Ama a tu hijo para que él sepa amar el día de mañana

Artículo publicado el 24 Abr 2022 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 4 mayo, 2024

Hoy quiero compartir con vosotros que me siento muy afortunada por poder escribir este post. Me permite investigar, actualizarme y, lo que es igual de importante, reflexionar sobre determinados aspectos de la crianza que, a veces, por las prisas, pasamos por alto. Pero ¿qué significa amar a un hijo?

Amar a tus hijos no es suficiente, ellos deben sentirse amados

El tema que hoy nos ocupa es uno de esos temas que ponen de manifiesto las contradicciones del ser humano: decimos que amamos a nuestros hijos y queremos que se sientan queridos y, sin embargo, solemos ocuparnos poco de reflexionar sobre ello.

Basta con hacer una búsqueda en internet para encontrar numerosas referencias sobre las consecuencias de no sentirse querido de niño. También es un tema que tratamos habitualmente en la Tribu CSC, donde podéis contactar conmigo y con el resto del equipo de expertos/as en desarrollo y salud infantil. Además, podéis descargar gratis la app de Criar con Sentido Común tanto para plataformas Apple como para plataformas Android, y tenéis una semana gratis para probar todas las ventajas de la membresía a la Tribu, realizar todos los cursos online disponibles y consultar a los/as especialistas.

Pero ¿qué es lo que hace que alguien se sienta querido? ¿cómo debemos amar a nuestros hijos? Reconozco que nunca me había parado a pensarlo detenidamente.

 

 

La primera reflexión quizá sea ser conscientes de que la complejidad del ser humano hace que no todas las personas dan, reciben e interpretan el amor de la misma manera. De hecho, quizá haya tantas formas de amar y ser amado como personas.

Como a casi todo en la vida, a querer se aprende. Y, a veces, no lo hacemos del todo bien. Encontrar el equilibrio entre arropar y proteger y dejar volar, entre permitir y contener no es tarea fácil en esta vida vertiginosa que llevamos.

¿Cómo demostrar el amor a nuestros hijos?: Los cinco lenguajes del amor

Y, ¿qué podemos hacer nosotros para querer a nuestros hijos y que se sientan queridos? El primer paso para comprender es observar. De la misma manera que les observamos para saber de dónde viene una rabieta o si ya han aprendido a escribir su nombre, debemos observar para saber cómo demandan nuestro cariño y cómo nos dan el suyo.

 

 

Sentaos con calma, fijaos en sus señales porque, como ya sabemos, el amor está hecho de pequeños detalles. El escritor y filósofo G. Chapman habla de los cinco lenguajes del amor que vamos a recoger para darles forma.

Contacto físico

Los bebés necesitan el contacto físico. Seguramente todos hemos leído o escuchado los beneficios del método canguro en el que el bebé se coloca piel con piel con su cuidador principal, habitualmente la madre o el padre. A medida que van creciendo, unos niños demandan y ofrecen más contacto físico que otros. Estemos atentos a esas señales.

Una caricia en el pelo mientras juegan a las construcciones, un abrazo espontáneo o llevarles de la mano en situaciones estresantes harán que se sientan queridos. Pero, cuidado, puede que a tu peque no le guste el contacto físico. Te lo hará saber retirando la mano o echando el cuerpo hacia atrás. Cuando son más mayores, pueden decirte que no les gustan los besos. No pasa nada. Podemos ofrecerlo y, si no lo quieren, respetamos porque la buena noticia es que hay otras formas de que perciban que les queremos.

 

Presencia y atención (Tiempo de calidad)

Otra de las formas de dar amor a nuestros hijos es regalarles nuestro tiempo. Sin móviles, sin intentar hacer otras cien cosas a la vez, solo estando. No es necesario ser los animadores culturales de nuestros hijos. En realidad, con compartir un juego, escuchar todas aquellas cosas que nos quieran contar, aunque no las entendamos, aunque formen parte de su universo imaginario o ver la película que ha elegido compartiendo unas palomitas son fantásticas formas de dar amor.

No siempre podemos sentarnos a jugar en el momento en el que nos demandan. También forma parte del amor que ellos sepan que no siempre podemos estar disponibles (sobre todo a medida que van creciendo y van dependiendo menos de nosotros), pero que, si nos necesitan, estaremos y que, guardaremos siempre un ratito del día para hacer algo que no forme parte de las obligaciones de la vida.

Palabras de afirmación

Otro de los aspectos importantes a la hora de dar y recibir amor es el lenguaje. Personalmente, me fascina el tema. Tener la oportunidad de elegir las palabras que utilizamos, de darles una intencionalidad concreta y, entender el poder que tienen a la hora de dañar o sanar es absolutamente increíble.

 

 

Quizá no recordemos las palabras que recibimos de pequeños, pero la melodía, la calidez con la que nos hablan y los mensajes de aliento y cariño, quedan para siempre grabados. Todos las necesitamos. Nuestros hijos más aún. Decirles frases como “estoy orgullosa de ti”, “cuántas cosas sabes” o “te quiero mucho” o dejarles notas afectuosas cuando son más mayores harán que nuestros hijos puedan también percibir cuánto les queremos. Es importante que nos acostumbremos a poner en palabras las cosas importantes de la vida para que ellos tomen conciencia de ellas.

Cuidado

Otra forma de demostrar amor hacia nuestros hijos es cuidándoles. Quizá sea la menos agradecida puesto que ellos no se paran a pensar si les hemos lavado la ropa o si hemos estado dos horas en la cocina. Es posible que se den cuenta cuando sean mayores de todo aquello que hicimos por ellos así que, bien merece la pena llenar de cariño y alegría nuestros actos de servicio.

Muestras de afecto

Por último, posiblemente el aspecto más controvertido respecto a las formas de dar y recibir amor son los regalos. Los más pequeños, a veces, pasan por etapas pedigüeñas en las que se les antojan las cosas más inverosímiles. Unas veces puede ser y otras no. Las veces que no puede (o no debe) ser seguramente recibamos de ellos un enfado, una rabieta o incluso un “ya no te quiero”. Que no cunda el pánico. Esto es una carrera de fondo. Focalicemos mejor en los regalos no materiales que podemos darles: su merienda favorita o una excursión que les haga ilusión son igual de valiosos o más que el juguete de moda.

 

 

Ama a tu hijo para que él sepa amar el día de mañana

Y, ¿para qué vamos a hacer todo esto? Por supuesto para que ellos puedan recibir el amor que les corresponde y se sientan queridos, pero hay un motivo a largo plazo que no debemos perder de vista: para que ellos, cuando se conviertan en adultos, sepan amar.

Probablemente, la mayor responsabilidad de madres y padres es que somos, queramos o no, y la mayor parte de las veces de forma inconsciente, modelos para nuestros hijos.

Que los niños crezcan sintiéndose queridos depende en gran medida de que sus progenitores traten con amor y respeto a cuantos les rodean y, con mayor motivo, a ellos.

 

 

Sentirse queridos de niños repercute directamente en la vida adulta y, aunque la receta no es 100% perfecta puesto que a lo largo de la vida existirán otras influencias, merece la pena que amemos a nuestros hijos para que recojan nuestro modelo y ellos sepan amar, ahora y en el futuro.

Así que, quiere a tus hijos mucho, pero sobre todo bien. Quizá sea la mejor herencia que les podamos dejar.

 

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