Los riesgos de sobrecompensar con regalos la falta de tiempo

Ningún juguete, ni siquiera un millón de ellos, podrá nunca sustituir nuestra presencia 

Artículo publicado el 16 Dic 2021 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 3 enero, 2024

En muchos casos, las personas adultas regalamos en exceso a los peques en un intento de compensar con regalos otras carencias, como la falta de tiempo para estar con ellos.

Compensar con regalos la falta de tiempo

El scalextric, los lego, la videoconsola, el coche teledirigido, la Barbie, el osito de peluche, el juego de mesa, la casita de Peppa Pig, el maletín de médico, el Spiderman articulado, el castillo de Frozen, la cocinita, la bicicleta, la casa de muñecas, el banco de herramientas, el centro de mando de la Patrulla Canina, el disfraz de Minion, el caballito balancín…

Hay cartas de Reyes Magos que son interminables. En realidad, supongo, que si diéramos rienda suelta a los deseos de niños y niñas, casi todas lo serían. Por un lado, el marketing del consumismo hace su trabajo disfrazando los deseos de necesidades que no teníamos hasta que hemos visto ese maravilloso anuncio.

 

Los riesgos de compensar con regalos la falta de tiempo

 

Y, por otro, supongo que hay algo natural en ese “querer todo lo que veo” en una infancia que está descubriendo el mundo, que se encuentra rodeada de estímulos y que aún no ha desarrollado ese pensamiento crítico necesario para discernir entre necesidades, deseos reales y deseos condicionados por los mensajes externos.

El sentido común nos dice que, con los regalos, como con casi todo, en el término medio está la virtud. Pero ni el término medio es el mismo para todo el mundo, ni el sentido común tampoco. Y, en muchos casos, somos las madres y/o los padres quienes regalamos en exceso a nuestros/as hijos/as en un intento de compensar otras carencias.

En ocasiones, en un intento de compensar las carencias materiales de nuestra propia infancia. Suele darse, sobre todo, en familias de origen humilde que han prosperado y que quieren dar a sus hijos/as todo aquello que no pudieron tener en su infancia. El famoso “que no les falte de nada”. 

En otras ocasiones, es la manera que encuentran algunas personas de sobrecompensar a los hijos por no tener tiempo. En las últimas décadas, la organización de la mayoría de las familias ha cambiado de manera trascendental. La incorporación de la mujer al mercado laboral ha traído consigo infinidad de ventajas para las mujeres en muchos sentidos: independencia económica, desarrollo profesional y personal…

 

Los riesgos de compensar con regalos la falta de tiempo

 

Sin embargo, la pérdida de poder adquisitivo que se deriva de la discrepancia existente entre el aumento significativo de los precios en general y el escaso aumento de los salarios, ha traído como consecuencia que, en la mayoría de las familias, se haga casi indispensable que entren dos sueldos en casa para conseguir subsistir.

Como consecuencia, en muchos casos, ninguno de los dos progenitores (cuando los hay) puede dedicarse durante unos años a la crianza, aunque quisieran hacerlo como vemos a diario en la Tribu CSC. En otras ocasiones, aunque económicamente pudiera sostenerse la situación, ninguno de los progenitores desea aparcar su actividad profesional para dedicarse a la crianza.

En cualquier caso, lo habitual es que, hoy en día, dispongamos de menos tiempo del que nos gustaría para atender a nuestros hijos e hijas. Incluso es frecuente que nos sintamos culpables por no estar tan presentes en sus vidas como nos gustaría. Y, en ese afán por compensar esa ausencia de tiempo, muchas familias intentan compensar esa carencia con regalos. 

 

Los riesgos de compensar con regalos la falta de tiempo

 

Lo que de verdad necesitan

Nuestros hijos no necesitan un millón de juguetes con los que entretenerse mientras están solos. Nuestras hijas no necesitan un montón de tecnología con la que pasar el tiempo mientras trabajamos. 

Nos necesitan a nosotros/as. Nuestra presencia. Y con esto no quiero invitar al monstruo negro de la culpa a acecharnos. Tenemos las vidas que tenemos y sobrevivimos a los ritmos laborales que se nos imponen. Pero la infancia de nuestras/os hijas/os dura apenas unos pocos años. No se trata de fustigarnos por no poder pasar toda la tarde con ellos. Pero ese tiempo que compartimos es importantes que estemos presentes. Que les dediquemos nuestra atención y nuestro tiempo

Si cuando tienen algo importante que decirnos, nunca nos parece que sus asuntos sean importantes; o si, cuando nos piden atención, les contestamos de manera automática sin dejar de mirar el móvil; difícilmente van a poder compensar esa necesidad de atención con una habitación llena de juguetes

 

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Necesitan que cuando algo sea importante para ellos/as seamos capaces de parar y aparcar por un momento nuestras interminables listas de tareas para escuchar lo que tienen que contarnos.

Necesitan que el tiempo que pasamos juntos/as sea en un clima de armonía. Necesitan sentir que les queremos por encima de sus acciones y de nuestros desencuentros. 

Necesitan conexión, ratitos de cosquillas y risas, de juego en familia, de charlas sobre las cosas que les importan y nos importan, de mirarnos a los ojos sin más.

Necesitan sentirse importantes, que les tengamos en cuenta, que les pidamos su opinión y les permitamos tomar sus propias decisiones, cometer sus propias equivocaciones, asumir sus propios errores… sin sentir que estamos esperando a que se equivoquen para señalarles el error. 

 

Los riesgos de compensar con regalos la falta de tiempo

 

Necesitan ser parte de la familia, contribuir al bienestar común, sentirse útiles, saberse valiosos.

Necesitan un beso de buenas noches, un cuento inventado en la cama antes de dormir, una canción ridícula con la que reírse a carcajadas, un abrazo largo que arrope su pena, una caricia suave que les seque las lágrimas, una sonrisa cómplice que baile con su alegría…

Necesitan que le arañemos ratitos a nuestra ajetreada agenda para jugar con ellos/as. A cualquier cosa. Para disfrutarnos mutuamente.

Y ningún juguete, ni siquiera un millón de ellos, podrá sustituir eso

Así que estas Navidades, en lugar de añadir más paquetes bajo el árbol para compensar con regalos la falta de tiempo o atención, sumemos momentos bonitos a nuestro álbum de recuerdos en familia.

 

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