El 13% de los niños españoles pasa frio en sus hogares porque su familia no puede pagar la calefacción: “Abrazo a mi hija para calentarla hasta que se duerme”

Save the Children publica un análisis sobre cómo afecta la pobreza energética en las familias con hijas e hijos: Enfermedades respiratorias, absentismo escolar y heridas por quemaduras son algunas de las secuelas que sufren los menores que pasan frío en casa

La pobreza energética afecta al 13,1% de los niños en España. Así se desprende del informe publicado por Save the Children que alerta de que sólo el 16% de los hogares españoles en los que se pasa frío en invierno por no poder pagar las facturas de la luz y el gas cuenta con el apoyo del bono social.

La organización independiente que actúa en defensa de los derechos de la infancia en todo el mundo trabaja en más de 120 países y en España, concretamente, trabaja desde hace más de 20 años con programas de atención a los niños y niñas más vulnerables, centrados en la infancia en riesgo de pobreza o exclusión social. Para la metodología de este análisis, Save the Children ha extraído los datos a partir de la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética (ENPE) 2019-2024 y de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) 2021.

El 13,1% de los niños españoles vive en hogares que no pueden asumir el coste energético

En un contexto en el que 4,5 millones de personas abonan sus facturas con retraso por dificultades económicas y más de 6,7 millones no pueden mantener su casa a una temperatura adecuada, Save the Children ha denunciado que la falta de cobertura del bono social es “alarmante” y reclama medidas efectivas al respecto.

Además, esta situación afecta más gravemente a las familias con menores ya que, a diferencia de los hogares constituidos sólo por personas adultas, las familias con hijos/as a cargo afrontan más situaciones de endeudamiento, ya que priorizan su bienestar. Por si esto fuera poco, el empobrecimiento de las economías familiares no deja de crecer y cada vez es mayor y afecta a mayor número de familias con niños pequeños.

No para de crecer el número de familias que no ponen la calefacción en invierno por no poder pagar la factura o que la ponen menos de lo que deberían para evitar pagar facturas que no pueden asumir”, ha explicado Carmela del Moral, responsable de Políticas de Infancia de Save the Children.

 

Pobreza energética: En España el 13% de los niños pasan frio

 

Según los datos disponibles, casi un 17% de las familias españolas tienen un gasto desproporcionado en energía y más de un 10% consumen menos energía de la que deberían por miedo a no poder pagarla.

Consecuencias de la pobreza energética para la infancia: Enfermedades, absentismo escolar y heridas por quemaduras

La organización alerta sobre el “desproporcionado” impacto que la pobreza energética tiene en la infancia y la adolescencia, especialmente en los primeros años de vida.

“Más allá del efecto dañino en la salud física, con consecuencias asociadas a problemas respiratorios y al aumento de visitas al hospital, la pobreza energética afecta también a la salud mental de la infancia y la adolescencia” –denuncia Del Moral– Vivir en casa el estrés financiero y el endeudamiento pueden provocar o agravar problemas de estrés y salud mental entre los miembros de la familia, incluidos los niños, niñas y adolescentes”.

En cuanto a las consecuencias en la educación, varias investigaciones han demostrado que la pobreza energética puede estar asociada al absentismo escolar y a un peor rendimiento en el colegio, junto con situaciones de acoso, estigma y aislamiento; tal y como informa Save the Children.

“Además, existen otros efectos de la precariedad energética, como la falta de seguridad en algunas viviendas para tratar de mantener la casa caliente. Incendios y otros accidentes pueden poner en riesgo la vida de toda la familia debido a conexiones irregulares a la red de suministro o bien por el uso de método alternativos para calentarse o iluminarse, como velas y braseros. Los niños y niñas son víctimas especialmente propicias a estos accidentes.”

