La fiebre en los niños trae de cabeza a muchos padres y madres durante los primeros años de vida. Pero su manejo es más fácil de lo que parece. Descubre todo lo que necesitas saber…
Este post se publicó originalmente el 13/09/2021 y ha sido actualizado en fecha 15/09/2024
Muchos padres se angustian mucho cuando su bebé tiene fiebre. Sin embargo, hay muchos conceptos erróneos acerca de la fiebre que, no obstante, están muy extendidos y se han convertido en creencias populares. Lo cierto es que, en general, la fiebre es inofensiva. ¡Los siguientes mitos y verdades de la fiebre os ayudarán a ponerla en perspectiva!
12 mitos y verdades de la fiebre
Muchos adultos se asustan en exceso ante la fiebre infantil y entran en una intensa competición con la fiebre, tratando de bajarla, cuando en realidad esto no tiene razón de ser…. Conocer las siguientes verdades y mitos de la fiebre os ayudarán a conocerla mejor, saber cómo actúa, de qué puede ser síntoma, cuándo no es necesario preocuparse en exceso por ella y cuándo sí debemos acudir a urgencias.
5 verdades de la fiebre
No todo lo que nos contaban nuestras madres y abuelas era falso, estas cinco verdades sobre la fiebre están respaldadas por médicos y científicos:
Verdad 1: La fiebre no dura más de 2 o 3 días
Así es, por lo general con la mayoría de infecciones víricas en las que la fiebre dura 2 o 3 días. Una vez el cuerpo del niño elimina el virus, la fiebre desaparece, aunque hay virus que pueden producir fiebre por más tiempo, incluso una semana. En estos casos es conveniente consultar.
Verdad 2: Las temperaturas orales entre 37,1° y 37,8° C no son fiebre
Se considera fiebre a partir de 37,5ºC axilar o 38ºC rectal. Entre 37º y 37,4ºC se denomina febrícula y solo se debe vigilar. Entre 38ºC y 39ºC se considera fiebre moderada, fiebre alta de 39ºC a 40ºC y fiebre muy alta si sube a más de 40ºC.
Verdad 3: Ningún medicamento “cura” la fiebre
Es totalmente cierto. La fiebre es el síntoma, no la afección. Por eso sólo se trata la fiebre cuando causa molestias. Por lo general, las fiebres no causan malestar si no son mayores de 39° o 39,5° C.
Verdad 4: Un niño no tiene fiebre por estar caliente
¡Claro que no! Los peques se pueden sentir calientes por varias razones como jugar o practicar ejercicio físico de forma intensa, llorar, abrigarse en exceso o estar al aire libre en un día caluroso. Es su manera de “soltar el calor”. Una vez que cesa la actividad que provoca el calor, la temperatura de su piel debería regresar a lo normal dentro de 20 minutos. Para salir dudas, lo mejor es tomarles la temperatura.
Verdad 5: La fiebre es un mecanismo de protección
Así es, la fiebre activa el sistema inmunológico del cuerpo y ayuda al cuerpo a combatir las infecciones. La fiebre es el mecanismo de protección del cuerpo. Fiebres normales dentro de 37,8° y 40° C (100° – 104° F) normalmente son beneficiosas para los niños/as.
7 mitos de la fiebre
Alrededor de la fiebre existen cantidad de mitos que recogen lo que algunos denominan “sabiduría popular”, pero que carecen de datos médicos y aval científico. A continuación aclaramos algunas creencias.
Mito 1: La fiebre es peligrosa, sobre todo, en los niños
Falso. La fiebre es un síntoma, no una enfermedad. De hecho, en realidad la fiebre es la respuesta más saludable del sistema inmunológico que está luchando para defenderse de una infección. No produce ningún daño ni en los adultos ni en los niños, aunque las altas temperaturas generan mucho temor y estrés por si fuera indicativo de que la salud está en riesgo.
Mito 2: Los termómetros de mercurio son perjudiciales para la salud
El mercurio de los termómetros no afecta en nada a los pacientes que miden con él su temperatura, así que sigue siendo seguro y confiable. Si durante los últimos años se ha desaconsejado el uso de los termómetros de mercurio, no es porque sean dañinos para el cuerpo, sino porque son perjudiciales para el medioambiente y la salud en general, ya que cuando no se desechan de forma adecuada, el mercurio puede termina en ríos o mares, donde se transforma en metilmercurio, una sustancia que es absorbida por los peces y que puede causar daños neurológicos irreversibles en los humanos al consumirlos.
