Mi historia gemelar: capítulo 3 (por Noe dos Toxos)

Una historia única, pero doble

Tras el capítulo 1 y el capítulo 2, seguimos con el capítulo 3, y acercándonos al desenlace final de esta “Mi historia gemelar”.

Vale… Bien, bien, bien, bien, bien. Estoy gestando a dos bebés. Puedo hacerlo. Inspira… Espira… Pue-do-hacer-lo. ¿Puedo? 😟

Bueno, por lo pronto, no noto nada. No se me nota barriga y sigo trabajando. ¡Y no vomito! Va bien la cosa.

Pasan las semanas y empiezo a notar pinchazos en el útero cuando hago esfuerzos con los pacientes, pero deben de ser gases. En la revisión con la ginecóloga, a la que voy cada dos semanas para controlar que los dos bebés se desarrollen a la vez (síndrome de transfusión feto-fetal se llama, un bebé se desarrolla a expensas de “robarle” el aporte sanguíneo al otro por compartir placenta), me dice que son contracciones, y que tengo que coger la baja INMEDIATAMENTE. ¡¡Estamos en la semana 18!! 😱 Me cojo la baja, y empiezo a relajarme.

Siguen pasando las semanas, y mi barriga va creciendo… Los vómitos aparecen, ¡¡¡ya no sé qué puedo desayunar!!! Joé, ayer tomé Rooibos con pan con tomate y aceite… ¿¿Por qué hoy lo vomito??
Y así pasan los días. Pero oye, quitando lo de los vómitos, esto no está tan mal. Bueno, y lo de levantarme dos veces cada noche a mear, eso sí que es un coñazo.

Las nenas se van desarrollando bien, ¡y a mí me está saliendo una barriguita prieta y redondita muy molona! Lo único jodidillo es limpiarme después de hacer pis y tal… Los japoneses nos llevan años de ventaja con sus váteres con chorrito. Son unos visionarios 🤔

Seguimos pasando semanas… Y nos ponemos con las compras. Carrito gemelar: coñie, qué grandes que son, ¿no? Espera, espera, espera, señora del Corte Inglés, ¿cómo que 1700€? ¿¡Este carrito cuesta dos veces más que mi primer coche!? Mira, no, gracias, pero prefiero gastarme ese dinero en comida… O en el alquiler del piso. Mejor me quedo con este otro, que también sirve para transportar bebés; sin gadgetocópteros o lo que sea que tenga el otro, maaaadre mía 😯 Ay, quién nos verá paseando a nuestras niñas en nuestro carrito… ¡Y la cuna! ¡Ay Dios! ¡¡Pero mira qué pedazo cuna!! ¡Es preciosa! Y si compras el kit gemelar, puedes unir las dos, ¡y haces una superhipermegacuna! ¡Me encantaaaaa! 😱 Además, de todos es bien sabido que hay que comprar una buena cuna, ¡que ahí van a pasar mucho tiempo! (Chan Chan chaaaaaaan… 😈 Ilusa…)

Vale, ya estamos en el último trimestre, y los gemelos suelen nacer entre la semana 35 y la 37. ¡No me queda nada! Un mesecito más o menos, ¡y ya estarán aquí! Se notan los nervios… Pero en plan bien, en plan “quiero veros la cara”. No en plan “voy a por tabaco”, como en las pelis yankis. “Si eso, ya vuelvo en 2-5 años, eh”. No, no. 😅

Empezamos con las ecos orientadas al final. La verdad es que me sentí muy bien tratada, tipo “tratamiento integral, holístico, cuerpo y mente”, cuando la ginecóloga me preguntó que cuándo había sido la última vez que me habían mirado el cuello. Yo me llevé las manos al trapecio y le dije que no me notaba muy cargada… Lo normal, vamos. ¡Qué maja, que se preocupa por mí! 😄

Luego, tras su mirada (dejà vu) de “esta tía es gilipollas”, me dice “el cuello del útero…”. Aaaaah, vaaaale… Pues no era tratamiento global, no. ¡Ups! 😅 Jeje. Por cierto, cuello normal, ¡gracias!

Dios… Parezco una yegua. 18 kilazos encima. Tengo una barriga que no me deja verme el chichi. Tengo unos pies que no me dejan subirme la cremallera de los botines que compré, de un número más que el que suelo usar. Tengo que mear a cada hora. El ombligo va 5 cm por delante que yo. ¡¡Pero tengo un pelazo que te cagas!! 😎

Y vamos a la revisión. Estoy de 37 semanas y aquí no ha pasado ná. Ni contracciones… Ni adelgazamiento del cuello (el del chichi, no el de los collares 😋)… ¡Nada de ná! Pero… Me dice la gine que una de las niñas pesa 3 kg… Pone cara rara, toquetea el ecógrafo, dice “no puede ser, es imposible…”. Yo, a cuadros. Me dice: “La otra niña me sale que pesa 3’5 kg”.

Whaaaat?

