La ONU reconoce la existencia de la violencia obstétrica

Te resumimos el informe de la ONU en el que se reconocen y describen las prácticas de violencia obstétrica detectadas en todo el mundo

“Enfoque basado en los derechos humanos del maltrato y la violencia contra la mujer en los servicios de salud reproductiva, con especial hincapié en la atención del parto y la violencia obstétrica”. Así se titula el informe publicado por la Organización de Naciones Unidas realizado por la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer Dubravka Šimonović.

Siento una gran ambivalencia, una sensación agridulce me recorre tras constatar aquello que muchas ya sabíamos y que venimos denunciando desde hace tantos años… La violencia obstétrica existe y la ONU lo reconoce en este documento de 26 duras páginas que revelan la aberración de trato a la que pueden llegar a ser sometidas las mujeres en todo el mundo.  

 

 

Por tercera vez lo releo, para ver si se queda conmigo un poso más dulce, ese de ver reconocido el dolor de muchas mujeres y de sus bebés, y el trabajo de muchísima gente que hace tiempo lucha por cambiar DE VERDAD la atención a la salud de la mujer.

¿De dónde partimos?

Desde donde me acompaña mi memoria como estudiante ya recuerdo la violación de los derechos de las mujeres; para empezar porque poquísimas veces pedí permiso para exploraciones o simplemente para estar ahí durante una intervención.

No tardé mucho en contactar con personas que me enseñaron “otra forma de asistir” y me di cuenta de que solo hay una forma de atender a una mujer, a una persona en general, y es desde el RESPETO, TOTAL Y ABSOLUTO RESPETO. Respeto a sus decisiones, a su privacidad, a su cuerpo, a su tiempo, a su cultura, a sus costumbres, a sus necesidades, etc.

Llegué a escuchar en más de una ocasión: “¿Acaso una mujer me va a enseñar a mí cómo se hace un parto?”. Pues sí, claro que sí, porque el parto lo hace ella. Nosotras somos meros acompañantes con conocimientos para preservar el bienestar y todo lo que necesite en su embarazo, parto, posparto, duelo o lo que sea que estemos asistiendo. Nos debemos a salvaguardar: “El derecho de las mujeres al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental”. 

 

 

¿En qué momento se perdió ese derecho? Aunque eso daría para un libro entero, podríamos desglosarlo, tal y como se menciona en el informe, en:

  • Condiciones y limitaciones de los sistemas de salud como causas estructurales de violencia obstétrica: En muchos países no se da ni la importancia ni los recursos suficientes para la infraestructura necesaria. También aluden a la sobre-representación de los hombres en la atención ginecológica-obstétrica, que históricamente ha desplazado al papel de la matrona como principal precursor de los servicios de salud para las mujeres. Un estudio de la OMS del 2016 reveló que este colectivo se siente limitado y subestimado; y es que existen factores laborales que parece que apoyan a perpetuar el maltrato a las mujeres.
  • Leyes y prácticas discriminatorias y nocivos estereotipos de género: Hay estados en los que todavía es necesario tener el consentimiento del esposo o padre para prácticamente todo. Es bastante universal que las mujeres de baja condición socio-económica reciban un impacto negativo en su asistencia. Y también lo es la ausencia de leyes de protección real ante la violación de los derechos humanos en la asistencia a las mujeres, en lo que respecta a su salud reproductiva.
  • La dinámica de poder y el abuso de la doctrina de la necesidad médica: El poder de la bata blanca, lo llamaría yo. Lo he demostrado experimentalmente en muchas de las clases de educación perinatal: el mero hecho de llevar una bata me otorga un poder tremendo sobre los asistentes. Si, además, uso una actitud de superioridad manifiesta, no falla: puede que se sientan incómodos, pero logro “obediencia”.

Atención a ese último párrafo del informe, porque es algo terriblemente grave:

“La dinámica del poder en la relación entre el centro de salud y los pacientes es otra causa de maltrato y violencia que se ve agravada por los estereotipos de género sobre el papel de la mujer. El centro de salud tiene el poder del conocimiento médico acreditado y el privilegio social de la competencia médica reconocida, mientras que las mujeres dependen básicamente de la información y la atención del centro de salud. Además, las mujeres son especialmente vulnerables durante el parto. Aunque los profesionales sanitarios no necesariamente tienen intención de tratar mal a sus pacientes, la autoridad del servicio médico puede fomentar una cultura de impunidad cuando las violaciones de los derechos humanos no solo no se remedian, sino que pasan inadvertidas. Este desequilibrio de poder se hace especialmente evidente en aquellos casos en los que profesionales sanitarios abusan de la doctrina de la necesidad médica para justificar el maltrato y los malos tratos durante la atención del parto”.

Trata de la ignorancia de que se está ejerciendo violencia, el desconocimiento de que se obvian las decisiones y los derechos de las mujeres. Este es uno de los grandes caballos de batalla al que nos enfrentamos: absolutamente todo se justifica con que te vayas viva a tu casa y con un bebé sano. Tu salud física y psicológica no importan.

¿A qué nos referimos con maltrato y violencia contra la mujer?

Según dicho informe:

“Las dolorosas historias contadas por las mujeres en las comunicaciones recibidas por la Relatora Especial, pusieron de manifiesto que el maltrato y la violencia contra la mujer en los servicios de salud reproductiva y durante la atención del parto en los centros de salud, se producen en todo el mundo y afectan a las mujeres de todos los niveles socioeconómicos”.

