Quizá no te hayas parado a pensar en lo fascinante que es el primer año de vida de tu bebé. Unas veces por el cansancio de las noches en vela y de las horas de…
Lo reconozco, soy cuentista. Me gusta contar cuentos, escribirlos, leerlos, verlos, tocarlos… Tengo especial debilidad por los álbumes ilustrados entre los que hay auténticas obras de arte. Así que, en mi caso, siendo logopeda, era fácil encontrar la forma de utilizarlos una y mil veces para favorecer el desarrollo del lenguaje.
A veces me preguntan cuál es el mejor momento para que los niños se acerquen a los cuentos. Teniendo en cuenta que tenemos la suerte de contar con libros de tela, texturas y materiales adaptados a los más pequeños, yo diría que cuanto antes.
Cómo elegir cuentos según la edad de nuestros peques
En un primer momento se trata de ofrecérselos, de que los tengan a su disposición y a su alcance y que despierten la curiosidad por ellos. Hago en este momento un inciso para comunicaros que la habilidad para pasar hojas de forma eficaz y la capacidad de autorregularse para no pintar donde ven un dibujo llevan su tiempo. Si esto lo unimos a que, en los primeros años, se desarrolla también la destreza de rasgar papeles…
Imagináis por donde voy, ¿verdad? Comprad siempre cuentos adaptados a la edad, con páginas de cartón resistente y plastificado para evitar disgustos. Más adelante podréis pasar a los cuentos de hojas más finas. Y si tenéis un cuento que os gusta leerles pero no queréis que lo rompan, podéis reservarlo para momentos especiales y después guardarlo. Ellos también disfrutan de esos momentos mágicos. Dicho esto, continuamos.
Si queréis que os recomiende títulos concretos, quizá no sea la persona adecuada, pero en esta sección tenéis un montón de ideas. Digo que no soy la persona adecuada porque me gustan casi todos. En líneas generales para los más pequeños me encantan los cuentos de Hervé Tullet, que hace mucho con muy poco. Apenas unos puntos y unas líneas y abre todo un universo de posibilidades interactivas. También los diccionarios en imágenes que ofrecen fotos o dibujos de objetos cotidianos, alimentos, animales, etc por campos semánticos.
Y, para los más mayores, cuentos ilustrados con mayor peso de imagen que de letra. Y aquí saco pecho con los autores e ilustradores de la tierra: Sergio Arranz, Rocío Bonilla, Anna Llenas, Marta Altés, Margarita del Mazo… Tenemos talento del bueno para llenar bibliotecas.
Y, cuando ya saben leer, no desterréis la costumbre de leerles. La lectura conjunta, un poco tú, un poco yo, favorece el aprendizaje de la lectura y aumenta la motivación y el vínculo saludable con nuestros peques. Os aseguro que pocas cosas hay tan satisfactorias cuando crecen que leer a medias El Pirata Garrapata.
¿Elegimos nosotros o ellos?
Es posible que dudéis entre dejarles que elijan o comprar vosotros el que consideréis. A mí, que me encanta la gama de los grises, me gusta combinar ambas opciones. Por un lado, está bien que ellos elijan los cuentos que les apetece leer, a veces, con un poco de guía por nuestra parte, pero también me gusta la idea de elegir por ellos aún sabiendo que podemos fracasar en la elección.
Esta opción me parece interesante por varias razones: en primer lugar, al ser tan pequeños se pueden dejar llevar porque les gusta el color o porque sale un personaje de la tele. Además, pienso en algunos libros que no tenía pensado comprar y me los han regalado y después me han encantado. Así que vía libre a ofrecer libros.
La idea de que cuenten con una buena selección de cuentos propios es genial pero no descartéis si tenéis oportunidad la posibilidad de sacar cuentos en una biblioteca. Muchas tienen apartados específicos para bebés y es muy útil a la hora de dejarles escoger a ellos. Si no les gusta, no pasa nada porque se devuelve y se coge otro.
Y ahora vamos a lo que nos ocupa.
¿Cómo podemos favorecer el desarrollo del lenguaje a través de los cuentos?
