Día Internacional del Hombre: Retos para la educación en igualdad de los niños

Hoy, 19 de noviembre, se celebra el Día Internacional del Hombre. Aunque la celebración de este día no es tan popular a nivel mundial como lo es el Día Internacional de la Mujer u otras efemérides, el Día del Hombre existe y es importante que tomemos conciencia también de las reivindicaciones que dan sentido a este día y de la importancia de la educación infantil en igualdad.

Porque no debemos olvidar que estas conmemoraciones se hacen para tomar conciencia de las dificultades que existen y reclamar soluciones a los problemas sociales. El movimiento feminista ha conseguido grandes avances gracias a la lucha social de las mujeres para conseguir equiparar sus derechos a los de los hombres.

La situación de la mujer en la sociedad partía de un punto mucho más complejo tras sufrir siglos de discriminación en muchos ámbitos, por lo que, aunque aún quede mucho por hacer, se ha conseguido avanzar en cuanto a la libertad de la mujer para ocupar espacios que tradicionalmente habían sido considerados masculinos.

Día Internacional del Hombre

El movimiento análogo al feminismo, el masculinismo, apenas ha tenido repercusión en las últimas décadas. En el año 1992, Thomas Oeaster, profesor de la Universidad de Missouri-Kansas, estableció la fecha para la celebración de este Día del Hombre. Sin embargo, no fue hasta 1999 cuando se empezó a celebrar a nivel internacional.

 

 

En 2009, el Comité de Coordinación del Día Internacional del Hombre estableció los seis pilares fundamentales de esta fecha: 

• Promover modelos masculinos positivos y más normalizados, huyendo de estereotipos a partir de estrellas de cine o deportistas de élite.
• Celebrar las contribuciones del hombre a la sociedad, a la familia, al cuidado de los hijos y del medioambiente.
• Hacer hincapié en la salud y el bienestar de los hombres, tanto física como en el plano espiritual y emocional.
• Poner de relieve la discriminación contra los hombres en las actitudes y expectativas sociales.
• Mejorar las relaciones de género y promover la igualdad de género.
• Crear un mundo más seguro y mejor donde los hombres puedan alcanzar su potencial pleno.

Como vemos, aunque los hombres han ocupado durante siglos el ámbito público y las altas esferas del poder, la masculinidad no está exenta de presiones y estereotipos de género que condicionan el desarrollo de los niños desde muy pequeños vetándoles terrenos tan necesarios como las emociones, el vínculo familiar, los cuidados, algunos tipos de expresión artística…

 

 

La imposición del modelo masculino de éxito también implica una presión excesiva sobre los niños para ser el mejor, lo cual es, estadísticamente prácticamente imposible, ya que en cada aspecto en el que quieran destacar solo habrá uno que alcance tal meta.

Por eso es importante que este día pongamos el foco de atención sobre la necesidad de erradicar esos estereotipos de género que lastran y condicionan negativamente la vida de nuestros hijos.  

Educación infantil para la igualdad

Como madres y padres de hijos varones, tenemos un trabajo importante que hacer para conseguir suprimir estos estereotipos de género y ofrecer modelos de masculinidad más sanos y respetuosos que los modelos tradicionales. No se trata de buscar de manera específica actividades para trabajar la igualdad de género en educación infantil, sino de tomar conciencia de cuáles son las actitudes habituales que condicionan a nuestros hijos y les coartan su libertad para desarrollarse. 

Frases como “los niños no lloran”, “pareces una niña”, “venga, que tú eres un tío fuerte”… van minando la personalidad de nuestros hijos y en ellos va calando el mensaje de que no tienen permiso para mostrarse vulnerables ni débiles. Permanecer siempre fuertes y aprender a esconder sus emociones, o lo que es peor aún, a reprimirlas hasta el punto de no ser conscientes de ellas, no es el mejor de los aprendizajes que podemos dejar a nuestros hijos. 

 

 

Los referentes masculinos que sirven de modelo a nuestros hijos tampoco ayudan en este sentido: superhéroes, deportistas de élite, villanos, guerreros… la competitividad, la fuerza, la agresividad e incluso los superpoderes, como referencia. La mayoría de los espejos en los que se miran nuestros hijos también ayudan a perpetuar esos estereotipos de género según los cuales cualquier actitud de ternura, comprensión o sensibilidad, no tiene cabida en el mundo masculino. 

La paternidad es otro de los temas en los que podemos hacer la diferencia. Por suerte, cada vez más papás se implican y se involucran en los cuidados y la educación de los hijos como vemos a diario en la Tribu CSC. Aunque no tenga sentido que aún se les reconozca un mérito social inusitado por el simple hecho de cumplir con sus funciones paternales, este ejemplo es fundamental a la hora de ofrecer referentes a los niños de hoy en día. 

Los estereotipos de géneros asociados a los juguetes son otro tema a tener en cuenta. Balones, disfraces de superhéroes, coches de carreras, bancos de herramientas… Si un niño juega con un muñeco de bebé o con una cocinita aún hay gente que, por desgracia, se sorprende. Cuando el juego simbólico sirve precisamente para prepararnos para la vida adulta y la realidad es que es mucho más probable que se conviertan en padres y se preparen la comida que lancen telarañas con las manos y trepen a los edificios para rescatar personas. De vestirse de princesa o pintarse las uñas ya ni hablamos. La belleza y todo lo relacionado con el brilli-brilli es territorio acotado femenino. 

 

 

Como vemos, en realidad, la lucha por la eliminación de los prejuicios y los estereotipos de género es una batalla en la que hombres y mujeres deberíamos ir de la mano. No solo porque tanto unos como otras deberíamos apostar por una sociedad más justa e igualitaria donde la mujer deje de estar limitada por realidades como el techo de cristal o el suelo pegajoso. También porque unas y otros deberíamos construir de la mano una sociedad donde los hombres puedan serlo sin verse sometidos a presiones ni juicios por no encajar en el estereotipo de macho alfa hetero.

 

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