El aumento del consumo de carne, relacionado con el asma infantil

Una molécula que se genera durante el metabolismo de las proteínas de la carne se asocia al aumento de sibilancias en los niños

El asma es la enfermedad crónica más frecuente en la infancia y tiene en los niños unas características especiales que la hacen diferente del asma del adulto. Un reciente estudio asocia el aumento del consumo de carne con el desencadenamiento de sibilancias en algunos niños, lo que potencialmente puede provocar asma u otras afecciones respiratorias.

El asma infantil asociado a los alimentos

El asma es una enfermedad inflamatoria de las vías respiratorias que cursa con brotes desencadenados por diferentes factores. Los factores desencadenantes son responsables del broncoespasmo, la contracción brusca de la musculatura de los bronquios, lo que produce dificultad respiratoria, tos y los típicos ruidos del asma, las sibilancias, también conocidas como pitos.

 

 

Pero para que los desencadenantes produzcan este efecto, debe haber una inflamación previa del bronquio que lo hace más sensible e irritable. Las causas de esta inflamación pueden ser varias. Las más frecuentes son las alergias, pero también infecciones víricas como la bronquiolitis, la gripe o los rinovirus de los catarros de vías altas pueden originar la inflamación del árbol bronquial.

El papel que pueden tener los alimentos en la inflamación de los bronquios es aún objeto de discusión. Los niños alérgicos a alimentos pueden tener también alergias respiratorias y asma, como parte de una tendencia particular de la persona a la alergia, pero los alimentos no producen asma de forma directa, salvo en el contexto de una crisis anafiláctica.

 

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En la anafilaxia, el alimento puede desencadenar síntomas que afectan a distintos órganos como piel, aparato digestivo, cardiovascular, y también aparato respiratorio donde produciría la crisis asmática. Sin embargo, desde hace años se viene relacionando el consumo de cierto tipo de alimentos con un mayor riesgo de asma por la actividad proinflamatoria de esos alimentos.

Por ejemplo, se ha visto que el consumo de carnes procesadas aumenta el riesgo de crisis asmáticas en adultos. A mayor frecuencia de consumo de carnes procesadas, mayor frecuencia de crisis. Ahora este efecto se ha comprobado también en niños y no solo con carnes procesadas.   

Una molécula generada en el metabolismo de las proteínas de la carne aumenta las sibilancias

Un reciente estudio de investigadores del Hospital Monte Sinaí (Estados Unidos), publicado en la revista científica Thorax relaciona un aumento en la frecuencia del consumo de carne con síntomas respiratorios en niños e incluso identifica la molécula que sería responsable de este efecto: una sustancia que se genera durante el metabolismo de las proteínas de la carne, denominada AGE (las siglas en inglés de productos finales de glicosilación avanzada).

 

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Cuando hay un aumento del consumo de esta sustancia, se encuentra un aumento del riesgo de sibilancias, dificultad para dormir o hacer ejercicio debido a estas sibilancias y mayor necesidad de medicación. Los productos de glicosilación avanzada de la dieta son sustancias altamente oxidantes y proinflamatorias, y se encuentran en grandes cantidades en las carnes cocinadas.

En los pulmones hay gran cantidad de receptores para esta sustancia, pero el papel en el desarrollo de la inflamación de la vía aérea no está claro. Este estudio viene a apoyar investigaciones anteriores que relacionan una dieta proinflamatoria con la presencia de sibilancias.

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La dieta occidental, caracterizada por un aumento en el consumo de carnes rojas y grasas saturadas promueven la activación de sustancias proinflamatorias que contribuyen a la inflamación de la vía respiratoria y al desarrollo de asma. Y por lo que se ve, también pueden aumentar la frecuencia de sibilancias en niños alérgicos.

Por el contrario, la dieta mediterránea, caracterizada por un bajo consumo de grasas saturadas y carnes rojas puede tener un efecto antiinflamatorio y existen estudios que demuestran que hay menos riesgo de sibilancias y de asma.

 

 

No obstante, dicho estudio tiene importantes limitaciones. Fundamentalmente porque no se puede demostrar causalidad al tratarse de un estudio observacional. Se trata de una encuesta que hace una pregunta en un momento puntual: ¿Comes carne? ¿Cuántas veces a la semana? ¿Has tenido sibilancias? ¿Cuantas veces por semana? Pero en realidad no podemos decir que una cosa es consecuencia de la otra con este tipo de estudios.

Podría tratarse simplemente de que una persona preocupada por llevar una dieta saludable siga también otros hábitos saludables, como no exponer a los niños al humo del tabaco, y esta fuera la verdadera causa del menor número de crisis. O que las familias que opten por no comer carne tengan también mayor tendencia a tener mascotas en casa, que también se sabe que protege contra el asma.

 

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Sin embargo, estos hallazgos siguen siendo muy interesantes ya que pueden animar a los científicos a hacer estudios de intervención en la dieta para intentar demostrar causalidad. Para intentar demostrar que, efectivamente, el consumo de carne produce un aumento de las crisis de asma y que no son meras coincidencias. Sería fantástico saber que simplemente disminuyendo el consumo de carne, los niños con asma o los que tienen sibilancias con los catarros pueden tener menos crisis y encontrarse mejor.

Por el momento, aunque esta causalidad no ha podido ser demostrada, reforzar la recomendación de disminuir el consumo de proteínas de origen animal en favor de proteínas vegetales como medida para llevar una dieta más sana, tiene una justificación más que la avale y tenemos un motivo más para fomentar que niños y niñas consuman más frutas y verduras.

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