En primer lugar debemos anticipar y mostrar interés por la actividad. Frases como “¡Atención!¡La hora del cuento!” o “¿Sabes que he encontrado algo muy interesante dentro de este cuento?” pueden ayudar. Una vez que nuestro peque muestra una buena predisposición… ¡Comenzamos! Y ahora es cuando os doy unas sencillas pautas para aprovechar el precioso momento de compartir lectura.
Si el cuento es como los de Hervé Tullet, no tenéis más que seguir sus instrucciones y, quizá, después recrear vosotros algunas de las ilustraciones con un poco de pintura de dedos. Este tipo de cuentos son casi adictivos y los peques los piden una y otra vez porque, cuanto más los conocen, pueden anticipar lo que viene después y eso les aporta seguridad y la posibilidad de expresarlo mejor. Además favorecen la adquisición de conceptos espaciales (arriba, abajo, alrededor, en medio…).
Los diccionarios en imágenes se pueden utilizar tanto para la adquisición de vocabulario (yo te pregunto dónde está el perro y tú lo señalas) como para la expresión (yo pregunto cómo se llama este animal y tú contestas). En ambos casos se puede estirar un poco la cuerda adecuándolo a la edad del niño.
Por ejemplo, puedes preguntar dónde está el perro o puedes preguntar dónde hay un animal que hace guau o dónde ve un animal que tiene pelo, cuatro patas y hocico. A nivel expresivo ocurre lo mismo. Podemos preguntar cómo se llama este animal o podemos preguntar cómo es.
No olvidéis que los peques comprenden visualmente mejor las imágenes reales, después los dibujos más realistas y finalmente los más esquemáticos. A veces me decís que al ver un cuento de estas características, vuestros peques no dicen nada o no quieren participar de forma activa. Siempre digo que la picardía es muy importante a la hora de jugar con ellos. Así que, ¡vamos allá!
Cómo incentivar a los más peques con la lectura
Les suele gustar la sorpresa así que, por qué no entreabrir el cuento y cerrarlo rápidamente para después decir “¡lo que he visto!” Seguramente se acerque. Cuando esté dispuesto, abres el libro y, señalando un elefante, exclamas ¡un tigre! Es posible que en ese momento, vuestro peque diga “¡no, elefante!” o algo similar.
A partir de ahí puedes buscar algo que empiece por gaaaa para que te diga tooo. Y si entra en el juego, puedes inventar pequeñas historias (el gato era amigo del perro) o buscar por casa los objetos que aparecen en el cuento (buscar solo los que sean de un color o los que tengan ruedas o pensar si hay una canción sobre el animal que vemos). Así, podéis establecer pautas de comunicación en las que os turnéis unas veces escuchando y otras hablando.
Con los cuentos que ya tienen una pequeña historia, la cosa cambia. Además de observar con detalle las ilustraciones y hablar sobre ellas (los colores, las expresiones de los personajes, intentar adivinar de qué tratará el cuento sin leerlo), podemos leerlo poco a poco, parando en cada página para preguntar qué ha pasado, a quién, por qué… Algo que les gusta mucho es que paremos la lectura antes del desenlace, cerremos el libro e imaginemos posibles finales.
Cuando ya conocen el cuento, podemos jugar a encontrar la página en la que sucede algo concreto o descubrir nuevos detalles en las ilustraciones.
Y, a partir de los tres años, me gusta que hagan un metaanálisis sobre el cuento. Aunque suena a algo muy elaborado, solo se trata de reservar unos momentos para reflexionar acerca del él y pensar cómo se le habrá ocurrido la historia, con qué habrá hecho las ilustraciones, quién es el autor, si habrá escrito algún cuento más, si hemos aprendido alguna palabra nueva, si hubiéramos cambiado algo de la historia, si nosotros hubiéramos actuado igual que el protagonista, si nos ha gustado o nos ha hecho sentir bien o si, por el contrario, nos ha puesto tristes.
Como veis, hay mil posibilidades dentro de cada cuento. Solo hay que dejarse llevar por la magia. Y si aún os quedan dudas acerca del desarrollo del lenguaje de vuestros peques, os esperamos en la Tribu CSC para resolverlas.
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