¿Rascarse es un motivo de consulta al médico? Podría parecer que no, pero es un motivo bastante frecuente de consulta al pediatra, porque el picor puede ser de tal intensidad que llega a desesperar al…
Manuel tiene 7 años, está estudiando segundo de primaria, en un colegio ordinario, en un aula con 25 compañeros más. Es simpático y sociable, despierto y curioso. Es moreno y lleva gafas, le encanta vestir con camisetas de sus equipos de fútbol favoritos. Las matemáticas no se le dan bien. Le apasionan los animales. Tiene un hermano mayor. Y, desde hace unos meses, está diagnosticado de TDAH.
¿Qué implicaciones tiene para un niño ser diagnosticado con TDAH en su vida cotidiana?
Manuel siempre ha sido un niño muy activo, inquieto, un torbellino. Lo normal para un niño pequeño, ¿no? Pero la verdad es que al ir creciendo, cuando han ido aumentando los deberes del cole, los contenidos que tiene que aprender y las responsabilidades en casa, tanto su tutora como sus padres comenzaron a pensar que quizá algo no estaba marchando como debía.
Tras una valoración conjunta del equipo psicopedagógico de su centro escolar, la neuropediatra y la psicóloga clínica del equipo de salud mental, han valorado emitir este diagnóstico para poder darle los apoyos necesarios en su día a día. Si necesitáis asesoramiento o apoyo en este sentido, podéis consultarme online en la Tribu CSC.
Pero ¿cómo es la vida de un niño con TDAH? ¿Os parece que acompañemos a Manuel en un día cualquiera para averiguarlo?
¿Cómo afecta el TDAH en la vida cotidiana de un niño?
7.45 a.m.
A veces me cuesta levantarme porque me suele costar conciliar el sueño. Aunque esté muy cansado al acostarme, no paro de dar vueltas, pensando en mil cosas (¡cómo siempre!) y suelo tardar mucho en poder calmarme para dormir. Leer no me ayuda porque me salto líneas, releo la misma página varias veces, y al final no me entero de nada…
Las visitas a la cama de mamá y papá, al cuarto de baño o a beber agua, no ayudan mucho, ¡pero necesito levantarme! En cambio, ponerme en marcha por las mañanas, es difícil, necesito algo de tiempo, remoloneo y al final se me hace tarde siempre… Mamá acaba enfadada, yo corriendo, me he puesto la camiseta del revés y un calcetín de cada color porque me cuesta concentrarme y acabar las tareas. No termino de desayunar y llego tarde al cole.
9.10 a.m.
Interrumpo al entrar en clase, al sentarme, al sacar las cosas de la mochila hago ruido, se me caen al suelo. He olvidado la libreta… La seño explica y no puedo parar de preguntar y comentar todo lo que va diciendo. Sé que no debo hacerlo porque molesto y ella ya me lo ha dicho muchas veces, pero es como si no pudiera parar. De verdad que lo intento. Vuelve a recordármelo, muy seria.
Tenemos que hacer un trabajo sobre lo que ha explicado, en grupo. No lo recuerdo bien. No quiero volver a preguntar porque van a pensar que nunca me entero de las cosas, que soy tonto. Me lo invento aunque sé que seguramente lo que esté haciendo no esté bien y me pongan mala nota o tenga que repetirlo.
11.30 a.m.
¡Por fin recreo!
Hace frío y he olvidado el abrigo en clase. Almuerzo rápido y a jugar. Muchas veces no me eligen en el equipo porque me cuesta respetar turnos y seguir las reglas del juego. Me pone triste. Muchos días acabo jugando solo a correr en el patio o busco a mi hermano en el patio.
14.30 p.m.
Mamá ha traído la bici para volver a casa. Me encanta ir rápido, delante de ella. Hoy se ha enfadado porque no he parado a mirar antes de cruzar el paso de cebra y un coche me ha pitado ¡Menudo susto! Ella ha gritado, pero es que estaba muy asustada. Le he prometido que intentaré tener más cuidado, pero cuando voy corriendo, en bici o en los columpios me excito tanto que dejo de pensar, solo puedo sentir el movimiento.
16.30 p.m.
Toca hacer los deberes, pero he olvidado apuntar en la agenda lo que nos ha mandado la seño para mañana. Había que leer algo y hacer un resumen. También examen de mates. Estoy cansado, me cuesta mantenerme sentado y prestar atención a lo que tengo delante. Muchas veces miro por la ventana y me distraigo, la verdad es que no pienso en nada, solo me quedo como abstraído. Pasa el tiempo y casi no he hecho nada.
18.00 p.m.
Salimos un rato al parque. Me encantan los columpios y subirme a lo más alto, columpiarme fuerte. Quiero subir al tobogán muchas veces seguidas, me da igual si me toca esperar o no, me subo y ya, porque me cuesta esperar turnos. Al final me caigo, mamá viene corriendo a ayudarme, asustada. Tengo sangre en las rodillas y he roto otra vez los pantalones.
20.00 p.m.
Toca ducha, cenar y prepararse para dormir. Ya soy mayor y puedo encargarme de recoger mis cosas, la ropa sucia, buscar el pijama, ordenar el cuarto, incluso poner la mesa. Muchas veces organizar todo esto en mi cabeza es complicado y se me olvida tirar de la cisterna, la ropa sucia acaba en la basura en vez de en la lavadora, y los juguetes debajo de la cama en vez de en sus cestos. Mamá y papá tienen que venir detrás de mi arreglando el jaleo… muchas veces cansados, otras enfadados.
¿Cómo afecta el déficit de atención en la vida social de un niño?
Problemas de autoestima, ansiedad, inseguridades, dificultad en las relaciones sociales, problemas de aprendizaje o de conducta son algunas de las manifestaciones más frecuentes que podemos observar en los niños con TDAH.
Su día a día es caótico porque su cabeza también lo es. Sus habilidades para organizarse, planificar o anticiparse a las consecuencias de sus acciones no son las más adecuadas, y por eso les cuesta tanto poner en marcha estrategias para solucionar todas estas situaciones.
¿Cómo afecta el TDAH en el día a día de la familia?
Los adultos que les rodeamos muchas veces nos vemos sobrepasados, porque la realidad es que es muy difícil seguirles el ritmo sin perder la calma, y solemos poner el foco continuamente en aquello que hacen mal, en lo que olvidan, en la conducta de riesgo que están llevando a cabo, en el estímulo que no son capaces de inhibir. El regañar, castigar o perder los papeles es muy fácil. Pero todo esto hace que ellos también pongan el foco en todo lo que les sale mal, en lo mal que se portan, lo que molestan o el examen que suspenden.
Entender lo que es el TDAH, lo que supone para el niño y su organización en el día a día nos permite poner en marcha estrategias que puedan ayudarlos y, ayudarnos, a funcionar mejor. Un entorno estructurado, con normas claras, acompañadas de instrucciones visuales, rutinas definidas, enfocarnos en los logros y lo positivo que el niño es capaz de lograr son algunas de las estrategias que pueden marcar la diferencia entre estar siempre enfadados o disfrutar de nuestro pequeño.
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