Sin óvulos ni espermatozoides, un equipo internacional de científicos liderados por una Universidad de Australia ha conseguido crear en un laboratorio un modelo de embrión humano en su fase más temprana reprogramando células madre extraídas…
¿Cómo afecta la contaminación a la fertilidad? Un reciente estudio saca a la luz la asociación de inhalar la contaminación del aire exterior e interior con la fecundidad de la pareja. “La contaminación del aire es tanto una plaga sensorial como una amenaza para la salud humana”, determinan los autores de la investigación publicada en Oxford Academic.
¿Qué factores ambientales influyen en la fertilidad?
Los contaminantes ambientales inhalados pueden ser naturales o creados por el hombre, e incluyen la contaminación del aire relacionada con el tráfico (TRAP), el ozono, las partículas (PM) y los compuestos orgánicos volátiles, entre otras sustancias, incluidas las del tabaquismo pasivo.
“Los estudios de contaminación del aire en los sistemas reproductivo y endocrino han informado asociaciones de TRAP, humo de segunda mano (SHS), solventes orgánicos y cocina alimentada con biomasa con resultados adversos en el parto. Si bien alguna evidencia sugiere que la contaminación del aire contribuye a la infertilidad, la literatura existente es mixta y se han informado diversos efectos de los contaminantes.
La revisión sistemática actual resume la solidez de la evidencia de las asociaciones de la contaminación del aire exterior, el SHS y la contaminación del aire interior inhalado con la fecundidad de la pareja e identifica lagunas y limitaciones en la literatura para informar las decisiones de política y la investigación futura”, apuntan los investigadores.
No en vano, la evidencia anterior ya demostraba que en la mayoría de las enfermedades en seres humanos influye la forma en que nuestros genes interactúan de maneras complejas con factores ambientales, como sustancias químicas en el aire o el agua, la nutrición o la radiación ultravioleta.
¿Cómo afecta la contaminación a la fertilidad?
Los resultados indicaron una asociación entre la contaminación del aire exterior y la fecundidad reducida, incluida la TRAP y, específicamente, los óxidos de nitrógeno y PM con un diámetro de ≤2,5 µm, así como la exposición a SHS y formaldehído. “Sin embargo, las ventanas de exposición difirieron mucho entre los estudios al igual que el método de evaluación de la exposición”, apuntan los investigadores.
De esta forma, la evidencia sugiere que la exposición a contaminantes del aire exterior, SHS y algunos contaminantes ocupacionales inhalados puede reducir la fecundidad.
“Los estudios futuros de SHS deberían usar monitores de aire interior y biomarcadores para mejorar la evaluación de la exposición. Los monitores de aire que capturan la exposición en tiempo real pueden proporcionar información valiosa sobre el papel de la contaminación del aire interior y son útiles para evaluar los efectos agudos a corto plazo de los contaminantes en la TTP”, señala el estudio.
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¿Qué influencias ambientales afectan al desarrollo embrionario?
La contaminación del aire que respiramos, la presencia de productos químicos en los alimentos que ingerimos, la calidad del agua, las radiaciones y la contaminación acústica son algunos otros factores que influyen durante el embarazo. Entre los contaminantes más estudiados en relación a la salud materno-infantil está la contaminación del aire y las sustancias químicas que actúan como disruptores endocrinos.
Las sustancias químicas que podemos ingerir con algunos alimentos, o que pasan a través de nuestra piel por el uso de cosméticos pueden simular hormonas de nuestro cuerpo y actuar a nivel de los receptores hormonales cambiando equilibrios relacionados con las hormonas sexuales, los estrógenos, e incluso las hormonas tiroideas.
Los disruptores endocrinos son químicos capaces de mimetizar nuestras hormonas y alterar así nuestro funcionamiento corporal, afectando negativamente a nuestra salud. De esta forma, pueden influenciar en nuestra salud sexual y reproductiva y provocar en las embarazadas cambios a nivel placentario, restricción de crecimiento fetal y prematuridad.
En la edad adulta también han demostrado provocar obesidad, afectación del neurodesarrollo, diabetes, incluso aumentar la incidencia del cáncer.
¿Qué agente ambiental puede afectar al desarrollo embrionario?
La exposición a partículas pequeñas del aire, llamadas PM2. 5, aumenta el riesgo de resultados adversos que incluyen la restricción de crecimiento fetal y el parto prematuro. El aumento de los niveles de ozono durante el primer trimestre de la gestación se asocia con mayor prevalencia de preeclampsia, hipertensión arterial debida al embarazo, así como parto pretérmino.
En un estudio realizado en Barcelona, se demuestra que los niños que asisten a escuelas con mayor contaminación del aire, relacionada con el tráfico, tienen una menor puntuación en un test neurológico de capacidades cognitivas.
Asimismo, la contaminación del aire urbano también parece afectar negativamente la maduración cerebral en una edad crítica de desarrollo.
Por ejemplo, la exposición prenatal a los hidrocarburos aromáticos policíclicos (sustancias químicas que se forman durante la combustión incompleta del carbón, petróleo y gasolina, basuras y otras sustancias orgánicas como tabaco y carne preparada en la parrilla) contribuye a una velocidad de procesamiento más lenta. Asimismo, también aumentan los síntomas de trastornos de déficit de atención e hiperactividad. De hecho, las pruebas de asociación entre la contaminación del aire y los trastornos del desarrollo neurológico han aumentado considerablemente en los últimos años.
¿Qué contaminantes químicos afectan a la fertilidad humana?
No sólo los contaminantes atmosféricos afectan a nuestra capacidad para tener descendencia. Hay muchos estudios sobre el impacto de los químicos en la fertilidad masculina, así como investigaciones sobre cómo la exposición a contaminantes químicos comunes está asociada con un recuento menor de óvulos en los ovarios de mujeres en edad reproductiva.
Aunque muchos productos químicos han sido prohibidos, alguna vez se usaron en productos domésticos (como productos ignífugos, refrigerantes o ciertos aerosoles como los destinados a eliminar mosquitos) y todavía están presentes en el medio ambiente y en alimentos como el pescado graso.
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