 

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Save the Children pone cara a la pobreza energética y recoge testimonios demoledores: “Abrazo a mi hija para calentarla hasta que se duerme”

Además de realizar el informe, la organización ha recopilado vídeos de testimonios que ponen cara a la pobreza energética en España. Como el caso de Sanae, que vive en Barcelona con su hermano y su hija de 9 años: “Solo uso el horno y la lavadora el fin de semana, cuando es un poquito más barato. Cuando utilizo el horno, dejo las puertas abiertas para que se caliente un poco la casa, relata a Save the Children.

Su familia fue desahuciada de su hogar por no poder hacer frente al pago del alquiler y actualmente habitan en un piso de protección social. No tienen calefacción, pero sí una factura de luz pendiente porque no pueden hacer frente a este gasto. Prefiero calentar a mi hija que a mí. Mi hija es muy friolera y cuando hace mucho frío se pone ropa, pijama y un jersey por debajo, y una bata. Nos metemos en la cama y la abrazo para que se caliente hasta que se duerme.

La compañía de la luz le reclama facturas que no puede pagar mientras Sanae se lamenta de no poder seguir fregando la vajilla con agua fría: Me diagnosticaron fibromialgia y ahora tengo que calentar agua para fregar los platos porque el agua fría me hace daño, eso supone otro gasto”, explica Sanae.

“Me han enviado un mensaje diciendo que me van a cortar la luz. Por eso compro solo lo necesario, porque prefiero pagar la electricidad que cualquier otra cosa. Evito todo gasto, cuenta.

 

 

El caso de Diana es similar. Ella vive con su marido y sus dos niñas de 5 y 10 años. Su marido es autónomo y han solicitado “la ayuda de emergencia” por falta de ingresos. “Mi marido se ha lanzado a ser autónomo y por eso tenemos muchas puertas cerradas. Hay muchas ayudas a las que no podemos acceder por ser mi marido autónomo, pero hay semanas que no tiene ningún trabajo y tiene que pagar la cuota de autónomos tenga o no trabajo. Yo hago los trabajos que me dejan las amigas, reemplazos y cosas así”.

En su casa priorizan los bienes de consumo básicos “como la verdura y la carne, pero si las niñas piden algo que quieren no podemos dárselo porque tenemos que guardar ese dinero para lo que nos venga, si es que podemos, porque a veces no llegamos.

Su familia ha notado mucho la escalada de precios: El alquiler nos supone el 80% de nuestros recursos. Este año ha subido, pero nosotros somos muy responsables con este tema, por lo que lo sacamos de donde sea”. También ha notado la subida de la luz: “Se ha notado que ha subido desde la pandemia y también ahora, con lo de la guerra. A nosotros nos supone el doble de gasto que antes“. 

Su familia no tiene calefacción: Tuve que coger butano. Solo lo ponemos en el salón, donde estamos todos, y tenemos mucho cuidado con la luz. La casa es fría y con humedad y entra mucho el aire, pero al menos entra mucha luz y no tenemos que encender las luces“.

Ellos también priorizan el bienestar de sus hijas: “Abrigo muy bien a las niñas por la noche y usamos mantas. Nos ponemos todo encima. Caliento solo la habitación de las niñas antes de acostarse, la mía no porque a mí no me importa pasar frío”, cuenta. Hay días que se pasa muy mal, y más los que tenemos hijos, siempre pensamos en ellos”.

 

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Favor también es madre, pero en su caso está completamente sola con 4 hijos. Vive con ellos en Valencia, no tiene trabajo y tiene a un bebé lactante “en brazos todo el día”, por lo que tampoco le resulta fácil encontrar una actividad laboral compatible con su crianza. Ella y sus hijos dependen de las ayudas.

“Con lo que gano pago el alquiler, las facturas de agua y luz, y casi no me queda nada más. Me quedan 200 euros para terminar el mes y a veces no llega para comer”. Cuenta que en casa se ponen calcetines y chaquetas, y mantas para dormir, porque no tienen calefacción. “Ahora tengo tres facturas pendientes que suman 500 euros y que de momento no puedo pagar”.

