Desde el principio de la pandemia, le hemos escuchado hablar en las redes sociales y otros medios de comunicación sobre el impacto de la crisis por coronavirus en la vida de los niños y sus familias.

También es fundador y responsable de Criar con Sentido Común, espacio en el que defiende la crianza respetuosa y ofrece apoyo profesional a las familias, junto con su equipo de expertos. Como miembro activo del equipo de Criar con Sentido Común, Armando Bastida atiende personalmente a las consultas de las familias miembro de la Tribu CSC. En esta entrevista comparte su opinión sobre las medidas tomadas en las escuelas en el contexto de la crisis por coronavirus.

P: Estas navidades las familias de más de seis miembros no podrán reunirse, pero en los colegios los niños se agrupan en clases de 20 y comparten espacios con grupos burbuja aún mayores. ¿Tiene esto algún sentido?

R: La verdad es que explicado así no parece tener sentido. Sin embargo, el que se hagan algunas cosas de manera muy mejorable no debería querer decir que todo tiene que hacerse muy mejorable.

La medida de no ser más de seis miembros de una familia juntos en Navidad tiene cierto sentido: son fechas en las que nos reunimos entre generaciones, todos juntos, y esto aumenta el riesgo para las personas mayores o con enfermedades crónicas, que son más vulnerables.

Ahora bien, luego lo comparas con la cantidad de abuelos y abuelas que hoy están cuidando de sus nietos, o grupos burbuja en las escuelas tremendamente grandes, y parece ridículo. Pero en realidad creo que tendría que ser al revés: grupos burbuja mucho más pequeños, y permisos para los progenitores, para que no sean los abuelos quienes cuiden de los nietos, tanto si están sanos como si están enfermos.

Se deberían dar permisos para los progenitores, para que no sean los abuelos quienes cuiden de los nietos, tanto si están sanos como si están enfermos

P: Desde el principio estamos viendo contagios por coronavirus en aulas y descubriendo que los niños, incluso los más pequeños, también se contagian. También que aunque la tasa de hospitalización pediátrica por Covid-19 es baja en comparación con la de los adultos, no todos los menores son asintomáticosAún así, las escuelas siguen abiertas… ¿Afecta la enfermedad a los niños con más severidad de lo que se pensaba? ¿Se está pensando realmente en los menores y las familias con esta medida?

R: En España se ha pensado muy poco en los menores, en general, desde el principio. Y es muy triste constatar que durante meses se podría haber creado un sistema de escolarización que redujera riesgos al mínimo, y sin embargo la vuelta al colegio ha supuesto medidas bastante contradictorias.

Hay peques muy peques con mascarillas que llevan durante demasiadas horas, hay grupos burbuja de 25 niños, otros de varias líneas dentro de un curso, o situaciones extrañas como separarlos en los patios, donde el riesgo de contagio es bajísimo, y tenerlos luego a todos dentro de un aula donde no pueden mantener una distancia lógica.

Lo bueno es que, aunque hay bastantes clases confinadas en todo el país, no parece que durante este mes hayan subido de manera alarmante los contagios en la comunidad por este motivo. Así que aunque los niños también se contagian, y algunos lo cursan de manera moderada o grave, da la sensación de que realmente son menos transmisores de la enfermedad que muchos adultos.

Se podría haber creado un sistema de escolarización que redujera riesgos al mínimo

P: Según algunos estudios, los niños transmiten el coronavirus a adultos con una frecuencia menor al promedio de la población. Por el contrario, otras investigaciones sugieren que los menores juegan un papel importante en la propagación de enfermedades respiratorias durante las pandemias. ¿Por qué hay tanta falta de acuerdo? ¿Y hasta qué punto son fiables los datos si la mayoría de los niños son, al parecer, asintomáticos?

R: La verdad es que para los que hemos estado pendientes de la evidencia, ha sido todo un poco caótico y contradictorio. Pero tiene sentido: es un virus totalmente desconocido, bastante contagioso, que consiguió acabar con la vida de mucha gente, muy rápido.

