“Picky Eaters”: Cuando los niños son muy selectivos con la comida

Artículo publicado el 4 Nov 2021 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 20 marzo, 2024

La alimentación infantil suele ser, a veces, un quebradero de cabeza. Aunque hay niños que comen especialmente bien, otros son mucho más delicados. Y después están los picky eaters, aquellos que son especialmente selectivos con los alimentos, comen muy poco, rechazan muchas comidas y son reacios a probar alimentos o sabores nuevos.

¿Qué son los picky eaters?

La realidad es que picky eaters no es un término oficial ni reconocido a nivel universal, aunque sí hay estudios que tratan de definirlo. De momento, se trata más bien de una traducción del inglés que viene a ser niños muy selectivos con la comida. Así, estos pequeños se resisten a probar nuevos alimentos y, mientras tienen especial preferencia por unos pocos, rechazan sistemáticamente otros muchos. Además, de forma general, suelen comer apenas dos o tres bocados en las comidas.

Es cierto que cuando comenzamos con la alimentación complementaria, los pequeños suelen rechazar algunos alimentos y no comen mucha cantidad. Sin embargo, es importante no darse por vencidos e insistir con el mismo cada cierto tiempo ya que, en la mayoría de las ocasiones, acaban por aceptarlos. Así, la preferencia de los niños a determinados alimentos depende de la frecuencia a la que se les expone. Es algo parecido a lo que ocurre con los picky eaters, aunque hay que tener en cuenta que, en este último caso, este problema suele aparecer alrededor de los tres años, cuando la gran mayoría de alimentos suelen estar ya integrados en su dieta.

 

 

¿Cómo saber si tu hijo es un picky eaters?

Si es muy selectivo con los alimentos y su variedad es muy limitada; juega mucho con la comida pero come poco y, además, lo hace muy despacio. También es reacio a probar alimentos o sabores nuevos y rechaza muchas comidas (especialmente las frutas y verduras) en favor de alimentos con mucho azúcar o harinas. Asimismo, prefiere los líquidos a los sólidos (muchos usan todavía biberón y han trabajado poco la masticación desde la AC) y suelen hacer muecas ante los olores de los alimentos (ya que no han experimentado con el olfato los alimentos en el inicio de la AC y es fundamental hacerlo para generar el recuerdo en su mente y motivarse a probarlo)… ¡Tienes un picky eaters en casa!

Estos niños llegan incluso a rechazar invitaciones a sitios donde saben que va a haber comida, por su constante negativa a probar cosas nuevas. Además, tratan de evitar que los alimentos nuevos que hay en su plato toquen los ya conocidos por temor a que estos últimos se “contaminen” y acabe por no gustarle nada del plato.

 

 

¿Cómo crecen los niños picky eaters?

Una de las principales inquietudes de los padres es ver crecer a sus hijos correctamente y esto se incrementa con hijos delicados a la hora de comer. La realidad es que hay opiniones para todos los gustos. Mientras algunos estudios aseguran que estos niños lo hacen con normalidad a pesar de que son selectivos a la hora de comer, otros estudios sí encuentran diferencias significativas en el crecimiento.

En estos últimos se asegura que estos pequeños pueden llegar a medir entre 1 y 2 centímetros menos y pesar de 1 a 2,5 kilos menos que los niños que comen con mayor flexibilidad. Y además, hay estudios que contemplan ambos escenarios: por un lado consideran que los niños crecen y se desarrollan con normalidad, pero si esta conducta se mantiene en el tiempo, sí puede llegar a desencadenar algún problema, como algún tipo de trastorno alimentario, por ejemplo.

 

 

¿Qué hacemos si nuestro hijo es “quisquilloso” con la comida?

La actitud de los padres es importante y puede influir a la hora de que los niños desarrollen (o no) comportamientos disfuncionales con la comida. Así, en muchas ocasiones se suelen obviar las señales de saciedad de los hijos, “obligándolos” a comer una cucharadita más con la excusa de que es la última. Lo mismo ocurre si se utilizan premios o castigos relacionados con los alimentos o los que ofrecen una alternativa si no quieren lo mismo que come el resto de la familia.