Asegura que quiere poder trabajar “para ayudar a mis niños porque ellos necesitan una vida mejor y eso es lo que yo puedo hacer por ellos”.

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Además de estos testimonios, Save the Children ha recopilado varias entrevistas a especialistas que explican el tremendo impacto que la pobreza energética tiene en el día a día de la vida de los menores, en su bienestar y en su salud física y mental, en los ámbitos del hogar, la sanidad y la escuela.

Carmen del Moral, responsable de Políticas de Infancia de Save the Children explica por qué la pobreza energética afecta a los menores mucho más que a las personas adultas convivientes en una misma unidad familiar:

El hogar es el escenario en que se desarrolla la mayor parte de la vida de los niños y adolescentes, sobre todo cuanto más pequeños son los niños. Por ello, todo lo que pasa en sus casas tiene mayor impacto sobre ellos. La pobreza energética es un claro ejemplo de que las consecuencias son desproporcionadamente más altas que para los adultos.

El frio afecta a su salud física, a sus estudios, en época de frio las familias gastan menos en alimentos y esto también tiene efectos en su salud nutricional… En los hogares más fríos también hay más probabilidad de padecer problemas respiratorios y más visitas hospital.

También tiene efectos en su salud mental, el estrés por el impago de las facturas y las deudas acumuladas, que son reclamadas de forma muy hostil a veces por las empresas de cobro, tienen un efecto muy claro en el bienestar de chicos y chicas: hay ansiedad, depresión y conductas de riesgo.

Asimismo, tiene efectos en su educación. La pobreza energética se traduce en peores resultados académicos y en un mayor absentismo, ligados al malestar, al estigma social y a los problemas por no tener energía en casa. Incluso hay situaciones en las que la seguridad de los niños está en riesgo debido al uso de mecanismos para calentar casa que no son adecuados y conllevan riesgo de incendio y gases nocivos“.

 

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David Andina, pediatra en urgencias, destaca en primer lugar el importante impacto en la salud física de los menores que sufren las consecuencias de la pobreza energética en sus hogares.

“En estos niños son más frecuentes las infecciones respiratorias porque el frio afecta a las defensas que protegen de esas infecciones y hace que cuadros de bronquitis, bronquiolitis y neumonía sean más frecuentes. Además, suelen vivir en situación de hacinamiento porque todos ocupan la misma habitación, poco ventilada, donde está la única fuente de calor.

También hay cuadros más frecuentes de lesiones en la piel por el frio extremo como sabañones en manos y pies en niños que no tienen acceso a ninguna fuente de calor. También pueden tener más dificultad para tener una higiene adecuada. Debido a todo esto también son más frecuentes las patologías de la piel, como la sarna, señala el pediatra.

Pero las consecuencias físicas no son las únicas que sufren estos menores. Según el especialista en salud infantil, la pobreza energética también afecta a la salud mental de niños y adolescentes.

“La pobreza energética también tiene una repercusión clara en la salud mental. Si el hogar no tiene luz o una adecuada temperatura, el niño tiene más dificultad para hacer las tareas del colegio e incluso para concentrarse–explica Andina– “También tienen desventajas en momentos de socialización, por inadecuada higiene y porque tampoco pueden ir otros niños a visitarles a casa por vergüenza a la situación que viven, que no es la misma que la de los compañeros”.

Este médico lamenta que en los servicios de urgencias el personal sanitario no es a veces capaz de identificar las causas de estos problemas, “pero en las consultas especializadas, como la de neurología, sí ves que detrás de estos cuadros hay situaciones de pobreza energética, como la incapacidad de calentar adecuadamente la casa, hacinamiento, falta de higiene adecuada, humedades… que contribuyen a la aparición de estas patologías”.