Mito 3: La fiebre produce meningitis
Es erróneo creer que la fiebre alta provoca meningitis, causa daño cerebral o afecta el desarrollo neurológico de los niños. Más bien sucede al contrario: las infecciones del sistema nervioso, como la meningitis o las encefalitis, se manifiestan con fiebre. Pero esos procesos inflamatorios suceden por causa de infecciones por virus, bacterias, hongos y otros gérmenes.
Las más delicadas son las causadas por bacterias, ya que pueden dejar secuelas. Las bacterias que tienen mayor facilidad para penetrar el sistema nervioso central son el Haemophilus influenzae, el neumococo y la Neisseria meningitidis (también conocida como meningococo). Sin embargo, en la actualidad las cifras de mortalidad han disminuido desde que existen vacunas contra este tipo de infecciones.
Mito 4: La fiebre alta provoca convulsiones
Incorrecto. Sólo un mínimo porcentaje de niños que tienen fiebre convulsionan, y no depende de cómo de alta sea la fiebre, sino de la predisposición genética. Los menores con antecedentes de convulsiones en la familia son más sensibles a cualquier aumento de la temperatura por leve que sea. Además, los medicamentos no evitan que se repita. El niño que tiene convulsiones por fiebre no tiene más riesgo que el resto de sufrir epilepsia, retraso mental o problemas en el desarrollo más adelante.
Mito 5: El baño con agua tibia o fría baja la fiebre rápido
¡En ningún caso hay que ducharse o meterse en agua fría o tibia! Esto, en realidad, genera un choque brusco de la temperatura corporal y el organismo debe luchar, entonces, por recuperar el equilibrio térmico. Tampoco conviene aplicar alcohol etílico en axilas, frente o plantas de los pies para evitar que se absorba.
Lo mejor es no abrigar en exceso al peque con fiebre, ponerle ropa liviana, ventilar la habitación y aumentar la ingesta de líquidos para evitar una posible deshidratación. Es muy importante no suspender la leche materna si el niño es lactante (especialmente si es menor de seis meses), y mantener la alimentación habitual cuando se trate de un niño mayor.
Mito 6: Las fiebres altas son las más peligrosas
No tiene por qué ser así. A veces la fiebre puede ser muy alta y solo obedecer a un resfriado común; en otros casos hay fiebres leves que responden a infecciones graves. Por suerte, la mayoría de los cuadros febriles en la infancia son causados por virus y muy pocos por bacterias.
Por eso, como complemento a la toma de temperatura hay que estar muy alerta a la aparición de otros síntomas, como vómito, dificultad para respirar, respiración rápida, aumento de los latidos del corazón (taquicardia), presencia de manchas en la piel, ojos brillantes, sangrados, debilidad y malestar general. Ante estos síntomas, o cuando la fiebre persista por más de 48 horas, es necesario consultar con el médico.
Los menores de tres meses con cualquier grado de fiebre requieren valoración urgente. Entre tres meses y tres años solo cuando tengan más de 39ºC o la fiebre se relacione con algún otro síntoma que nos preocupe.
Mito 7: Siempre hay que usar medicamentos para bajar la fiebre
Rotundamente falso. Muchas situaciones no relacionadas con enfermedades pueden ocasionar fiebre (como la aplicación de vacunas o un resfriado ligero) y no justifican recurrir a medicamentos, dado que se trata de reacciones normales de las defensas del organismo. Otro mito muy extendido es que la salida de los dientes causa fiebre, ¡no es cierto!
Más importante que el grado que marque el termómetro, es el estado general del peque. Si un niño tiene fiebre pero está activo, juega, come bien y su estado de ánimo es bueno, seguramente se recuperará por sí mismo en un par de días sin necesidad de suministrar medicamentos.
Sobre el tratamiento farmacológico de la fiebre
El tratamiento farmacológico solo es para los casos en los que hay mucho malestar. Los fármacos que se utilizan con niños son paracetamol o ibuprofeno infantiles (Apiretal y Dalsy, respectivamente) y es muy importante ajustar bien la dosis al peso y la edad de los peques.
Pero debemos tener en cuenta que estos fármacos sólo disminuyen las molestias, no afectan a la duración de la enfermedad, ni evitan complicaciones, ni previenen las convulsiones febriles. Tampoco evitan que la temperatura vuelva a aumentar. Tan pronto pasa su efecto, la fiebre vuelve. Y esto es así en tanto perdura la infección y el cuerpo esté tratando de defenderse. Por otro lado, los antibióticos sólo son útiles en caso de infecciones bacterianas, no en las virales.
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