Todo ello afecta a la relación de los pequeños con la comida y con su actitud ante los alimentos. Pero no son los únicos. También influyen otros factores como la introducción de alimentos semisólidos después de los 9-10 meses o el hecho de tener mayor sensibilidad sensorial.

 

 

En el lado contrario, se ha observado que las familias que comen mucha fruta y verdura tienen menos posibilidades de tener un pequeño picky eater. Lo mismo ocurre con los niños que tienen hermanos mayores.

Aunque ver cómo tu hijo deja de comer día tras día puede llegar a desesperar y preocupar en exceso, lo principal es mantener la calma. Además, la Academia Americana de Pediatría ofrece diferentes consejos que no difieren mucho de cómo debemos afrontar el momento de la alimentación con nuestros hijos:

• Comida en familia. Aprendemos por imitación y comer no se queda atrás. Por eso es tan importante sentarnos a comer en la misma mesa y hacerlo juntos sin ningún tipo de distracción: ni móviles ni televisión. Hay que dar ejemplo y, por ello, lo ideal es que todos, adultos y pequeños, coman lo mismo, sin ofrecer una alternativa en caso de rechazar algún alimento. Eso sí, hay que tratar de ofrecer al menos un alimento que le guste al pequeño en cada comida.
• No pelees por la comida. Si tu hijo se niega a comer, no muestres preocupación por ello. Los niños son capaces de controlar sus niveles de saciedad desde bien pequeños, por lo que no tenemos que obligarlos a comer ni castigarlos si no lo hacen.
• Acaba con los sobornos. No prometas a tus hijos chocolate o golosinas si se acaban el plato. En este caso, convertirías esto en un premio y los alimentos que le ofreces antes en una obligación.

 

 

• Insistir, con amabilidad y paciencia. Es normal que las primeras veces rechacen los alimentos, pero no te des por vencido ya que en muchas ocasiones son necesarios más de diez intentos para determinar si les gusta o no. Trata de variar la presentación o la textura en cada uno de ellos ya que a veces rechazan unos alimentos preparados de una forma concreta, pero lo aceptan si los cocinamos de otra.
• Haz la comida atractiva. La comida muchas veces entra por los ojos y, por ello, debemos intentar colocarla de forma divertida en el plato.
• Involucra a los niños en la planificación. Es importante que los niños tomen pequeñas decisiones en el día a día y esto también se aplica a la comida, aunque lo ideal es ofrecerle siempre opciones cerradas. Así, pueden elegir entre dos frutas para tomar después de cenar o entre dos recetas para preparar.
• Deja que te ayuden. A los niños les encanta participar en tareas cotidianas y ayudar en la cocina. Batir ingredientes o extender el aceite con una brocha son tareas muy sencillas con las que se sentirán partícipes del momento.
• ¿Ya acepta un alimento? Es hora de poner en práctica el “puente de alimentos”: presentar uno nuevo con color, sabor y textura similar.
• Mezcla sabores. Ofrece alimentos con sabores desconocidos con otros ya familiares.

Por su parte, un estudio publicado en Science Direct ofrece pautas más concretas como evitar que el niño beba demasiada agua entre las comidas, ofrecer estas más frecuentes y en menor cantidad y contar con una buena planificación de comidas.

 

 

¿Cuándo nos preocupamos?

Aunque se considera algo pasajero, no deja de ser preocupante que nuestros niños rechacen determinados alimentos sin una causa aparente. Y si bien es cierto que los percentiles no determinan la salud de nuestro bebé, estos niños delicados con la comida se suelen situar dentro de las gráficas de peso y talla, aunque en el futuro sí suelen ser más delgados. Sin embargo, hay ocasiones en las que sí saltan las alarmas:

• Si come muy pocos alimentos o incluso deja de comer por completo.
• Cuando no pone el peso que debería.
• Aparecen náuseas al hablar o ver la comida.
• Hay vómitos y diarreas.
• Al pequeño le cuesta tragar o se atraganta fácilmente.

En caso de aparecer cualquiera de estos síntomas, debemos consultar con el pediatra o el nutricionista.

 

 

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