También señala el importante problema de seguridad que viven muchas veces estos menores. Y es que el uso de artefactos más económicos pero inadecuados llega, a veces, a poner en riesgo la integridad física e incluso la vida de los más pequeños: “Todos los años vemos algún caso de intoxicación por monóxido de carbono por el uso de braseros inadecuados, electrocución o quemaduras graves por incendios debidos a la situación de pobreza energética en la que viven. Algunos incluso llegan a fallecer“.

 

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Cristina Enrique Vicent, psicóloga-psicoterapeuta experta en infancia, adolescencia y familias, manifiesta que la pobreza energética tiene repercusiones en varios ámbitos de la vida de los menores:

“Diversos estudios evidencian que los niños y adolescentes viviendo en pobreza energética presentan mayor riesgo de problemas de salud mental. En los que yo atiendo diariamente pasa bastante que sufren bullying por la falta de recursos, la carencia de higiene o las escasas habilidades para socializar con los demás que hacen que se vayan aislando.

Todo ello va afectando su salud mental. Al estar sumergidas en deudas y sufrir estrés financiero se crea una atmósfera familiar con ansiedad por vivir en estas condiciones. La pobreza energética es el caldo de cultivo perfecto para que niños y adolescentes presenten síntomas de depresión y ansiedad“.

Vicent subraya el hecho de que esto sucede en una franja de edad clave para su desarrollo y bienestar. En estas edades es capital tener una estabilidad emocional y estas familias están sumergidas muchas veces en un estrés financiero porque en ocasiones tienen niveles de endeudamiento enormes y esto afecta de lleno a la salud mental de niños y adolescentes“, explica.

“Hace frio y no pueden encender la calefacción, tienen las luces medidas, no pueden ducharse con agua caliente… Todo esto les afecta para centrarse, para ponerse a estudiar, hay falta de concentración… Además, muchas familias carecen de wifi e Internet, por lo que los niños tienen complicado el acceso a la tecnología, lo que conlleva absentismo escolar y aislamiento“.

 

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Mar Pujol, maestra y directora en una escuela de Barcelona, relata desde su propia experiencia que cuando un niño no tiene las condiciones físicas necesarias para estar a gusto consigo mismo “tiene malestar. Malestar por tener que abrigarse o desabrigarse que no sabe como gestionar. Ese malestar es importante porque se refleja en falta de atención, desmotivación, baja autoestima… Se manifiesta de muchas formas”.

Desde la escuela se percatan de los problemas en el hogar porque estos se reflejan en la actitud y el comportamiento de los estudiantes. “Llega el niño y se sienta con el abrigo puesto y ves que le cuesta entrar en calor, y a veces ellos mismos dicen que en casa hace frio. Por suerte en las escuelas frio normalmente no hace, pero lo vas detectando con las actitudes: no se quitan el abrigo, llevan sus cosas muy cerca de ellos ‘por si acaso’…”, relata la profesora.

“Muchas veces observamos que no es un problema de aprendizaje sino un problema de malestar emocional importante“, cuenta la profesora, que resalta la importancia del trabajo comunitario con servicios sociales y los centros de atención y ayuda a los menores para minimizar al máximo las consecuencias de la crisis energética, la falta de luz y calefacción, en las familias.

Si un niño no tiene luz, hacer deberes se hace complicado. Entonces desde la escuela ya no priorizas tanto que haga las tareas sino buscarle ayuda, un centro de soporte. Muchas veces con las asociaciones de familias se intenta becarlos para que puedan hacer extraescolares, para que tengan más recursos para tener una situación lúdica o deportiva dentro de los márgenes de la normalidad”, explica Pujol.

La docente incide en que, en estos casos, los profesores se ven obligados a priorizar necesidades y resalta el valor del trabajo colaborativo y comunitario con las familias en esta situación.

“Cuando ves a un niño apagado, desanimado, desmotivado, triste… lo detectas. Hablas con el niño, con la familia… y tienes que priorizar. Tú haces tu trabajo de enseñar a leer o a escribir, pero también ayudas a las familias a otro nivel. Por eso es muy importante el conocimiento de las entidades de la zona y los barrios, para establecer un trabajo colaborativo.

