Obligamos a nuestros hijos a ser obedientes, a compartir, a obedecer sin cuestionar, a portarse "bien", a no pelearse con los demás... Pero la independencia, el espíritu crítico y la capacidad de reflexión son puntos…
Es probable que uno de los aprendizajes más significativos que hacemos a lo largo de nuestra vida es aprender a leer y a escribir. Así que, si tu peque tiene de cinco a siete años, abre bien los ojos porque vas a presenciar en directo uno de los mayores aprendizajes de su vida: escribir.
Es más fácil aprender a leer que a escribir
Aunque el aprendizaje de la lectura y de la escritura discurren en paralelo en el tiempo, es posible que observes que a tu peque le resulte más fácil aprender a leer que a escribir. Es normal. Escribir requiere, además del conocimiento de los fonemas y su correspondencia con cada letra, tener la destreza motora para hacerlo.
Así que, si comenzamos por el principio, debemos saber que los bebés pasan por etapas de agarre del lápiz o pintura diferentes. Es fácil ver a los más chiquitines sujetando las pinturas en agarre cilíndrico con toda la mano como si cerraran el puño.
Este agarre va evolucionando hasta llegar al agarre que llamamos pinza trípode. Los niños alcanzan esta última fase entre los cuatro y los siete años, por lo que será en este momento cuando estén preparados para escribir.
Hasta llegar a esa etapa podemos ayudarles a mejorar la dirección y variedad de trazos, la fuerza de los dedos, la coordinación óculo-manual, etc.
¿Cómo? Muy sencillo. A través de actividades manipulativas como hacer bolitas y churros de plastilina, amasar, tender ropa con pinzas y cualquier otra actividad que incite a utilizar la pinza y ejercer algún tipo de presión o de precisión como los trasvases de legumbres con pinzas (por supuesto, con supervisión en los más pequeños).
Y, de repente, un día, tu peque pasa de hacer garabatos sin sentido a ordenarlos en forma de montañas o bucles que parecen líneas escritas. Es la etapa que denominamos indiferenciada. No saben escribir pero hacen una especie de culebrillas que se parecen a la escritura.
De los trazos a las letras y asignación de sonidos
Es el momento de aprovechar esta destreza puesto que ya saben regular la amplitud y dirección de los trazos para realizar actividades de grafismo (los cuadernos de grafismo creativo de Raúl Bermejo son impresionantes y muy útiles para inspirarnos): líneas horizontales, verticales, bucles, muelles, serpentinas, puntos, guiones, etc.
Poco a poco y favorecido por el aprendizaje paralelo de la lectura, los peques empiezan a diferenciar los trazos que pertenecen a las letras y los realizan de manera aislada. Aún no son letras, pero se van pareciendo.
En la siguiente etapa, adjudican una letra a una sílaba. Las letras ya son letras pero el mensaje escrito está incompleto. Y, en unos meses, vemos con asombro cómo nuestro peque empieza a asignar una letra a cada sonido de la palabra.
Si ya te he convencido de lo apasionante del proceso, quizá hasta se te haya pasado por la cabeza favorecer ese aprendizaje o, al menos, vivirlo juntos. Genial. Pero, ¿cómo lo hacemos?
Es muy sencillo. De la misma manera que ocurre con la lectura, la escritura es la otra cara de la moneda y, por tanto, el componente cultural hace que podamos encontrarla y utilizarla en mil aspectos de la vida diaria.
Actividades para enseñar a los peques a escribir
¿Preparados?¡Vamos allá!
- Si estás en la cocina y tienes pan rallado, harina o cualquier otro alimento en el que puedas escribir, solo necesitas una bandeja y estar dispuesto a recoger lo que se caiga (o puedes facilitar a tu peque una escoba y un recogedor y multiplicas los aprendizajes). Puedes utilizar letras móviles para que las copien, las introduzca en la bandeja y ver que huella queda, o, simplemente, dejarles que creen libremente.
- Existen muchos materiales que nos pueden servir para copiar letras y para construir palabras: la plastilina, los limpiapipas, la miga de pan… y, por supuesto, las letras móviles, de cartón, imán o pegatina que pueden hacerles pasar ratos muy entretenidos.
- Las pizarras también harán que no gastes miles de folios.
- Si ya es capaz de escribir palabras al dictado puedes decir algo como “mientras voy haciendo la comida/fregando cacharros, voy a necesitar un secretario para hacer la lista de la compra”. Siempre insisto en el gran superpoder ayudador que tienen los peques.
- Medios de comunicación reales: a los niños les encanta que lo que hacen sea útil para algo o para alguien, así que por qué no escribir una carta real a alguien o un whatsapp, una receta de cocina o los números de teléfono de la familia.
- ¿Recordáis cuando en clase nos mandábamos notitas? ¡Pues hacedlo en casa! Podemos comunicarnos por escrito y enviarnos notas de amor, de deseos, de enfado, de propuestas y de protesta.
- Y, los más mayores, pueden inventar sus propios cuentos. Bastan unas pocas hojas grapadas para que comiencen su andadura como autores.
Al igual que en el caso de la lectura, solo es necesario que observemos las situaciones en las que la escritura puede convertirse en un juego y utilizarlas para remar a favor. ¿Y si a nuestro peque no le resulta motivadora la actividad? En ese caso, a otra cosa mariposa que seguro que en unos días, tendrás que explicarle que el rotulador no se debe utilizar ni en la pared ni en el sofá.
Si tenéis dudas acerca del desarrollo del lenguaje de vuestros hijos u os encontráis obstáculos a la hora de comenzar el aprendizaje de la escritura con vuestros peques, os espero en la Tribu CSC para resolverlas juntos.
0 comentarios en "Cómo se enseña a escribir a un niño de forma respetuosa"