Los tiempos en los que las parejas permanecían juntas durante toda la vida aunque no fueran felices ni tuvieran una buena convivencia, ya pasaron a la historia. Por suerte, en la actualidad, si una pareja…
Cuando decidimos formar una familia, habitualmente, lo hacemos con la idea o la esperanza de que dure para siempre; pero la realidad es que cada vez son más las familias reconstituidas. Y a veces surge la pregunta: ¿Cómo debo tratar a los hijos de mi pareja?
¿Qué hacer con los hijos de mi pareja?
Una hija lo será para toda la vida. Un padre, también. Eso no quiere decir que todos los vínculos familiares sean saludables ni que no se puedan romper los lazos. Pero, por regla general, salvo excepciones de casos muy graves, al menos durante la infancia y la adolescencia, se suele mantener la convivencia entre hijos/as y madres/padres.
En el caso de las parejas, ya hace décadas que no es así. Una pareja es una relación que elegimos porque nos gusta compartir nuestro tiempo y tenemos un proyecto de vida en común. Tan pronto como el disfrute desaparece y el proyecto se difumina, la pareja comienza a resentirse y, si no se consigue dar solución a los conflictos o dificultades que nos alejan, lo más habitual (e incluso lo más saludable) es que la pareja termine separándose.
Cuando hay hijos/as especialmente, lo ideal es que la separación sea amistosa y civilizada; y que velemos por el bienestar de nuestras criaturas. Con el tiempo es habitual que volvamos a iniciar una nueva relación de pareja y entonces nos preguntamos cómo llevarán esta nueva situación, si se adaptarán bien, cómo será la convivencia…
Pero, ¿y si es tu pareja la que ya tiene hijos cuando iniciáis la relación? ¿Cómo debo tratar a los hijos de mi pareja?
¿Cómo acercarme a los hijos de mi pareja?
Lo primero que debemos tener en cuenta es que, seguramente, necesiten tiempo para aceptarte. En muchas ocasiones, hijas e hijos fantasean con la idea de que su familia vuelva a convivir al completo como antes y la aparición de una nueva pareja de mamá o papá viene a acabar con el último hilo de esperanza.
Pero ¿cómo lidiar con un hijo ajeno? Dales tiempo, no fuerces la situación, procura que cuando os veáis sea para hacer actividades lúdicas y divertidas que os permitan comenzar una relación bonita desde la conexión. Antes de empezar a convivir es conveniente que hayamos puesto los cimientos de esta relación.
¿Qué hacer con los hijos de mi pareja?
Los hijos de tu pareja ya tienen a sus progenitores, ese no es tu lugar, así que no intentes ocuparlo. Tu lugar en sus vidas deberéis construirlo desde cero. Vais a convivir y a pasar mucho tiempo juntos así que lo ideal es que tengáis una relación afectuosa que esté basada en el respeto.
Puedes jugar con ellos, disfrutar, formar parte de su día a día, de sus rutinas… Sin embargo, cuando se trate de cuestiones educativas importantes, es mejor que les remitas a su madre o a su padre para que tengan claro que ellos siguen siendo los responsables de su educación y quienes toman las decisiones importantes.
¿Qué hacer si estoy en desacuerdo en algunas cosas de cómo mi pareja educa a su hijo?
¿Qué hacer si mi pareja tiene un hijo y estoy en desacuerdo en algunas cosas de cómo educa a su hijo? Puedes comentarle, en privado, nunca delante del niño o la niña, tu opinión. Si el desacuerdo afecta a vuestra convivencia en común (por ejemplo, si tiene que ver con el orden en casa o con rutinas que afectan a vuestra relación de pareja) tendréis que sentaros a negociar y buscar puntos de encuentro para que la convivencia no se vea desgastada.
Si el asunto en cuestión no te afecta en absoluto, pero crees que puede ser contraproducente para ellos (tiempo de uso de dispositivos electrónicos, por ejemplo) es mejor que lo comentes con tu pareja desde la conexión y para aportar tu visión; pero, en última instancia, son sus hijos/as, sus decisiones, sus errores, sus aciertos… elige qué batallas merece la pena librar.
¿Qué hacer cuando hay diferencias en la forma de educar?
¿Y si los dos tenemos hijos que conviven en la misma casa y tenemos distintas formas de educar? Pues aquí toca sentarse y plantearse varias cuestiones. Por un lado, cada uno tiene derecho a educar a sus hijos según su propio criterio; esto está claro. Pero debemos tener en cuenta que, normalmente, los niños y niñas ya se ven expuestos a dos sistemas diferentes en casa de cada uno de sus progenitores.
Si, además, en nuestra propia casa conviven dos estilos educativos distintos esto va a generar aún más confusión y, probablemente, más tensiones y discusiones. Además, si queremos que todos los niños convivan en armonía y que no surjan tensiones entre ellos, será más fácil conseguirlo si evitamos las comparaciones y la rivalidad entre ellos.
“Pues Fulanito puede jugar a la consola entre semana”. “Pues a ti te dejan acostarte más tarde”. “¿Y por qué menganita no tiene que recoger sus cosas ahora?”.
No se puede tener todo. Si queremos criar a nuestros hijos e hijas según nuestros propios principios sin ningún tipo de interferencia será mejor que no convivamos con nadie más. Si vamos a convivir y queremos ser una familia, reconstituida sí, pero familia ante todo, tendremos que establecer unos mínimos de convivencia en común para evitar que las relaciones sean un campo de batalla y la convivencia una guerra viva.
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