El movimiento Slow Toy está inspirado por el estilo de vida Slow Life (vivir sin prisas) y tiene como objetivo promover el uso de "juguetes reales", aquellos que fomentan la imaginación, el aprendizaje y el papel activo de los…
Artículo publicado el 10 Abr 2020 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 11 enero, 2024
Nuestra sociedad imprime prisa a nuestro ritmo de vida diario y estrés es una constante en nuestro estilo de vida. Todo esto crea un entorno hostil para los más pequeños, que necesitan calma y serenidad para desarrollarse de forma sana. Cada vez es más necesario pararnos, para poder educar en la calma.
Educar en la calma, ¿es posible en nuestros días?
Cuando reconectamos con un ritmo más propio de nuestra naturaleza (dejando de priorizar el éxito, el cumplimiento de metas, los objetivos o la productividad sobre nuestras necesidades emocionales) descubrimos que la calma es básica para nuestro propio bienestar.
Y no solo eso, también es una gran aliada en la educación de nuestros hijos e hijas. Si ante las diferentes situaciones que surgen en el día a día somos capaces de mantenernos serenos, seremos un bálsamo para los más pequeños. Así ellos aprenderán, a través de nosotros, a tranquilizarse, auto-regularse y canalizar sus emociones.
Educando en la calma les estaremos transmitiendo una gran herramienta para la vida que les ayudará a alcanzar el bienestar, y a sentirse plenos y felices. Si además sumamos la calma al amor, ¡entonces nos volvemos casi invencibles en el arte de educar! Solo desde la calma podemos aprender cómo afrontar los problemas y las preocupaciones cotidianas.
Con serenidad podemos trabajar la paciencia y la empatía. La serenidad nos ayuda a mantener la calma ante una situación difícil y a canalizar la energía de forma positiva. La tranquilidad nos ayuda a ser madres y padres más conscientes, acompañar mejor a los niños en su aprendizaje y respetar siempre sus ritmos. Por otra parte, la calma transmite a nuestros hijos capacidades como la concentración y el control de los impulsos.
Practicar una maternidad y paternidad “slow” sigue siendo posible en nuestros días. Aunque el desafío que supone es evidente, hay recursos a los que podemos recurrir en nuestro día a día para no convertirnos en víctimas del estrés y las prisas y no contagiar con ellos a nuestros hijos.
Cómo poner en marcha la maternidad/paternidad “slow”
Es necesario que aprendamos a detenernos y disfrutar del ahora, conectándonos con el presente. La actual sociedad nos ha enseñado a vivir pendientes del futuro inmediato y sus obligaciones, pero los siguientes tips nos ayudan a poner en práctica una educación desde la calma con nuestros hijos:
1. Apaga el móvil, desconecta la televisión y guarda las tablets. Sobre todo cuando estés con la familia (especialmente con tus hijos), en reuniones familiares o en momentos de ocio compartido. No solo te ayudará a desconectar a ti, también les estarás dando un genial ejemplo a ellos. En cuanto a la televisión, tener una pantalla constantemente encendida a modo de banda sonora de la casa incrementa el estrés y disminuye la capacidad de concentración. Respetar el tiempo en familia (por ejemplo, comiendo en torno a la mesa) sin pantallas, es vital para fomentar el vínculo y la comunicación.
2. Hacer las cosas con tiempo. Es la mejor forma de evitar agobios y prisas. Así, de paso, los niños aprenderán desde pequeños lo importante que es la organización y planificación del tiempo, las actividades y las obligaciones.
3. “Dolce far niente” como filosofía de vida. Los momentos de calma e inactividad son muy valiosos y no deben ser confundidos con la pereza. ¡No pasa nada porque los niños disfruten de un tiempo muerto de vez en cuando!
4. Contacto frecuente con la naturaleza. Es importante, tanto para los niños como para los adultos. Los niños tienen mucha más capacidad que nosotros para sentirse bien al aire libre, en los espacios naturales. La naturaleza es la mejor escuela de calma y, también, el mejor antídoto frente al estrés. El entorno natural nos ayuda a reconectar con nuestra verdadera esencia y nos llena de calma, energía y bienestar.
5. Disfrutar por encima de competir. Fomentar en los niños la idea de que lo importante es pasarlo bien, no ganar a los demás; es un punto clave. Carl Honoré (autor de Elogio de la lentitud) advierte que el exceso de actividades al que están sometidos muchos niños entorpece sus relaciones y su calidad de vida. Los pequeños que compiten constantemente pierden la capacidad para trabajar en equipo, ya que terminan por convertir a los amigos en rivales.
6. Fomenta el uso de Slow Toys. Anima a los niños a jugar con juguetes de toda la vida, de madera y sin pilas. Los juegos sencillos, los de siempre, esos que no requieren pantallas, les permiten dar rienda suelta a su imaginación.
7. Respeta siempre sus ritmos. A menudo cometemos el error de castigar o amonestar a los niños por ser niños. No es sano pretender que se comporten como adultos antes de tiempo. Los niños son niños. No lo serán toda su vida y es bonito que puedan disfrutar de su infancia el mayor tiempo posible.
Las prisas nunca son buenas y mucho menos para el desarrollo y la educación de nuestros hijos. Esta es la idea central del Movimiento Slow, que defiende un estilo de vida más pleno y un ritmo más desacelerado.
Si quieres más información o necesitas asesoramiento profesional, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil y crianza respetuosa.
Autor/a
0 comentarios en "Educar en la calma"