Si en el primer post de seguridad infantil hablábamos de cómo preparar nuestra casa para evitar accidentes cuando nuestros peques comienzan a gatear y caminar, hoy veremos cómo adaptar las viviendas a ambientes Montessori para…
Exageras. Que tampoco pasa nada por circular dos calles sin abrocharle. Que está ahí mismo. ¿Para qué voy a quitarle el abrigo si total, son 10 minutos? Y yo, que soy una de esas madres exageradas con la seguridad infantil, con cada excusa solo se me vienen imágenes a la cabeza de sucesos que ya han ocurrido y que no tienen marcha atrás.
De las voces de sus padres gritando su nombre. De las lágrimas. Por no haber podido cambiar las cosas. De ojitos cerrados que nunca más volverán a abrirse, que no era su momento. Que no lo era.
Porque es el vivo reflejo de una sociedad en la que se sigue priorizando al adulto. Y lo hacemos de manera inconsciente, yo la primera. Si hasta hay veces que mi hija me tiene que recordar: “ama, que no me has abrochado”.
Los impactos en carretera son una de las primeras causas de mortalidad infantil y la mayoría de muertes se podían haber evitado cuidando la seguridad infantil
Ya está bien. Para. Abre los ojos y mira a tu alrededor. ¿Sabes que hay auténticas avalanchas de familias que van a comprar una silla de coche en condiciones al enterarse de alguna terrible noticia cercana?
Durante días es todo el rato la misma cantinela: “Que pena”, “No me quiero ni imaginar”, “Pobre madre”… Y conforme pasan los días, poco a poco, va quedando un leve recuerdo de lo sucedido, como algo lejano, algo que nunca ocurrió. Un espejismo. O una noticia de la tele, que te remueve lo justo para hacerte mirar para otro lado.
Y yo solo veo que es una mera cuestión social. O el día a día que no nos deja ver.
Que lo que hace todo el mundo es lo normal. Que total, no será tan malo si se permite. Y ahí está de nuevo la excusa. No es una excusa consciente. Es un mecanismo de defensa del ser humano. Volvemos la cara a lo desagradable. A lo que nos hace daño. Como un juego de niños en el que te tapas la cara y si no lo ves, no existe.
Pero sí, sí existe. Los impactos en la carretera son una de las primeras causas de mortalidad infantil. Las demás, casi todas, por no decir todas, durante la gestación o inmediatamente después del parto.
La mayoría de muertes en la carretera se podían haber evitado. Pero no. Ahí están, llenando con números las estadísticas de la DGT. Porque al fin y al cabo son eso, números.
En 2019 hubo 32 niños muertos en la carretera
Si quieres, puedes creer que es una cuestión de esa parte de la población con menos recursos. Si quieres. Pero si miras, todas las mañanas verás en la puerta del colegio, público o privado, niños y niñas que llegan sin abrochar. En sillas rotas, súper heredadas. O sin silla. Todos los días.
Porque total, de casa al cole… Gabriel cerró los ojos del cole a casa. Y muchos otros también. Dime: ¿Te ha ocurrido alguna vez que no recuerdas algún tramo del trayecto que estabas haciendo porque ibas pensando en tus cosas? Nos ocurre a todos.
No, no es una cuestión de buscar responsables. Eso es una batalla perdida que no conduce a ningún lado. Hay que buscar soluciones. Hay que pensar que nunca es tarde. Que todavía estás a tiempo. Hoy es el día en que puedes cambiarlo todo.
En Suecia nadie se plantea que pueda ocurrir de otra manera: sus hijos van a contramarcha hasta los cuatro años. ¿Por qué? Conciencia social. Cuidar a los suyos. Prioridad. Tienen otra manera de ver las cosas y aquí tenemos la oportunidad de aprender.
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