¡S.O.S. Mi hijo se muerde las uñas!

Morderse las uñas tiene consecuencias físicas y psicológicas. Para erradicar el hábito, primero hay que averiguar su causa

Artículo publicado el 26 Jul 2020 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 4 abril, 2024

Se calcula que aproximadamente entre el 40 y el 45% de los menores se muerde las uñas. La onicofagia o hábito de morderse las uñas, es un problema frecuente en la infancia.

Alrededor de los 3 o 4 años, algunos niños empiezan a morderse las uñas. La mayoría superan esta costumbre con la edad, pero un 10% continúa mordiéndoselas de adulto. Por eso conviene eliminar esta mala costumbre antes de que se vuelva rutinaria.

Es un hábito que puede estar relacionado con varias causas y, para tratarlo adecuadamente, lo primero es saber qué lo provoca.

¿Por qué se muerde las uñas?

Morderse las uñas se considera un hábito nervioso que afecta al 20-30% de la población, sin importar la edad. Tiene importantes consecuencias físicas, ya que puede causar infecciones bacterianas, así como afectar a la unidad ungueal y la cavidad oral. También afecta a la autoestima, ya que nos podemos llegar a sentir acomplejados por el aspecto de nuestras uñas y eso puede perjudicar nuestra interacción con los demás.

 

 

La razón por la que los niños y los adultos se muerden las uñas es todo un misterio. Los especialistas lo relacionan con múltiples y variados factores de origen psicológico como el aburrimiento, el estrés, la preocupación, la frustración, la ansiedad, la costumbre e incluso la imitación (si uno de sus progenitores se muerde las uñas, es más probable que el peque también lo haga).

¿Está nervioso o es muy perfeccionista?

Estas son las causas más comunes de la onicofagia. En cuanto a los nervios, este hábito es una de las formas de aliviar las preocupaciones de la niñez (como tener que aprobar un examen, trasladarse de cole o hacer amigos nuevos).

Merece la pena mencionar, por lo curioso de su resultado, un estudio publicado en 2015 en el Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry. Dicho artículo académico indica que el motor de la onicofagia no es la ansiedad, sino el perfeccionismo.

El impacto de las emociones en las conductas repetitivas centradas en el cuerpo concluye que quienes se muerden las uñas suelen ser perfeccionistas y que hacerlo puede ayudarles a calmar su irritación, aburrimiento, frustración o insatisfacción.

 

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Identificar la causa

Es importante identificar si nuestro hijo se muerde las uñas cuando está distraído o si se las muerde cuando hay un motivo de estrés o ansiedad. En el primer caso lo más probable es que lo deje de hacer por sí mismo, pero en el segundo caso tendríamos que intentar descubrir cuál es la causa de su ansiedad (un problema en el cole, la llegada de un hermanito, un divorcio, timidez asociada a interacciones sociales, vergüenza, un cambio de vivienda…)

Es importante no regañarle ni castigarle porque puede que no se dé cuenta de que lo está haciendo ni de sus repercusiones, pero es conveniente intervenir para que lo identifique y empiece a controlarlo. Lo haremos siempre con paciencia, naturalidad y suavidad; sin mostrar insistencia ni enfado. Si insistimos mucho se puede convertir en una lucha de poder.

 

 

Morderse las uñas también puede ser una manía asociada a una actividad concreta como ver la tele. Lo mejor en este caso es hacer consciente al niño del momento en que se muerde las uñas y proporcionarle algún pequeño objeto para que lo manipule o hacerle entrelazar los dedos de las manos. Así conseguimos sustituir el mal hábito por una asociación inocua (ver la tele y apretar una pelota de goma, en lugar de ver la tele y morderse las uñas, por ejemplo).

Los niños pequeños también pueden morderse las uñas para imitar a alguno de sus padres. En tal caso el trabajo comienza por nosotros mismos: debemos esforzarnos por evitar modernos las uñas delante del niño. Como a menudo se trata de un acto inconsciente, es aconsejable explicarle que aunque nosotros lo hagamos, es un mal hábito que nos gustaría corregir. Para ello podemos pedirle su “ayuda” y hacer que nos avise para “corregirnos” cada vez que nos vea hacerlo.

 

 

Cómo ayudarle a dejar de hacerlo

Para contribuir a que deje de morderse las uñas, debemos intentar que sea consciente de lo que hace y de sus consecuencias, y ayudarle a abandonar esta costumbre siguiendo los siguientes pasos:

  • Haz que se dé cuenta. Debes alertarle cuando esté haciéndolo para que sea consciente, no como reproche. Una buena idea es establecer una clave especial para avisarle cuando se muerda las uñas como guiñarle un ojo, silbar o tocarle el hombro.
  • Busca soluciones. Si él quiere, se le pueden poner tiritas divertidas en las uñas o comprar en la farmacia algún producto no tóxico específico para evitar que se las muerda. Los métodos de relajación también pueden ser útiles si el hábito es producido por la ansiedad o los nervios.
  • Pacta con tu peque el proteger una uña. Si le parece bien, puedes pactar el “salvar” a una de las uñas de ser mordidas. Algo como “quizás puedas conseguir no morder esta uña”. Si lo logra, tras cortarla podemos preguntar si quiere salvar una segunda uña para la próxima vez.
  • Explícale que le perjudica. Se hace daño, provoca heridas e infecciones, los dientes se desgastan, da mala imagen… Hay que adaptar la explicación a la edad del pequeño.
  • Felicítale por sus avances. La burla o el castigo aumentan el problema, ya que favorece la ansiedad.

 

 

Cada niño es un mundo y es necesario ir probando lo que funciona en el caso de nuestro hijo. Por último, si notamos que este hábito puede reflejar algún trastorno o problema (como una ansiedad excesiva) debemos acudir al pediatra o psicólogo infantil para que nos ayude a solucionar el problema.

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