¿La alimentación de la madre puede provocar gases en el bebé durante la lactancia materna?

Artículo publicado el 4 Ene 2022 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 16 enero, 2023

Cerca de un 20% de bebés sufren los temidos cólicos del lactante. Y aunque se desconoce su causa, puede pensarse que la alimentación de la madre durante la lactancia materna puede influir en su aparición o en malestar intestinal y gases en el bebé. Analizamos qué hay de cierto en ello.

La alimentación durante la lactancia

Durante el embarazo, las mujeres deben prestar especial atención a la alimentación. Tanto es así, que hay alimentos prohibidos durante la gestación por el riesgo de provocar diferentes enfermedades como toxoplasmosis, listeria, salmonela o brucelosis. Pero cuando nace el bebé, se acaban las restricciones alimenticias. ¿O no?

La realidad es que depende de si optamos por lactancia materna o de fórmula. En este último caso, una vez que damos a luz, podemos volver a comer de todo con normalidad. De hecho, tal y como explica la consultora de lactancia e IBCLC, Inma Mellado, miembro del equipo de profesionales de CSC que atiende consultas online en la Tribu CSC, la clave es seguir siempre una dieta sana y equilibrada, seas o no madre lactante.

 

 

Si elegimos dar el pecho a nuestro bebé, sí deberemos tener en cuenta algunas recomendaciones relacionadas con la alimentación y la lactancia. El alcohol sigue estando prohibido, así como los pescados de grandes dimensiones por su alto contenido en mercurio (aunque esta recomendación se extiende a la población general). En cuanto a la cafeína, las madres lactantes pueden tomar café en cantidades moderadas, ya que un exceso de cafeína podría provocar irritabilidad en el bebé.

Pero más allá de las comidas y bebidas permitidas durante la lactancia, ¿cómo influyen los alimentos en los cólicos y en los gases del bebé?

¿Cómo influye nuestra dieta en el sabor de la leche materna y los gases del bebé?

El sabor y la composición de la leche varía en función de lo que coma la madre. Así, algunos alimentos como los espárragos o los ajos pueden influir en el sabor y el olor de la leche materna, provocando que sea mucho más acentuado e intenso. Sin embargo, esto no tiene por qué suponer ningún problema para el bebé y, de hecho, puede ayudarle a conocer nuevos sabores, lo que irá bien de cara a la llegada de la alimentación complementaria, sobre los seis meses. A través de la lactancia, estamos acostumbrando a nuestros bebés a los sabores a los que se enfrentará en el futuro.

Pero más allá de eso, no hay ningún estudio que relacione la alimentación de la madre y la ingesta de determinados alimentos con la aparición de gases en el bebé. De hecho, según Inma Mellado:

“Nadie ha podido demostrar que los cólicos del lactante tengan un componente intestinal claro. Y, de hecho, los gases no son más que el fruto de la labor de las bacterias que se encuentran en el intestino“. 

Así, los gases pueden estar provocados por lo que tragamos y por el propio proceso de digestión. En el primer caso, (y centrándonos siempre en la lactancia materna) si hay un buen agarre, el bebé no tiene por qué tragar aire, por lo que se descartaría que tuviera gases por ese motivo.

 

 

Es cierto que hay alimentos considerados flatulentos. Es el caso de las legumbres, las coles, el repollo o las bebidas con gas. Pero estos provocan gases en la persona que los consume (en este caso, la mujer lactante), pero en ningún caso llegan a la leche materna. 

Por ello, no habría ninguna razón de peso para eliminar estos alimentos en la dieta de la madre. El único caso en el que sí se restringe la alimentación de la mujer durante la lactancia es en caso de que el bebé sufra alergia a las proteínas de la leche de vaca. Cuando ocurre, la mamá podría tener que eliminar de su dieta todos los productos con proteínas de leche de vaca para evitar que lleguen al bebé a través de la leche.

Entonces, ¿por qué tiene cólicos mi bebé?

Los cólicos del lactante son un trastorno que aparece en los primeros meses de vida del bebé. Se caracterizan por un llanto intenso y prolongado sin causa aparente. Aparecen a la misma hora, especialmente al atardecer y, durante el mismo, el pequeño encoge las piernas sobre el abdomen y cierra los puños, manteniéndose vigoroso y con la cara enrojecida del esfuerzo.

 

 

Para considerarse cólico del lactante, el episodio debe repetirse al menos tres horas al día, tres días a la semana durante al menos tres semanas, en un bebé sano y bien alimentado. Y aunque se atribuye a la inmadurez del aparato digestivo del bebé, la dificultad para expulsar los gases, el estreñimiento o la alteración de la flora intestinal, la realidad es que se desconoce la causa exacta de su aparición.

Y al igual que se desconoce el motivo, tampoco tiene un tratamiento. Pero esto no significa que no podamos hacer nada para calmar a nuestro bebé. El llanto es su única forma de expresión y, por tanto, debemos atenderlo siempre. Así, después de comprobar que sus necesidades básicas están cubiertas (no tiene hambre ni gases, no tiene ningún malestar aparente, ni el pañal mojado), solo nos queda acompañarlo.

Para ello, podemos ofrecer el pecho (que además de alimento sirve como consuelo), cogerlo en brazos en la postura en la que esté más cómodo e intentar transmitirle tranquilidad. El porteo es un gran opción en este momento ya que además de estar cerca de mamá o papá y sentir su calor y su voz, está en posición vertical lo que le ayuda a facilitar la digestión, además de a expulsar los gases. También puedes optar por hacer un masaje a tu bebé. De hecho, hay masajes diseñados para aliviar trastornos de cólicos, gases o estreñimiento.

 

 

Y aunque puede llegar a ser desesperante para los adultos ver cómo nuestro bebé llora sin motivo aparente, lo cierto es que los cólicos del lactante acaban desapareciendo por sí solos, sin alargarse más allá de los cuatro meses habitualmente.