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Es la tercera vez que escribo bajo la “inspiración” del concepto de violencia obstétrica. Sí, VIOLENCIA OBSTÉTRICA, se puede decir más alto pero no más claro, hay mujeres, bebés y parejas que han pasado por ello.
Hoy mismo he leído como el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) hizo ayer una publicación rechazando esta terminología, considerándola muy desafortunada después de que se esté planeando incluirla dentro de la Ley de Violencias machistas. Terminan con la disposición hacia el Ministerio de Igualdad para les tenga en cuenta para “participar en aquellas iniciativas enfocadas en mejorar la asistencia sanitaria a las mujeres, desde el conocimiento científico, el compromiso ético y deontológico y la experiencia profesional”.
La violencia obstétrica existe y no es un maltrato invisible, sino normalizado
Veamos, la ley de violencia de género es aquella que se encarga de las violencias ejercidas específicamente contra las mujeres, en entornos en los que la mujer se encuentra en inferioridad o especial vulnerabilidad. Una mujer, en una situación de asistencia sanitaria, puede verse ante una agresión de sus derechos.
Esto ocurre mucho más frecuentemente de lo que nos gustaría reconocer, y lo peor es que está tan normalizado que alguien con bata blanca pueda soltar una frasecita socarrona del tipo “cuando te quedaste embarazada seguro que no te quejaste tanto” y a nadie le chirríe semejanza falta de respeto.
Es más, añadiría que no sólo existe violencia en el momento del embarazo, parto o postparto, sino en las exploraciones ginecológicas también. Sólo hay que indagar en cuántas veces se pide permiso antes de hacer una exploración genital.
Hito histórico
Que se incluya este tipo de violencia dentro de una ley es un hito histórico, un paso más para visibilizarlo en nuestro país, un ejemplo para otras naciones, dando continuidad a las iniciativas e informes de la OMS y las Naciones Unidas.
Desafortunado es que en lugar de revisar las causas de por qué se está hablando de violencia obstétrica, salgan defendiendo la entrega, servicio, humanidad y ética de los especialistas médicos de ginecología y obstetricia.Aunque usando ese mismo hilo, la ética asistencial y código deontológico nos obliga a prestar una atención de calidad avalada por las más recientes evidencias científicas, siempre con el permiso de la mujer.
Y entonces, ¿por qué se siguen usando prácticas totalmente desaconsejadas hace años? Ético es palparse las vestiduras, asumir que estamos cometiendo errores y hacer un esfuerzo real y patente en cambiar.
Ahora es cuando salen las voces de que “no todos/as somos así”. Quienes nieguen o duden que la violencia obstétrica existe es que la están ejerciendo. Y quienes son conscientes de ello no les hace falta decir que ellos/as no, porque además quien más o quien menos, todo/as hemos cometido algún error en ese sentido; asumirlo y trabajar por mejorar es la clave para ofrecer una calidad asistencial real.
¿Evitemos alarmismo?
Alarma social, claro, es que si las mujeres y sus parejas van informadas de que pueden ocurrir estas cosas son más peligrosas, porque van a pedir información, respeto y actualización. Pueden ir, plan de parto en mano, exigiendo algo que no deberían exigir, porque son sus derechos y deberían respetarse sin necesidad de tener que pedirlo, y menos aún sin tener que aguantar que se les juzgue por hacerlo.
Alarmante es que haya quien intente taparlo tras palabras rimbombantes, poniendo la ciencia y la ética sobre la mesa, cuando son los primeros que la obvian.
Iniciativa #YoTambiénSufríViolenciaObstétrica
Os proponemos algo sencillo, compartir vuestra experiencia en redes usando el hashtag: #yotambiénsufríviolenciaobstétrica
Empiezo yo misma: tendría unos 17-18 años y cuando la ginecóloga, en la valoración que me hizo, incluyó una ecografía transvaginal de la que no me informó ni me pidió permiso. Simplemente me encontré en aquella situación, aguantando el dolor de aquella exploración. ¿Necesaria? Sí, y ¿qué tal si añadimos un poco de tacto, pedir permiso, informar del proceso…?
A los 29 años, a un par de semanas de dar a luz, el ginecólogo que revisó mi registro rutinario me saltó “que las mujeres que no quieren la epidural luego la piden a gritos” al enterarse de algunos de mis deseos sobre mi parto. Totalmente fuera de lugar.
Y me siento “afortunada” porque he escuchado relatos escalofriantes, por no hablar de que, como matrona, he sido testigo de verdaderos delitos en la atención a mujeres en sus partos. Cuántas se van a casa destrozadas, física y/o emocionalmente, calladas y sintiéndose sin derecho a protestar porque “todo ha salido bien y tienes a tu bebé sano, que es lo importante”.
Un buen profesional no se forja por tener ojo clínico, saber interpretar bien los síntomas o tener pulso firme en el quirófano; un buen profesional sanitario tiene, tras esa base científica, empatía, tacto, cariño, respeto real hacia sus pacientes: eso es un profesional completo.
Señores y señoras, médicos o de cualquier otra rama sanitaria, la falta de respeto y la violencia asistencial existen, y si tan preocupados están, póngase manos a la obra a mirar qué hay que cambiar en la ACTITUD asistencial para que la atención a la mujer sea realmente humanizada y respetuosa. Una mirada hacia el interior de cada uno/a.
Y recordad que, en la Tribu CSC, hay todo un equipo de profesionales actualizados dispuestos a escucharte, informarte y apoyarte.
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1 comentarios en "#YoTambiénSufríViolenciaObstétrica (a pesar de lo que diga el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos)"
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Yo también he sufrido violencia Obstetrica en mis dos partos, en el primero Iba desinformada y no me di cuenta hasta semanas más tarde, y en el segundo he sufrido un trato terrible y un parto robado a pesar de estar muy informada y expresar con claridad mis deseos. Sin razón me han tratado como si fuera una muñeca de trapo robandonos a mi hija y a mi la oportunidad de encontrarnos como deseábamos . Es muy triste que siga pasando todo esto.