Otros niños manifiestan su situación con rabia y nerviosismo, y también hay que ayudarles a canalizarlo con los recursos de la escuela y el barrio. El trabajo comunitario con la familia es muy importante“.

 

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Pero aunque en estos casos haya necesidades prioritarias, Pujol también resalta que el rendimiento académico de estos menores se ve afectado.

“Cuando en su casa un niño tiene alguna circunstancia de carencia, su rendimiento muchas veces no es el esperado. Su atención está puesta en otro sitio, en conseguir cómo calentarse, en cómo tener luz

En muchos casos se vuelven muy responsables, velan por los hermanos pequeños… Eso también hay que trabajarlo porque a veces cogen responsabilidades que no les tocan y desde aquí intentamos equilibrar para darles oportunidades. Porque la escuela es un centro de aprendizaje, curricular, de trabajo y estudio; pero también de seguimiento y acompañamiento emocional, y esa parte también es muy importante“.

Esta profesora explica que cuando los menores sufren las consecuencias de la pobreza energética en sus hogares “su desarrollo emocional se ve muy afectado porque su sufrimiento y prioridades no son las de unos niños de su edad” sino que tienen otras preocupaciones y se plantean cosas como “¿cuando llegue a casa habrá gas para hacer la cena y luz para hacer deberes? ¿Por qué yo no puedo hacer extraescolares o jugar al fútbol o hacer patinaje como los otros? Es un circulo vicioso”.

Pujol cuenta que muchas familias no tienen calefacción central, “ni siquiera un radiador eléctrico, una estufa ni ningún otro aparato” que les de “un mínimo de calor” y a veces “si lo tienen no pueden encenderlo por la tarifa eléctrica, porque no pueden pagarla a final de mes, aunque sea mínima, y tiene que dosificar al máximo el uso de los aparatos eléctricos”. Es entonces, sostiene la profesora, en los casos más extremos, cuando “entras en el terreno familiar”.

“Traspasas líneas, tienes que darles herramientas y recursos para poder gestionar la situación. Además de acoger a las familias de manera emocional. Muchas vienen a hablar y poner sobre la mesa su problema… Y ahí entra la parte humana: les escuchas, hablas con ellos, tratas de ayudarlos y orientarlos lo máximo posible”.

 

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Roberto Barrella, investigador experto en energía y pobreza, asegura que la pobreza energética es un fenómeno muy complejo que se define como “la incapacidad de satisfacer las necesidades energéticas básicas como encender la calefacción o mantener una temperatura adecuada tanto en invierno como en verano. Este especialista explica que su causa es multifactorial y afectan factores como el clima, la mala calidad de las viviendas, la pobreza en general… Aunque hay dos causas principales que la producen: el bajo nivel de rentas y los precios de la energía.

“A mediados de 2021 comenzó una crisis energética que alcanzó su mayor auge en 2022. En marzo y agosto hubo picos de energía que imposibilitaron a muchas familias el pago de las facturas. Hemos visto niños haciendo deberes debajo de una farola y este es el máximo ejemplo de la pobreza energética que podemos ver.

Siempre que se corta la luz en un hogar los mas afectados son los niños. Son quienes más necesitan la energía para hacer su vida. No solo necesitan la luz para hacer los deberes, tampoco pueden invitar a un amigo a su casa porque les da vergüenza. Todo esto afecta psicológicamente a los niños y a su día a día.

Este especialista explica que a veces la pobreza energética se encaja en un contexto de “pobreza en general”, pero que también existe la “pobreza energética oculta”: “Esto ocurre sobre todo cuando hay una calidad energética baja de las viviendas, mayormente en las regiones del sur”.

