La vacuna contra el Covid-19: Retos, dudas e interrogantes

Hay unas cuantas vacunas contra el Covid-19 prácticamente dispuestas para su comercialización, aunque la primera que estará disponible en Europa será la de Pfizer. Una vacuna contra el Covid-19 que plantea ciertos retos e interrogantes a los que tratamos de dar respuesta en este artículo.

Retos de transporte, conservación y administración de la vacuna contra el Covid-19

La vacuna contra el Covid-19 es conocida por precisar una temperatura inferior a los 70 grados bajo cero para conservarse, lo que supone un gran reto para su transporte y conservación. Esta es, precisamente, la primera duda que plantea. Si ya es complicado mantener una cadena de frío normal para las vacunas convencionales, estas temperaturas extremas supondrán un reto extra para llevar a cabo la campaña de vacunación. 

Y una pregunta que ya nos están haciendo es cómo se va a administrar, ya que a esa temperatura no parece posible dado que estará congelada. El fabricante informa de que, para administrar la vacuna, esta debe estar entre 2º y 8º C y puede tardar unas 3 horas en descongelarse.

 

 

Una vez descongelada puede conservarse a esta temperatura durante 5 días, aunque también se puede descongelar más rápido si se mantiene a la temperatura ambiente de 25ºC durante 30 minutos, pero en este caso solo se conserva durante 2 horas. Así que no hay que preocuparse.

Cuando nos pongan la vacuna no se nos va a poner el brazo como el hombre de hielo o como Frozen. Ya os contaré la experiencia, porque seguramente me vacunarán a mí de las primeras, al pertenecer a uno de los primeros grupos que recibirán la vacuna: el personal sanitario.

¿A quiénes se vacunará primero?

Al no haber todavía vacunas para todo el mundo, se han organizado unos grupos para empezar a vacunar primero a las personas de mayor riesgo o especialmente expuestas. Así que los primeros serán los mayores y el personal sanitario.

 

 

Luego vendrán otras personas de riesgo y otros trabajadores esenciales, incluidos los docentes. Después irán los niños, los adolescentes y los adultos, las embarazadas y las madres lactantes.

Por último, se vacunarán aquellas personas que ya han pasado la enfermedad. Porque aunque tienen protección natural, también se deben vacunar ya que no se sabe bien cuánto pueden durar los anticuerpos y la vacuna no supone ningún riesgo extra en estos casos. 

 

 

¿Por qué se deja a los niños, adultos sanos, embarazadas y madres lactantes para los últimos lugares?

Los niños serán de los últimos porque sabemos que no son especialmente transmisores del virus y que la enfermedad suele ser leve en ellos, lo que permite que se pueda esperar para vacunarles y así vacunar primero a quienes más se pueden beneficiar de evitar la enfermedad. Además, no se han incluido niños en los ensayos clínicos realizados hasta ahora y es prudente esperar a que estén los resultados de los que se encuentran en marcha actualmente.

 

 

Quizás pienses que los primeros en vacunarse deberían ser los jóvenes, que tienen una vida social más intensa con más riesgo de no cumplir con las medidas de protección conocidas de llevar mascarilla y mantener la distancia. O los adultos, que están obligados a moverse y relacionarse más por motivos laborales.

Pero es que la vacuna no ha demostrado que disminuya el riesgo de transmisión del virus, sino que protege frente a la enfermedad. Es posible que, incluso estando vacunada, una persona no enferme, pero porte el virus en su garganta y sea capaz de transmitirlo a otras personas. Esto sucede con otras vacunas y por tanto es necesario esperar a ver cómo se comporta esta cuando se empiece a utilizar en las condiciones normales de la vida real. 

 

 

Las embarazadas estarán también en los últimos lugares porque tampoco se han realizado ensayos en este grupo concreto. Y hay que tener en cuenta que cualquier medicamento que se administra a la madre puede afectar al curso del embarazo y al bebé con resultados impredecibles.

Debido a las características de la vacuna, probablemente no dé ningún problema, pero hay que esperar a ver cómo se comporta cuando se empiece a vacunar a toda la población, ya que inevitablemente se vacunarán embarazadas que no sepan que lo están en el momento de recibir la vacuna y se podrá comprobar su seguridad. 

 

 

Las madres lactantes se han dejado también en estos grupos del final por motivos de seguridad, al igual que se hace con la mayoría de los medicamentos, pero aquí hay muchas dudas y opiniones contradictorias. En Reino Unido, donde ya se ha empezado a vacunar, recomiendan a las madres lactantes que no se vacunen hasta que dejen la lactancia, siguiendo las recomendaciones del fabricante. 

Sin embargo en EEUU, los CDC (Centros para el Control de Enfermedades) consideran que, al no tratarse de una vacuna de virus vivos, no habría inconveniente en que se vacunaran las madres lactantes que pertenezcan a grupos susceptibles de vacunarse, como profesionales sanitarios o docentes. 

Una puerta abierta a la esperanza

La llegada de la vacuna es una gran noticia, por lo que significa para el control de la pandemia y porque nos permite empezar a pensar en una vuelta progresiva a la normalidad.

 

 

A pesar de la premura con que se ha desarrollado, ha cumplido con todos los requisitos científicos para demostrar seguridad y efectividad, y ha pasado rigurosos controles por agencias independientes de todos los territorios implicados. Ahora solo nos queda cumplir con nuestra parte: vacunarnos cuando llegue el momento.

 

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