¿Cómo evitar la viruela del mono?

Hace poco más de un mes saltaban las alarmas al confirmarse nuevos contagios de la viruela del mono en humanos. La viruela símica, según la define la Organización Mundial de la Salud (OMS), es una zoonosis vírica. Es decir, es una enfermedad provocada por un virus transmitido de los animales a las personas. Los síntomas son similares a los que presentaban los pacientes con esta enfermedad en el pasado, aunque con menor gravedad. 

¿Por qué saltan las alarmas?

El hecho de que aparezcan estos contagios ha alarmado a la sociedad, en primer lugar porque es un virus que se presenta principalmente en zonas de selva tropical de África central y occidental. Es cierto que ha ido aumentando su presencia en zonas urbanas, pero lo más común es que aparezcan en zonas selváticas. Pero es que además, era una enfermedad considerada erradicada en el año 1980 a nivel mundial. 

Pero, como ya comentábamos en este post, se han dado casos fuera de África y posteriores a 1980. En concreto, se registraron 47 casos en Estados Unidos en el año 2003 y uno en 2021; cuatro casos en el Reino Unido entre 2018 y 2019 y tres nuevos en 2021. También se tiene constancia de un caso en Israel en 2018 y otro en Singapur en 2019. Ya en este pasado mes de mayo es cuando se detectan los nuevos brotes en Reino Unido que, después, han ido confirmándose en más lugares de Europa. De hecho, nuestro país es uno de los que más casos presenta de todo el continente.

 

 

Contagios de la viruela el mono

La viruela del mono se transmite de animales a humanos y de humanos a humanos:

• De animales a humanos: El contagio se produce por contacto directo con la sangre, los líquidos corporales, las lesiones de la piel o las mucosas de los animales infectados.
• Entre personas: El contagio se puede producir por gotas respiratorias durante el contacto cara a cara directo y prolongado. También por contacto directo con fluidos corporales de una persona infectada o, incluso, con sus objetos que hayan estado en contacto, como la ropa, por ejemplo. 

En este tipo de contagios se destacaba la posibilidad de que se transmita de madre a hijo. Y es importante prevenirlo y evitarlo porque los casos más graves de la viruela símica se producen con mayor frecuencia en los niños.

 

 

Cómo podemos prevenir la transmisión en los niños y embarazadas

Según informa la OMS, se están llevando a cabo estudios científicos para evaluar la viabilidad y la idoneidad de una posible vacuna para la prevención y el control de la viruela símica. Algunos países ya están tramitando políticas para poder vacunar a las personas que pueden estar en situación de riesgo, como el personal de laboratorio, los equipos de respuesta rápida y los trabajadores de la salud. 

Pero hasta entonces, lo que se puede hacer para prevenir el contagio, especialmente de los peques que son población de riesgo, son las medidas que exponemos a continuación:

• Higiene de manos constante, tanto del niño como de los padres y cuidadores.
• Como es lógico, aislarse de aquellas personas que estén enfermas.
• Evitar el contacto con animales (excluyendo los domésticos), especialmente los primates y los roedores.
• Cocinar mucho los alimentos antes de consumirlos. 

 

 

Es importante vigilar bien los posibles síntomas de los niños, y acudir a urgencias si se tienen dudas. La viruela símica provoca los siguientes síntomas:

• Fiebre.
• Cefalea intensa (dolor de cabeza fuerte).
• Inflamación de los ganglios linfáticos (linfadenopatía).
• Dolores musculares y, especialmente, en la zona lumbar.
• Cansancio extremo o debilidad intensa.
• Erupciones cutáneas.

Las erupciones cutáneas son las más destacadas porque son muy escandalosas, pero hay que tener en cuenta todos los demás síntomas. Además, las erupciones suelen aparecer entre uno y tres días después de la fiebre. Una vez aparecen, suelen concentrarse en la cara y las extremidades, pero en el 70% de los casos también se ven afectadas las mucosas orales, los genitales en el 30% y las conjuntivas (20%), además de la córnea. Estas erupciones pueden convertirse en máculas (una base plana), pápulas (lesiones firmes ligeramente elevadas), vesículas (con un líquido claro), pústulas (líquido amarillento) y costras. 

 

 

Si tienes dudas acerca de los síntomas, puedes consultar online en la Tribu CSC a nuestro equipo de expertos en salud materno-infantil. Y ten en cuenta que, antes que aparezcan los síntomas, la infección pasa un periodo de incubación que suele estar en un rango de 6 a 16 días. En algunos casos el lapso de tiempo puede ampliarse hasta 21 días. Por tanto, es importante permanecer atentos a todos estos posibles síntomas, saber detectarlos y, sobre todo, extremar la higiene y las precauciones para evitar el contagio. 

 

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