Según el experto, aunque en Andalucía, Extremadura o la región de Murcia haga buen clima en invierno, sus viviendas son de mala calidad energética y al final pasan más frio que en la zona norte. “Estos hogares pueden llegar a tener un gasto energético superior al necesario, que les supone un gran coste; o caer en el extremo opuesto: el infragasto en hogares que directamente apagan la calefacción porque no pueden pagarla“, dice Barrella.

 

Pobreza energética: En España el 13% de los niños pasan frio

 

Por su parte, Carmela del Moral, responsable de Políticas de Infancia de Save the Children, ofrece unos datos clave para entender la pobreza energética en nuestro país:

Solo el 16% de las familias que lo necesitan tienen acceso al bono social, casi el 17% de las familias tiene un gasto desproporcionado en las facturas de energía y más del 10% no hace el uso necesario de la energía por miedo al alto coste de las facturas. Este es el retrato de la pobreza energética en nuestro país“.

Desde Save the Children se muestran firmes en la necesidad de que esta realidad sea erradicada por el alto impacto en los derechos de la infancia y la adolescencia. Explican que hay dos colectivos especialmente afectados: las familias monoparentales y las familias numerosas.

“Los hogares de los niños y niñas sufren pobreza energética de diferentes maneras: algunas no pueden hacer frente al pago de las facturas, mientas otras no pueden tener la casa a una temperatura adecuada. Hay dos colectivos especialmente vulnerables: las familias monoparentales, porque la mitad de ellas ya están en situación de pobreza con la sobrecarga en el retraso del pago de facturas; y las numerosas, que tienden a no poner la casa a la temperatura que necesitan por el exceso de coste que conlleva, aunque estas últimas asumen más el bono social porque no hay límite en el nivel de renta para ellas”.

Save the Children reclama medidas efectivas: “Sabemos que se pueden llevar a cabo porque en otros países ya lo han hecho. Hay formas de hacer política pública eficiente y enfocada a las familias que más lo necesitan”

En su análisis, Save the Children enumera algunas medidas clave como, por ejemplo:

  • Convertir en permanentes las ayudas temporales de emergencia.
  • Reformar el bono social para que se otorgue automáticamente a las familias que se encuentran bajo el umbral de la pobreza, independientemente del tipo de compañía con la que hayan contratado el bono.
  • Que el umbral de acceso para las familias con hijos e hijas a cargo tenga en cuenta el coste de vida en cada territorio.
  • Establecer planes de solución a largo plazo.

 

Pobreza energética: En España el 13% de los niños pasan frio

 

Carmela del Moral señala que, a pesar de los grandes esfuerzos energéticos que ha hecho el Gobierno en los últimos años tratando de crear un escudo energético para las familias más vulnerables, desde Save the Children consideran que no es suficiente.

Es necesario poner en marcha medidas más eficientes y estructurales para reducir los altísimos niveles pobreza energética que afectan a la infancia en nuestro país. Primero, una medida esencial es que el bono social se conceda de manera automática a todas las familias en situación de pobreza energética, independientemente de la compañía a quien contratan la energía, para así reducir todos los trámites y barreras burocráticas que hacen que todas las familias que tienen necesidad y derecho al bono social no estén accediendo a él.

También que se consideren los costes de vida en los distintos territorios y prohibir el corte de suministro en los hogares donde hay niños y niñas. A largo plazo además es fundamental establecer planes de rehabilitación de los hogares de niños, niñas y adolescentes para hacer sus casas más eficientes, y que suponga menos gasto a las familias mantener la temperatura adecuada en ellos. Asimismo, las medidas urgentes y temporales tienen que convertirse en medidas permanentes.

Sabemos que se pueden llevar a cabo estas medidas porque en otros países ya lo han hecho. Hay formas de hacer política pública eficiente y enfocada a las familias que más lo necesitan“.