Entonces la ciencia comenzó a hacer estudios para empezar a tener evidencia con la que trabajar. Y al principio había pocos casos, mucha variabilidad, y las conclusiones de la evidencia eran (y aún lo son en muchos casos) hipótesis que tanto podían ser ciertas como inciertas. Por eso parecía que un día se decía una cosa, y al otro se decía otra. Lo que un día parecía claro, al otro no, y al tercero volvía a ser lo del principio.

Con los niños ha pasado lo mismo. Al principio contagiaban muchísimo (y tiene sentido porque suelen ser magníficos vectores de enfermedades respiratorias), luego vieron que no. Después, al juntar a muchos niños en algunos países, observaron contagios masivos, e incluso se vio que tenían una carga viral elevada en las muestras obtenidas. Pero ahora, como digo, parece que aunque se contagian igual que los adultos, no son capaces de transmitir la Covid-19 al mismo nivel que nosotros.

Parece que aunque los niños se contagian igual que los adultos, no transmiten la Covid-19 al mismo nivel que nosotros

P: Durante los meses más álgidos de la pandemia, se han registrado casos de niños que desarrollaron un síndrome inflamatorio similar a la enfermedad de Kawasaki. Los expertos todavía no saben con certeza si este nuevo síndrome inflamatorio está directamente relacionado con la Covid-19. ¿No es arriesgado exponer a los niños habiendo aún tantas incógnitas?

R: Con esto pasó como con la pandemia en general. La primera ola nos dio fuerte porque cuando nos dimos cuenta ya había miles de contagios, que pronto fueron cientos de miles. Pero había tan pocas personas diagnosticadas que parecía que el virus tuviera una mortalidad altísima. Y no es así.

Lo que pasó es que llegamos a tener en España más de dos millones de contagiados (no es una cifra de diagnósticos reales, sino el resultado del estudio de seroprevalencia que se hizo hace unos meses), y con semejante número de contagiados, era normal que hubiera muchas muertes y muchos casos moderados o graves, algunos en niños.

Ahora usamos mascarilla, nos lavamos más las manos y sabemos que tenemos que mantener cierta distancia. Además, sabemos que es mejor estar en exterior que en interior. Y que si estamos en interior, mejor con las ventanas abiertas que cerradas. Y esto lo está haciendo muchísima gente.

Lo que no sabemos es cuándo desaparecerá o cuándo tendremos controlado al virus, y probablemente sea cuestión de meses, o de algún que otro año. En esta situación, solo puedes plantearte ver la mejor manera de convivir con el virus, reduciendo al máximo el riesgo, desde la consciencia de que el riesgo cero, no existe.

Pero no solo en cuanto a coronavirus. No existe el riesgo cero en nada. No escolarizar a los niños, sobre todo los que ya no son peques, puede suponer un riesgo en su socialización, educación, desarrollo… Así que aunque aún habrá algún caso del mencionado síndrome inflamatorio, como la incidencia es muy baja, los niños y niñas tienen que poder volver a sus vidas, asumiendo ese riesgo como también asumen el de contagio por muchas otras enfermedades igual o más graves.

Los niños y niñas tienen que poder volver a sus vidas, asumiendo el riesgo de contagio por coronavirus, como también asumen el de contagio por muchas otras enfermedades igual o más graves

P: Las medidas obligan a los colegios a evitar el contacto físico con los niños, a tomarles la temperatura, a dar clase llevando mascarilla, a desinfectar mochilas y zapatos, a aislar a los positivos, a modificar actividades, a prescindir de materiales… ¿Puede tener esto consecuencias psicológicas para los niños más pequeños? ¿Cómo afecta todo esto al proceso de socialización, tan importante en la primera infancia?

R: Yo creo que sí, les afecta. Los niños más pequeños necesitan rodearse de personas que les puedan tocar, calmar, abrazar, acariciar. Y lo mismo pasa si están con niños de su edad. Les apetece estar juntos (aunque no siempre revueltos), y eso les ayuda a sentir que forman parte de algo.

