Tras cumplir el primer año de vida, la leche deja de ser la principal protagonista en la alimentación del bebé para dejar paso a otros alimentos. ¿Qué pasa entonces con la lactancia? ¿Seguimos ofreciendo leche…
La leche es un alimento fundamental en la dieta de los más pequeños. Sin embargo, hay niños a los que no les gusta la leche. En estos casos, podemos aportar el calcio que necesitan con derivados lácteos y otros alimentos o bien preparar recetas saladas con lácteos para incluirlos en su día a día.
Recetas saladas con lácteos
Durante el primer año de vida, la leche materna o de fórmula es el principal alimento del bebé. Cumplidos los 12 meses, los alimentos van ocupando cada vez más peso, lo que no significa que la leche desaparezca por completo. Muy al contrario, los bebés (y adultos) siguen necesitando el calcio en su día a día.
En caso de lactancia artificial, podemos ofrecer leche entera de vaca a partir del año, un cambio que, tal y como explica la dietista nutricionista del equipo de Criar con Sentido Común, Rebeca Pastor, “no tiene por qué ser inmediato y hay que afrontarlo con calma y tranquilidad”. Tanto ella como el resto de profesionales del equipo pueden ayudarte a resolver todas tus dudas sobre salud materno-infantil y crianza respetuosa si eres miembro de la Tribu CSC.
Pero, ¿y si a los pequeños no les gusta la leche entera de vaca y se resisten a tomarla? En estos casos, podemos aportar el calcio que necesitan con otros derivados lácteos como el yogur o el queso, introduciéndolos en recetas saladas. Eso sí, en caso de seguir con lactancia materna, no es necesario complementar con ellos, ya que la leche materna contiene todos los nutrientes que el pequeño necesita, aunque podemos ofrecerlos si así lo deseamos.
Salsa bechamel
La leche puede ayudar a ligar los ingredientes en una salsa bechamel. Para ello, tendríamos que rehogar un poco de cebolla y añadirle un par de cucharadas de harina integral de cualquier cereal. Tostamos la harina y poco a poco incorporamos la leche para que vaya cociendo y ligando hasta obtener una salsa bechamel, a la que le puedes añadir un poco de nuez moscada. La bechamel la puedes usar sobre unas verduras, de unas patatas o de pasta.
Tortilla de patatas con leche
Cuando hacemos una tortilla, podemos añadir a los huevos un chorrito de leche para darle un toque más suave y meloso. En caso de optar por una tortilla francesa, basta con batir los huevos y añadirles la leche. En caso de elegir una tortilla de patatas, puedes introducir la patata cortada y la cebolla cortada en juliana (si te gusta) en el microondas durante unos 8-10 minutos (según su potencia). Pasado este tiempo, solo tendrás que incorporar los huevos con la leche y pasar por la sartén hasta dejarla al punto que más te guste, aunque para los más peques es importante cuajar muy bien el huevo.
Recetas saladas con lácteos: Crema de verduras
Al hacer una crema de verduras, nos interesa que cada bocado sea lo más nutritivo posible. A pesar de la costumbre de hervir las verduras en mucha cantidad de agua, la realidad es que cuanta menos agua se utilice, más concentrado estará el alimento y, por lo tanto, más nutritivo. ¿Y si cambiamos el agua por leche? Podemos hervir las verduras de la crema en un par de dedos de leche. De esta forma, la crema queda con un sabor y textura muy suave, sin necesidad de añadir ningún lácteo más.
Un buen ejemplo es la crema de calabaza. Solo tenemos que poner a hervir daditos de calabaza, daditos de cebolla en un par de dedos de leche con nuez moscada y comino molido. Cuando estén listas, solo tenemos que triturar y comer. Le puedes añadir una o dos cucharadas de almendras sin sal o pistachos triturados.
Sopa de fideos
Aunque no es muy habitual, podemos añadir un chorrito de leche a cualquier guiso o sopa. Entre las sopas más clásicas para los niños está la de fideos. Para hacerla, nuestra dietista-nutricionista nos propone una que hace en casa rehogando un poco de cebolla, calabacín y tomate. Cuando tengas listo el sofrito, añade un chorro de agua y ponlo a cocer. Ponemos otro chorrito de leche y llévalo otra vez a cocer al fuego. Por último, añade un puñado de fideos. Si la quieres hacer más nutritiva, se puede añadir un huevo batido al que hay que dar vueltas para que cuaje bien en la sopa.
Aliños de ensalada
Podemos usar el yogur para hacer cualquier aliño de ensalada o para poner encima de verduras o de pasta. Para ello, corta pepino en daditos pequeños y mézclalo con un yogur entero sin azúcar añadido, un chorrito de aceite, uno de vinagre o limón y un poco de orégano. Cuando lo tengas listo, lo puedes poner encima de unos macarrones integrales cocidos a los que hemos añadido previamente trocitos de calabacín, de champiñones, tomates cherry o cualquier otra verdura, como si fuera una ensalada fresca.
Brochetas de tomate cherry y queso
Las brochetas son una receta muy sencilla para introducir a los más peques en la cocina. Puedes escoger la clásica brocheta con tomates cherry cortados para evitar atragantamientos y daditos de queso fresco. Lo ideal es empezar por ofrecer queso fresco sin sal, para pasar poco a poco a los tiernos hasta llegar a los más curados cuando los niños son un poco más mayores. El motivo es sencillo: cuanto más curado está el queso, más sal lleva y más grasa, dificultando por tanto la digestión.
Recetas saladas con lácteos: Pizza
¡Toda buena pizza que se precie lleva queso! Así que no hay mejor ejemplo de una receta salada con lácteos que la pizza. Puedes hacer la pizza que más os guste en casa y añadir queso por encima. Unos minutos en el horno y ¡lista para comer!
Bocadillos con queso
Algo tan sencillo y bueno como un bocadillo con aguacate, queso y rodajitas de tomate. Si quieres, lo puedes poner en la sandwichera para que tenga un toque tostado.
Bolitas de arroz con queso y tomate
Las bolitas de arroz con queso y tomate suelen ser una buena opción para los más peques. Solo tendrás que cocer bien el arroz blanco previamente a remojo para reducir el arsénico. Mientras, ralla el queso y ponle un chorrito de aceite de oliva virgen extra. Mézclalo bien y haz bolitas con la mano. Se pueden comer así o bien meterlas en el horno para tostarlas ligeramente. Tritura el tomate y sírvelo para mojar las bolitas.
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