 

Pobreza energética: En España el 13% de los niños pasan frio

 

Por su parte, Barrella asegura que existen medidas eficaces para paliar la pobreza energética e incide en la cara oculta del bono social: es solo una medida a corto plazo, que ayuda, pero no resuelve.

“Sí existen medidas para paliar la pobreza energética. El bono social es una medida paliativa, a corto plazo. Son necesarias medidas estructurales para mejorar los hogares y también informar a la población porque muchos hogares desconocen la posibilidad de solicitar ayudas como el bono social y terminan por no tener ninguna protección”.

El experto sostiene que los gobiernos se han centrado más en medidas paliativas desde 2020, tratando de crear un escudo social. Aunque admite que a corto plazo sí se han tomado medidas como reducir la factura de la luz, lo que ha posibilitado que muchos hogares salieran de la pobreza energética; a medio y largo plazo hay que tomar medidas estructurales.

“No solo hace falta financiación sino también seguimiento e información para que las familias conozcan las ayudas y cómo aplicarlas. También es necesaria una rehabilitación energética de los edificios: mejorar el aislamiento de las viviendas, cambiar el tipo de calefacción… Hacen falta planes e implementación de estos planes, incide.

 

¿Por qué los niños ven fantasmas? La ciencia lo explica

 

Según el especialista, el Gobierno “hizo un esfuerzo muy grande en 2019 con la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética, pero la mayoría de las medidas se han quedado atascadas y hay una mirada miope del futuro. Señala que “prohibir los cortes es una de las medidas más efectivas, pero a medio y largo plazo hay que implementar estrategias para erradicar la pobreza energética aunque el ENPE sea “una hoja de ruta” y haga mención “a muchas buenas prácticas”.

No solo tiene que tomar medidas la Administración, también las entidades privadas. Hay que considerar las dos caras: la Administración aporta un marco y la mayoría de la financiación; y el sector privado ya está haciendo mucho pero hace falta seguir: descarbonizar, crear comunidades energéticas, tener en cuenta a los que menos tienen, cuáles son los hogares mas vulnerables, elaborar una estrategia nacional

La renovación de los edificios fue la otra estrategia publicada que aborda la pobreza energética y hace una valoración especifica de los diferentes tipos hogares que pueden sumirse en la pobreza, y también ofrece un plan específico de medidas de eficiencia energética para que estos hogares puedan mejorar su situación. Pero también es necesario luego ver el día a día de cada familia y ver cómo estas medidas impactan en él.

Ahora, por ejemplo, estamos trabajando en un proyecto rehabilitación exprés en el que no hace fata tocar fachadas, no hacen falta permisos específicos de la comunidad. Son medidas más fáciles de implementar y también las que más mejoran el día a día de las familias: la adecuación interior, el cambio de caldera y electrodomésticos, etc.”.

 

¿Por qué los niños ven fantasmas? La ciencia lo explica

 

Desde Save the Children también proponen crear espacios en los que se tramiten todas las cuestiones informativas y de prestación relacionadas con la provisión de energía y apoya la idea de tener una visión más a medio y largo plazo, apostar por la rehabilitación de edificios con un criterio de equidad y accesibilidad y una perspectiva de infancia, mejorando la eficiencia energética de las casas.

Aunque la organización ha valorado “muy positivamente” el escudo social energético puesto en marcha por el Gobierno, considera que se puede hacer más para conseguir que las familias puedan hacer frente a las olas de frío que estamos viviendo estos días.

“Lo hemos visto en 2021, con la aprobación de una partida excepcional en los Presupuestos de 202,5 millones de euros destinada a la financiación del bono social térmico, lo que representa un incremento de 100 millones respecto al ejercicio anterior. Es cuestión de voluntad política, ha asegurado del Moral.

Respecto al coste económico de estas medidas, la entidad especializada en infancia ve margen para que sean los actores del mercado eléctrico quienes asuman, al menos en parte, el coste de la ampliación del bono social a una tarifa progresiva de luz y gas.

 

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4 febrero, 2023

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