“Eso es una brutalidad, normal que no puedas más… Te vamos a programar la cesárea cuanto antes. Para pasado mañana”.

WHAAAAAAAAAAAAT? 😵

Las cosas bestias de la vida no se programan. Pensadlo bien. No sabes cuándo vas a morir. No sabes cuándo vas a parir. Es un mecanismo de defensa cerebral para que no colapsemos por estrés o terror.

¿ENTONCES PA QUÉ CARALLO ME DICE QUE EN DOS DÍAS VOY A SER MAMÁ?

“Drogas, necesito drogas!”, le digo. “Si no, ¿cómo voy a conseguir dormir?” Pero no, no cuela. No me las da, y aún encima se ríe: “Ya dormirás mujer, que no es para tanto” 😵

Efectivamente, no dormí. Nada. En absoluto. Me levanté a las 07:00, me duché y me depilé el chichi a tientas, arreglá pero informal. Y allá que nos vamos. Una procesión de cuatro almas en pena (mis suegros, Rubén y yo), caminando los 7 minutos a pie que nos separan del hospital. ¡Se respiraba terror y nervios!

Entro por urgencias, al mostrador. Me preparan, me llevan a quirófano. ¡Y empieza la fiesta! De repente noto alivio en la barriga… Miro a la derecha y veo a lo lejos que se llevan a un ser blanquecino, diminuto, con unos pulmones de aúpa. ¡Menudo berriche! Un minuto más tarde, alivio total. Y escucho las palabras “Mira, aquí está tu mami”. Giro la cabeza y veo a otro ser diminuto, blanco como la nieve. ¿Esta es mi pequeña? ¿Ya soy mamá? 🤗 2.880 gr y 2.960 gr. Casi 6 kilazos de bebés encima. AÚ- AÚ- AÚ 💪💪 (Ignorad esto si no habéis visto 300 😅).

Me llevan a reanimación. ¡Ostras, qué frío tengo! ¡¡Menuda forma de temblar!! Y de repente… ¡Ahí vienen mis dos bebés! Me las ponen al pecho, y se agarran perfectamente. Como si lo hubiéramos hecho toda la vida. No me resulta sensación rara, es extraño… Es… No sé, como si fuera como tiene que ser. Como si las piezas del puzle encajaran. ¡Y nos vamos a planta!

Me toca una habitación individual, ¡menuda suerte! Las niñas están perfectas, yo estoy medio colocada y muerta de sueño, pero todo va bien. Me quitan la sonda y se va pasando el efecto de la epidural. Ostias, cómo molesta la barriga… No me puedo mover. Bueno, ahora más que molestar, ¡ya duele!

Miro hacia abajo y veo que estoy tapada con una sábana marrón horrorosa… ¡Ay no! ¡¡Horror!! ¡¡No es una sábana!! ¡¡Es toda la piel que me sobra!! 😱

Al día siguiente, me hacen análisis de sangre y sale que tengo una anemia de caballo. Me duele la barriga, tengo mucho sueño y no tengo hambre. Escucho entre susurros, mientras duermo, a Rubén hablando con su madre. “Tiene muy mala cara”, le dice. Abro un poco los ojos, y los veo mirándome con una cara de preocupación que nunca les había visto 😔. Algo de una transfusión, dicen.

Yo me encuentro muy rara, y ellos parecen tristes. Nadie me hace caso. ¿Qué pasa aquí? ¿Estoy dormida o estoy despierta? ¿Cuántos días llevo en el hospital? O… Espera. ¿Y si estoy muerta? ¡Por eso están tan tristes! Seguro que estoy muerta. Pobre Rubén… Ay Dios, qué amarillo más feo tienen las paredes. “Rubén, sube la persiana más, que entre más luz”. Y lo hace. Qué raro, estoy muerta pero él me escucha. Pues no está tan mal esto de estar muerta, eh. Lo peor es el amarillo, sin duda. ¡Qué horror!

Cuatro días después de la cesárea, me dan el alta. Y no os lo perdáis, ¡¡no estaba muerta!! Era un colocón de drogas, efecto de los calmantes, wiiiiiiiiiiiiiiiii 🦄🦄

Y así, con mis dos bebés bajo el brazo (bueno, no literalmente, que mis manos estaban apretando la cicatriz para poder caminar) y mis carnes fofas, abandonamos el hospital para enfrentarnos a la vida con gemelas. ¿Y ahora, cómo lo hacemos? 😭

¡Y ya sólo nos queda el final de la historia! ¿Conseguiremos salir adelante? ¿Irá Rubén a comprar tabaco y no volverá? ¡No os lo perdáis!

Continuará… (en el Capítulo 4)

 

Noe dos Toxos es una de las mamás que forman parte de la tribu de la comunidad “Criar con Sentido Común”. Hace unos días nos contó su historia gemelar por capítulos y la hemos disfrutado tanto que le pedimos que nos dejara publicarla en abierto, para que la disfrutéis también y para veáis lo entretenid@s que estamos en el Grupo de Apoyo, en La Tribu.


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