No es algo reciente, lo que ocurre es que la era de la comunicación digital ha permitido que se alcen las voces y se unan los testimonios, haciéndose públicas las denuncias de las mujeres a lo largo de todo el mundo.

 

 

Nos encontramos con situaciones como:

  • Experiencias de maltrato, abandono y condiciones de peligro durante el parto.
  • Esterilización forzada y aborto forzado por considerar que no son “buenas madres” por su situación social.
  • En algunos países, se atiende a mujeres encarceladas inmovilizándolas durante el parto, esposándolas a la cama. 
  • Detención de la madre con su bebé, tras el parto, por no poder pagar la asistencia sanitaria.
  • Uso excesivo de cesáreas, con una tendencia al alza en países de América Latina y Europa. Hay pruebas que sugieren que las mujeres son víctimas de sistemas de salud deficientes donde los servicios se planifican y gestionan a conveniencia económica, más que de salud, sin ningún tipo de información para ellas.
  • Realización de episiotomías en tasas superiores a las recomendadas, sin consentimiento expreso de la mujer. Además se relatan procedimientos como los llamados “puntos del marido” (“técnica” que aprendí, de otra mujer, en mi primer año de residencia como matrona): “Esta práctica es consecuencia de unos nocivos estereotipos patriarcales y de la desigual relación entre hombres y mujeres”.
  • Uso excesivo de intervencionismo en el parto, como el uso de oxitocina y otras intervenciones de forma rutinaria y sin consentimiento informado y expreso.
  • Se sigue usando la “maniobra Kristeller”, aunque hace tiempo que está totalmente desaconsejada por la OMS.
  • La demora o la falta de alternativas para el alivio del dolor.
  • Prácticas humillantes y sexistas: “Muchas mujeres procedentes de diferentes partes del mundo han descrito prácticas profundamente humillantes, agresiones verbales y observaciones sexistas durante la atención del parto. Solo desde hace poco las mujeres han empezado a hablar sobre las burlas, los reproches, insultos y gritos que sufren por parte de los trabajadores sanitarios”.
  • Amenazas y maltrato psicológico: “Las mujeres también han denunciado haber recibido amenazas por parte de los profesionales sanitarios de retirarles el tratamiento, sufrir violencia física u obtener malos resultados sanitarios. También incluye amenazas de palizas si la mujer no obedece y la culpabilización de la mujer por las complicaciones en ella misma o en su bebé. Estas prácticas pueden causar un daño y sufrimiento psicológico y pueden constituir violencia psicológica contra las mujeres”.
  • El consentimiento informado es un elemento ausente en la mayoría de los estados, o bien se hace un uso inadecuado. Aunque en muchos países sí está legislado el proceso de consentimiento informado, existe un vacío en su uso correcto.
  • La aplicación de protocolos hospitalarios como parapeto de justificación de intervenciones o evitación de consentimiento expreso. “El consentimiento informado es un proceso de comunicación e interacción continua entre el paciente y el personal sanitario, y una firma por sí sola no es una indicación de consentimiento informado. […] El consentimiento del paciente es necesario independientemente del procedimiento, y la persona puede retirarlo en cualquier momento según el principio de una atención centrada en el paciente”.
  • Prohibición de aborto. Ni siquiera en casos de violación, incesto, riesgo para la madre o malformaciones fetales. En algunos países no se presta atención a la mujer que padece un aborto espontáneo. 
  • Inacción por parte de los Gobiernos para ofrecer alternativas sobre la atención al embarazo y al parto, a pesar de haber pruebas que demuestran su eficacia y necesidad.

Todo esto es profundamente amargo porque es una realidad, un día a día, y quien diga que “no es para tanto” es que aún está cegado ante la justificación de “siempre se ha hecho así” o “es por tu bien o por la salud de tu bebé”, como si las mujeres no supieran discernir sobre su propia vida o la de sus hijos.

 

 

La violencia obstétrica no es algo relegado a países en vías de desarrollo, es una epidemia mundial, solo que en cada Estado se manifiesta de manera diferente.

Expectativas de futuro

El informe de la ONU recoge 4 páginas de conclusiones y RECOMENDACIONES, haciendo especial hincapié en la necesidad de una gestión adecuada y real del consentimiento informado, además de sugerir unas medidas de vigilancia e información pública sobre las actividades de los centros.

Personalmente, me parece importante mencionar que hablan de rendir cuentas a través de responsabilidad profesional y sanciones, y de reconocimiento hacia las víctimas de violencia; mencionando incluso la necesidad de sensibilización de la población y especialmente de abogados y jueces.

Deseo que mucha gente se quite la venda de los ojos para poder ver las heridas que dejan en las mujeres un comentario, una mirada… por no hablar de las cicatrices físicas y psicológicas.

 

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Mi esperanza queda en que este sea un paso más en hacer realidad una atención digna hacia la mujer en todo momento para salvaguardar: “El derecho de las mujeres al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental”. Que haga tomar cartas en el asunto a los Gobiernos y a los representantes de la salud a nivel nacional de cada país para cumplirlo, ya que:

“Los Estados tienen la obligación de respetar, proteger y hacer efectivos los derechos humanos de las mujeres, incluido su derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental durante los servicios de salud reproductiva y el parto, sin ser objeto de maltrato o violencia de género; así como de aprobar leyes y políticas apropiadas para combatir y prevenir ese tipo de violencia, enjuiciar a los responsables y proporcionar reparación e indemnización a las víctimas”.

 

Aquí podéis leer el documento completo con la resolución de la ONU

 

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1 comentarios en "La ONU reconoce la existencia de la violencia obstétrica"

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