En el blog de Criar con Sentido Común ya hemos publicado varias entradas relacionadas con los bebés de Alta Demanda e incluso impartimos un ciclo de seminarios sobre este tema. He querido volver a sacar…
Quizás hayáis visto la serie de HBO “The Leftovers”. Trata de un gran número de personas (el 2% de la población) que, sin razón aparente, desaparecen de la faz de la tierra en el mismo instante, todas a la vez, dejando a familiares y amigos totalmente desconcertados.
Personas que pierden a sus padres, hermanos, parejas, familiares, hijos… y que viven el dolor de una pérdida que no comprenden y con la duda asociada de no saber si volverán, y de ser así, cuándo, cómo, dónde (ni por qué).
Imaginad por un momento esa angustia, porque es la misma que muchos niños y niñas sufren cuando, en sus primeras separaciones con sus cuidadores de referencia (madres y/o padres), se dan cuenta de que de repente han desaparecido. Son las madres y padres Leftovers, que hacen pasar a sus hijos por esa amarga sensación, un día tras otro.
Cuando empieza la escuela o cuando empieza el trabajo
En realidad hay muchos motivos por los que una madre o un padre pueden llegar a separarse unas horas de su bebé o niña. Las más habituales son cuando tenemos que dejarlos en la escuela (ya sea la escuela infantil, ya sea el cole), y cuando los dejamos en casa al cuidado de otra persona y nos tenemos que ir (a trabajar, a comprar, hemos quedado…).
En las primeras separaciones, sobre todo cuando son pequeños y cuentan con nuestra presencia porque somos sus cuidadores de confianza, sufren si nos vamos. No quieren separarse de nosotros porque somos su referencia de seguridad, su figura de apego, la persona con quien desde pequeños crearon ese vínculo que les ayuda a no tener que preocuparse por su supervivencia, para poder preocuparse de lo realmente importante: aprender, desarrollarse, jugar y crecer como personas.
Entonces, para que no sufran, y para no verlos sufrir, muchos adultos deciden “escaparse” del momento despedida: “Me voy ahora que está entretenida jugando”. Y es eso lo que sucede, que como el pequeño no se entera de que mamá o papá se han ido, no hay lágrimas de por medio.
“Qué contento se queda mi niño en el cole”, piensan algunos. “Qué bien está en la escuela infantil”, piensan otros. El problema aparece cuando, pasado el rato, esa niña decide que es momento de saber dónde está su madre o su padre. Quizás ni siquiera lo necesita, es probable que su intención sea solo echar un vistazo, ver que papá está por ahí, y seguir jugando. Pero al darse cuenta de que no está, aparecen todos los temores: ha desaparecido y se ha quedado sola en el mundo.
Y no, claro que no están solos. Pero ha desaparecido su madre, o su padre, no saben si volverán y no saben cuándo, ni cómo. ¿Hay algo peor que eso?
Cuando re-aparecen, ya no te sueltan
La consecuencia directa más clara es que, al perder el control de nuestra presencia o nuestra ausencia, al dejar de comprender las leyes físicas de la aparición y desaparición (porque ellos no saben si has salido por la puerta o te has volatilizado), y al no controlar el tiempo, porque no saben qué son los minutos, ni las horas (y por eso siempre preguntan “cuánto falta”), deciden intentar evitar que vuelva a pasar de nuevo:
- Persiguiéndote a todas partes, incluso al lavabo.
- Llorando si te vas de la habitación, aun cuando vayas a volver enseguida.
- Despertándose por las noches cuantas más veces mejor, para cerciorarse de que sigues ahí en todo momento.
En definitiva, y con la intención de que no le vuelva a pasar, vivirá centrado única y exclusivamente en intentar salvarte de ese suceso tan traumático, y en salvarse a sí mismo de esa ausencia.
Despídete siempre
Aunque sepas que va a llorar mucho más. Aunque en el colegio te digan que “aproveches ahora que está jugando tranquila y vete” (esto cada vez sucede menos, pero aún hay quien recomienda esta estratagema).
Aunque te vayas con el corazón en un puño y con la imagen grabada de sus ojos llorosos porque querrías no tener que separarte ni provocarle ese sufrimiento: despídete siempre (que lo ideal sería que las separaciones se trabajaran de manera paulatina para que no las vivieran como una pérdida, sino como una oportunidad… pero de esto hablaré otro día).
¿Cómo? Pues como te nazca: un beso, un abrazo, un “Te quiero mucho, me voy a trabajar y te quedas jugando con la abuela pero luego vuelvo”, “Cuando acabes te estaré esperando en la puerta” o “Vendrá el abuelo a buscarte y yo te veré más tarde, y jugaremos mucho”.
Incluso un “Yo también estoy triste porque quiero estar contigo, pero estoy tranquilo porque sé que aquí hay juguetes y muchos niños” y un “Mira, te pinto un puntito en la mano y yo me pinto otro… cuando pienses en mí, puedes tocarlo, y seguro que yo en ese momento me acordaré de ti, y tocaré mi puntito también” o un “Toma, te dejo mi pulsera de la suerte para que te ayude a pasártelo muy bien”.
Es posible que se quede llorando igualmente, porque nada de eso le sirve, porque no concibe esa separación, porque no tiene ningún sentido para él. Pero al menos tiene la información.
Sabe que te vas, sabe adónde vas, le has dicho que volverás y sabe que después estaréis juntos de nuevo. No has desaparecido, no te volatilizas, no es culpa de Thanos, no te has ido sin decir adiós y hasta sabe que es una situación que a ti tampoco te emociona porque también preferirías estar con él, pero que no puede ser de otro modo.
Digamos que la diferencia está clara, ¿no? En el primer caso la niña se queda tranquila pero luego lo pasa mal el resto de la mañana por sentirse abandonada y totalmente desconcertada. En el segundo caso el niño se queda mal, pero con el tiempo, con los días y semanas, entiende que siempre hay una despedida y un reencuentro, y aprende a enmarcar ese tiempo “solo”, sin mamá y/o sin papá, entre ambos momentos, el “Adiós cariño, hasta luego, ojalá que lo pases muy bien” y el “Hola, mi amor, ya estoy contigo, ¿te lo has pasado bien?”.
PS: Lo cierto es que me han salido unos cuantos párrafos para contar algo que se explica con un simple ejercicio de empatía:
¿Cómo te sentirías si vas con alguien a comprar, o a tomar algo, y se va sin que te des cuenta, sin decirte adiós?
Y cuándo te tienes que ir y están dormidos?
Tengo un bebé de 6 meses y he empezado a trabajar. Me siento fatal cuando le dejo dormido y sé que se despertará con una cuidadora
Si está dormido, está dormido. Seguro que esa cuidadora le dará mucho cariño cuando se despierte, para que lo lleve lo mejor posible.
A mi me pasa lo mismo, lo dejo durmiendo con su papá. Sé que con él se queda bien y me voy tranquila, pero desde que empecé a trabajar después de las vacaciones está muy cambiado (tiene 14 meses), cuando vuelvo no me suelta y grita todo el tiempo y se despierta llorando. No sé qué hacer para minimizar su estrés. Sé que se irá habituando, pero si hubiese alguna otra cosa que pudiese hacer para facilitarle el proceso, sería mejor.
A partir de que edad entienden el “cariño vuelvo en un rato”?. Tengo un niño de 17 meses que empieza la escuela infantil y no se muy bien como afrontarlo. Mi temor es despedirlo pero que igualmente no comprenda que volveremos en unas horas a buscarlo y se sienta con la misma sensación de abandono que si nos hubiesemos “escapado”… Muchas gracias por todos tus consejos!!