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A mis hijos no les gusta leer. Quizá podáis pensar que la frase obedece a un recurso literario para comenzar este post. Nada más lejos. Es literal. A mis hijos no les gusta leer. A ninguno de los tres.
Tampoco ha funcionado lo de dar ejemplo. Me han visto leer, estudiar y buscar información en libros desde bien pequeños. Soy una enamorada de los álbumes ilustrados. Pues nada, que no hay manera de que agarren un libro de forma espontánea y voluntaria.
Como veis, en esta ocasión, sé bien de lo que hablo porque en casa de herrero… El problema radica en que, como no les gusta leer, no leen. Y como no leen, no leen bien. Y ya tenemos la pescadilla que se muerde la cola. ¿Cómo solucionamos esto? ¿Qué hacer con un niño que no quiere leer?
¿Qué hacer con los niños que no les gusta leer?
Ya adelanto que, a veces, no se puede solucionar. Todos conocemos adultos a los que no les gusta leer y, en realidad, no pasa nada puesto que cada persona encuentra sus aficiones y tan respetable es devorar novelas como montar mecanos, tejer, ir al cine, cantar o practicar algún deporte.
Lo importante es que ofrezcamos a nuestros hijos la oportunidad de que desarrollen el amor hacia los libros y, en el futuro, ya veremos si da sus frutos ya que además, los niños y los adolescentes pasan por etapas y peques que no eran grandes lectores, de repente, encuentran el libro que les despierta la pasión por la lectura y, a partir de ahí, comienza la magia.
Así que, para intentar despertar el gusto por la lectura voy a ofreceros una serie de recomendaciones para animarles.
Cómo motivar a un niño al que no le gusta leer
Allá van una serie de consejos para quienes se planteen qué hacer para que a mi hijo le guste leer:
Dejad libros cerca
El primer paso es que puedan contar con el material necesario. Así que, dejad libros y cuentos a su altura, en varias estancias de la casa, en lugares que frecuenten… Se trata de que los libros les salgan al encuentro. Podéis también hacer algún comentario que llame la atención sobre ellos. Basta un “voy a dejar aquí este cuento nuevo, lo dejo bien cerrado porque hay un león dentro” para despertar su curiosidad.
Frecuentad las bibliotecas
Si tenéis cerca un biblioteca, es interesante poder ir con ellos para observar cuáles pueden ser sus gustos lectores y, por qué no decirlo, para evitar gastar un dineral en libros que es posible que no lean.
Leed con ellos y delante de ellos
Durante las primeras etapas es muy importante repartir la lectura y que el adulto lleve el peso de la misma. Debemos tener en cuenta que aprender a leer es un proceso muy costoso y complejo a nivel cognitivo y, por tanto, los peques se cansan, necesitan releer para comprender la historia… En cuanto el peque sea más hábil, os pedirá llevar la voz cantante.
También es importante dar ejemplo y leer delante de ellos aunque, por experiencia propia, os diré que no siempre funciona. No os frustréis por ello.
Ajustad la lectura a la edad y el interés
A veces pecamos de adelantar etapas. Nos ocurre también con los juguetes. Compramos juguetes y libros de edades superiores a las de nuestros peques. A los niños a los que no les gusta leer, les suele interesar leer libros recomendados para una edad inferior porque les resulta más fácil. No os preocupéis, ya habrá tiempo para leer otros más complejos.
Respetad los tiempos
Si no les gusta leer, intentarán leer lo menos posible. No pasa nada. Cinco minutos ya es más que nada. Un buen truco para estirar la lectura es preguntarles qué ha pasado y realizar alguna pregunta o comentario que les incite a seguir leyendo como “yo creo que no van a poder salir de la cueva”. Hablar sobre lo leído (no examinar) es un fantástico ejercicio para asegurarnos la comprensión lectora y animar a continuar.
Fragmentar la lectura
Cuando son más mayores, es posible que en el colegio tengan lecturas obligatorias. A los niños a los que no les gusta leer, enfrentarse a un libro entero puede ser un suplicio y es necesario llegar a pactos. La estrategia que mejor me ha funcionado es dividir el número de páginas del libro entre el número de días que hay para leerlo, dejando algunos días de margen por si hay algún imprevisto que nos impida leer algún día.
Así, agrupamos las páginas que toca leer cada día y vamos poniendo clips de manera que, cada día, quitamos un clip y leemos las hojas que han quedado desbloqueadas. De esta manera no se nos amontona la lectura para los últimos días.
Dejad paso a convivir con otros soportes
Si coger un libro supone una carga extra de estrés, discusiones y enfados, puede ser interesante ofrecerles el soporte de audiolibro. Es una pena que se pierdan las aventuras que viven dentro de los libros y escucharlas puede ser una opción para aquellos a los que no les gusta leer. Si, además, pueden acompañar la audición con la lectura, mejor todavía.
Hablad con ellos sobre el proceso lector
Muchas veces nos quedamos en órdenes (“lee”) o sugerencias (“¿y si lees un ratito?”) que suelen caer en saco roto porque la respuesta es la negativa del peque. Sin embargo, no les preguntamos sobre lo que significa para ellos leer o si les parece excesivamente difícil. Estas preguntas sobre el proceso nos pueden dar mucha información sobre si puede haber una dificultad específica de lectura que es importante delimitar.
Si tu peque te dice que las letras se mueven, que tarda mucho o que no entiende nada es importante revisar la vista y hablar con el profesorado para ver si en el colegio han detectado alguna dificultad ya que, en ocasiones, el hecho de que no les guste leer puede ser secundario a la presencia de dislexia (si queréis, podéis consultarnos online durante todo un mes gratis en la Tribu CSC).
¿Y si nada funciona? ¿Qué pasa si los niños no leen?
Lo primero que debemos hacer es ajustar nuestras expectativas. Si soñábamos con hijos lectores ávidos, pensemos que lo que importa es que consigan un nivel de lectura lo suficientemente funcional como para que sean capaces de solucionar adecuadamente su día a día en el colegio. No olvidemos que la lectura tiene un gran peso dentro del sistema educativo.
Por ello es importante hablar con ellos cuando van siendo más mayores y explicarles no sólo la utilidad de leer sino también para hacerles conscientes de que durante toda la escolarización van a necesitar leer y, cuanto más entrenen, más fácil les resultará aunque al principio les cueste trabajo. En este sentido, establecer cualquier paralelismo con otras actividades como encestar o correr para que entiendan la importancia del entrenamiento puede ser de utilidad.
Una vez garantizado esto y si, después de haber ofrecido todas las oportunidades a vuestro alcance, continúa sin gustarle leer, no pasa nada. Seguro que es excelente dibujando, cantando, haciendo construcciones o metiendo goles.
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