El hecho de no ver las expresiones de los demás, de tener que estar separados, de no tener material suficiente, etc., es como una educación a medias, porque les limita en muchos sentidos, tanto a nivel de juego como relacional. En este sentido, creo que otros países lo han resuelto bastante mejor que nosotros.

Las medidas tomadas dejan la educación a medias porque limitan a los niños

P: Como Dinamarca, que es ejemplo de éxito en la reapertura de las escuelas. Allí se tuvo en cuenta la opinión de los expertos en educación a la hora de tomar medidas, y fueron tan efectivas que las mascarillas dejaron de ser obligatorias, y aún así apenas han presentado casos ni rebrotes. ¿Seguimos sin valorar la educación y la salud pública a pesar de la experiencia vivida en los meses de confinamiento?

P: En Dinamarca se redujeron los cursos a grupos pequeños de 10-12 alumnos que solo tenían contacto con su mismo grupo durante toda la jornada, tanto en clase como en el recreo. También se disminuyeron las horas lectivas y se estableció el lavado de manos cada hora y media, y la desinfección diaria del material.

Trasladaron todas las clases posibles al aire libre y a espacios más ventilados. Hoteles, bibliotecas, museos y parques públicos se pusieron a disposición de las escuelas e incluso habilitaron clases online para los alumnos que prefirieran no asistir, y así reducir aún más el riesgo de contagio por coronavirus.

Muchas de estas medidas fueron confiadas a las propias escuelas, a las que dieron lineamientos que podían adaptar a sus capacidades e infraestructuras. Todo esto fue posible porque sindicatos y autoridades cooperaron, lo que significó que las preocupaciones e ideas de los profesores fueron tomadas en cuenta cuando se trazaron los planes de vuelta a las aulas. 

No sé si la solución que llevó a cabo Dinamarca es la mejor (porque quizás haya protocolos mejores), ni si era realmente necesaria (porque como he mencionado, en España parece que a pesar de cómo se ha hecho, no se están disparando los contagios por la vuelta al cole), pero lo que sí sé es que lo hicieron pensando en los niños, en su bienestar, su salud, y en la de toda la comunidad.

Hicieron lo más lógico: reducir los grupos, hacer que las ciudades enteras se convirtieran en escuelas, y así hicieron posible lo que nosotros no hemos podido hacer: que los niños fueran a la escuela sin mascarilla y sin distancia entre unos y otros. Si los adultos lo hemos pasado fatal (no todos, pero sí muchos), por no poder abrazar a nuestros seres queridos, amigos, etc., deberíamos imaginar lo mal que lo pueden pasar ellos, que necesitan esos contactos y esas relaciones, probablemente más que nosotros.

Así que, sinceramente, envidio mucho lo que ahí se hizo, porque se hizo contando con los niños y pensando en ellos, mientras aquí optamos por tirar una moneda al aire a ver qué cara salía.

En Dinamarca se ha contado con los niños y pensado en ellos para contener el coronavirus, mientras aquí optamos por tirar una moneda al aire a ver qué cara salía

P: El establecimiento de clases online voluntarias disminuye el ratio de las escuelas y, por tanto, el de los contagios por coronavirus. Sin embargo, en España se ha optado por imponer la asistencia a clase obligatoria. ¿Qué opinas sobre esto?

R: Más de lo mismo. A mí me habría parecido estupendo mantener las leyes de obligatoriedad en la educación, si se hubieran puesto medidas lógicas, y madres y padres hubiéramos visto que había una preocupación considerable y que se habían tomado medidas razonables.

Nuestros hijos son sagrados, y a nadie nos gusta que jueguen con su salud

Al observar dejadez, y sentir que no se estaba protegiendo a nuestros menores, obligar con amenaza de “llamar a los servicios sociales” generó aún más hastío, más miedo y más incomprensión. Nuestros hijos son sagrados, y a nadie nos gusta que jueguen con su salud.

 

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1 comentarios en "Armando Bastida: "Las medidas para prevenir el contagio por coronavirus limitan a los niños y dejan la educación a medias""

  1. Amen a cada una de tus palabras, Armando, como medica y como madre. Una brisa de SENTIDO COMUN! Gracias por este articulo!!!

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