Peleas entre hermanos: ¿Cuándo y cómo intervenir?

Artículo publicado el 7 Abr 2022 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 30 junio, 2023

Los conflictos y peleas entre hermanos suele ser uno de los mayores retos que afrontan muchas familias. Se suele decir que cuando tienes dos, el trabajo no se duplica sino que crece de manera exponencial hasta el infinito. Puede parecer una exageración, pero es cierto que, en la mayoría de ocasiones, la sensación es que la carga de trabajo supera con creces al doble.

¿Qué hacer para que dos hermanos se lleven bien?

Cuando tienes un bebé, los tiempos en los que duerme, por ejemplo, puedes aprovechar para hacer cosas que no puedes hacer mientras le atiendes o para descansar tú también… Sin embargo, cuando son dos y el bebé duerme, la misión principal pasa a ser conseguir que el hermano o la hermana mayor se entretenga con algo para que no despierte al bebé. Ahí te das cuenta de que a tus días van a empezar a faltarles horas. Y la aventura no ha hecho más que empezar.

Los celos suelen ser otra de las cuestiones que más inquietan a madres y padres cuando deciden ampliar la familia. De hecho, en Criar con Sentido Común tenemos un seminario dedicado a los celos y conflictos entre hermanos/as que podéis ver sin ningún coste adicional si formáis parte de la Tribu CSC.

 

Y llega ese temido momento en el que comienza a haber peleas entre hermanos y nos preguntamos si estaremos haciendo algo mal. Nos asaltan preguntas como “¿qué hacer cuando dos hermanos se pelean?” o “¿cómo hacer que dos hermanos se lleven bien?”. La realidad es que los conflictos entre hermanos/as son absolutamente normales. De hecho, son una maravillosa oportunidad de entrenamiento para la vida, ya que los conflictos pueden presentarse en cualquier circunstancia y entorno y, durante la infancia, tenemos la oportunidad de aprender a gestionarlos en un entorno seguro.

Aún así, no deja de ser una situación difícil ante la que solemos sentir desconcierto e impotencia. ¿Por qué no se llevan bien? Bueno, en realidad, seguramente, nos estamos dejando llevar por nuestros miedos y estamos poniendo el foco solo en lo negativo. Seguro que también hay momentos en los que juegan y ríen a carcajadas o se cuidan mutuamente y tienen detalles que hacen que se nos caiga la baba.

Así que vamos a intentar centrarnos en lo positivo y aprender de qué manera podemos intervenir para evitar estar alimentando los conflictos con nuestra conducta. Porque aunque los conflictos entre hermanas/os sean naturales, cada vez que intervenimos como jueces y tomamos partido a favor o en contra de alguna de las partes implicadas estamos favoreciendo que la rivalidad crezca.

¿Cuándo intervenir en una pelea entre hermanos?

Lo primero que tenemos que plantearnos es si necesitan que intervengamos porque, a menudo, a la que escuchamos cualquier mínima discusión saltamos para evitar la confrontación sin darles la oportunidad de intentar resolver por sí mismos.

Las únicas ocasiones en las que es imprescindible intervenir van a ser aquellas en las que:

• Se produzca violencia, ya sea física o verbal.
• También es necesario intervenir cuando así nos lo pidan.
• Y, en aquellas ocasiones en las que percibimos que la situación está empezando a írseles de las manos podemos elegir intervenir para intentar ayudarles a poner el foco en las posibles soluciones.

En el resto de situaciones, podemos confiar en su capacidad para resolver sus propios conflictos y diferencias y, en caso de que vayamos a intervenir, es fundamental que cuidemos el cómo para evitar conseguir exactamente lo contrario de lo que estamos buscando.

¿Cómo intervenir en una pelea entre hermanos?

Porque la clave es esta: ¿Cómo gestionar las peleas entre hermanos? ¿Cuándo intervenir en una pelea entre hermanos? Lo que se ha hecho de toda la vida ha sido ser juez y parte. Escucharles, tomar partido y dictar sentencia. Error. Craso error. Además de ser absolutamente injusto porque es completamente imposible que conozcamos todos los detalles que han motivado cada uno de sus conflictos, cada vez que tomamos partido por alguno de nuestros hijos o hijas estamos consiguiendo que crezca el resentimiento entre ellos y que sientan la necesidad de luchar por nuestro favor.

Pero y, entonces, ¿qué hacemos? Pues, en primer lugar, evitar los juicios personales y centrarnos en el problema y en las posibles soluciones sin poner el foco en quién ha cometido tal o cuál acción. Fundamental es también, si queremos ser respetuosos, evitar comparaciones y etiquetas.

Si es necesario intervenir podemos hacerlo recordando alguna norma básica “podemos discutir, pero no podemos pegarnos/mordernos/insultarnos”. A veces es suficiente con describir el problema para que se centren en buscar la solución. Podemos decirles, por ejemplo, “veo que solo hay un camión y las dos queréis jugar con él”. Y podemos añadir alguna frase de aliento como “confío en que sabréis encontrar una solución” para animarles a resolver la situación por sí mismos.

En los casos en que no sean capaces de resolver en ese momento, podemos separar sin hacer diferencias. En Disciplina Positiva hablamos de poner a los niños y a las niñas en el mismo barco. Podemos decirles que están muy nerviosos y ahora mismo no pueden estar juntos y que vayan cada uno a un espacio distinto hasta que vuelvan a estar en condiciones para volver a jugar.

Si la pelea ha ido demasiado lejos y se han lastimado, es importante atender primero a quien ha recibido el golpe y asegurarnos de que estén bien y a salvo ambos. Después podemos validar las emociones de ambas partes y recordar las estrategias que utilizamos para gestionar la ira sin dañar a nadie. También podemos verbalizar nuestras propias emociones desde el respeto y, si lo necesitamos y es posible, pedir el relevo a otra persona adulta cuando sintamos que estamos perdiendo nuestro propio autocontrol y que no estamos en condiciones de acompañar el momento de forma respetuosa.

Otra herramienta muy útil para la resolución de conflictos de la que ya hemos hablado en otras ocasiones es la mesa de la paz. Y una de las que a mí, personalmente, me gusta tirar cuando veo que se me agotan los recursos es el sentido del humor y hacer algo absurdo que no se esperan para ayudar a relajar la tensión del momento y recuperar la conexión.

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