La crianza y la educación, en general, están llenas de retos. Uno de ellos es cómo alentar a los niños a descubrir sus capacidades. Cuando nos convertimos en madres o padres, lo más habitual es…

Alentar en lugar de alabar. Esta es una de las partes, probablemente, más complejas de la crianza respetuosa y la Disciplina Positiva. A continuación os explicamos cómo motivar a tus hijos sin caer en las alabanzas y por qué estas no son realmente constructivas.
Cómo alentar en lugar de alabar a los peques
A poquito que tomamos conciencia de las consecuencias que tiene la educación tradicional, basada en el autoritarismo, sobre la infancia; empezamos a ver que los castigos, los sermones, las regañinas, las etiquetas… nos alejan de nuestros hijos e hijas y no son respetuosos con ellos/as.
En cambio, los premios suelen ser más difíciles de identificar como herramienta educativa poco respetuosa, será por aquello de que son refuerzos “positivos” en lugar de refuerzos negativos, como los castigos. Los halagos o las alabanzas, en realidad, son también premios en forma de reconocimiento. Yo emito un juicio de valor sobre ti o tu labor y, si ese juicio es positivo, esa es la gratificación.
Alentar vs. alabar
El problema de las alabanzas está, principalmente, en que ponen el foco en lugares equivocados. Lo que yo opino de tu trabajo no debería ser lo que le da valor. Además, por lo general, cuando hacemos alabanzas o halagamos a las niñas y los niños por algo que han hecho, solemos centrarnos en la valoración de los resultados obtenidos, olvidándonos del proceso. O incluso hacemos una valoración del propio niño o niña en lugar de valorar la conducta, como cuando decimos: “Qué niña tan buena”.
Otra frase que suele salirnos de manera espontánea frecuentemente es el “¡Muy bien!”. Cada vez que hacen algo por primera vez, cuando sacan buena nota en un examen, cuando cumplen con nuestras expectativas… Cuando abusamos de esta expresión, al final, son los peques quienes acaban viniendo a buscarnos para preguntarnos “¿cómo está mi dibujo?”, “¿te gusta?”…
El problema del exceso de alabanzas es que crean adicción y, al final, acaban dependiendo de la aprobación externa. Las alabanzas deberían ser a la educación, lo que los dulces a la alimentación. Algo que, de manera ocasional y en pequeñas dosis, no tiene por qué suponer un problema serio. Pero que en ningún caso debe sustentar la base de nuestro día a día.

El aliento, sin embargo, serían las frutas y las verduras. Cuántos más mensajes de aliento, mejor. Al contrario que las alabanzas, cuando alentamos a nuestros hijos e hijas, les estamos infundiendo valor y transmitiéndoles confianza para que puedan construir una autoestima fuerte y sana.
Lo cierto es que es muy difícil dejar de utilizar las alabanzas porque las tenemos muy integradas como algo positivo, pero si tomamos conciencia de que, a la larga, lo que generan es inseguridad y dependencia de la aprobación externa; podemos empezar a intentar, al menos, reducir su uso y, poco a poco, ir introduciendo otro tipo de mensajes que se centren más en alentar en lugar de alabar.
Frases para alentar en lugar de alabar
Dejar de usar el famoso “muy bien” nos cuesta, lo sabemos. Pero, incluso, cuando ya lo hemos dicho, si nos damos cuenta y queremos enriquecer la situación podemos añadir otro tipo de mensajes o actitudes que resulten más alentadoras que los halagos.
Devuélveles la pelota. Si te preguntan si te gusta su dibujo o su redacción, por ejemplo, puedes devolverles la pregunta. “¿Te gusta a ti? ¿Has disfrutado haciéndolo? ¿Qué parte es la que más te ha costado hacer?”. Girar el foco hacia su propia opinión y su autoanálisis de la experiencia nos ayuda a dejar de centrarnos en la aprobación externa.
Mutis por el foro. Si no te han preguntado, no tienes porqué dar tu opinión continuamente sobre todo lo que hacen. Puedes pasar por su lado, observar lo que están haciendo, sonreir y continuar tu camino. A veces, el silencio es el mejor de nuestros aliados cuando no sabemos qué decir sin alabar.
A describir se ha dicho. Si necesitas hacer aportaciones o te demandan que las hagas, siempre puedes limitarte a describir sin entrar en valoraciones. “Veo que has hecho un dibujo de un dinosaurio muy grande”. “Veo que habéis recogido todos los juguetes”.
Simplemente, gracias. Cuando la acción contribuye al bienestar familiar, mucho mejor agradecer su contribución que alabarles por satisfacernos a nosotros/as. En lugar de decir “me gusta que ordenéis la habitación”, que pone el foco en lo que me gusta a mí; podemos decir “gracias por cumplir nuestro acuerdo y recoger vuestras cosas”.
Cómo alentar a los niños de forma adecuada
Si nos piden una valoración, mejor concretar. Y si se parece a la que le haríamos a una persona adulta, aún mejor. ¿Verdad que no le diríamos a nuestra amiga pintora que le ha quedado un cuadro requeteprecioso? Pues eso. “Me gustan los colores que has elegido para representar este atardecer”. Si tenemos que decir lo que nos gusta, concretemos.
Centrémonos en el proceso o en el progreso, más que en el resultado. “Veo que te has esforzado mucho para escribir esta carta”. “Antes te costaba abrocharte los botones, ahora ya sabes hacerlo”. “Esa nota que has sacado es el reflejo de tu esfuerzo durante todo el curso”.
Su satisfacción personal, por delante de la nuestra. En lugar de decir “me siento muy orgullosa de ti por todo lo que has trabajado” podemos probar a decir “has trabajado mucho, debes estar muy orgulloso de tu esfuerzo”. Parece que decimos algo parecido pero, en realidad, el foco gira hacia ellos en lugar de hacia nosotros.
Siempre digo que esta parte de la Disciplina Positiva es ya como para conseguir la matrícula de honor porque es cierto que es una de las prácticas que más suele costarnos desterrar pero como esto de la crianza es un aprendizaje continuo… aprendamos a alentar en lugar de alabar.
Completamente de acuerdo! Que post tan bonito. Os sigo leyendo.