La educación emocional es uno de los aspectos que más suele costarnos enfocar. Por eso, hoy veremos algunas claves para ayudar a tus hijos a gestionar sus emociones. Y es que cuando nos convertimos en…
Hay familias que viven los exámenes como una parte más del proceso de aprendizaje y otras que los viven como una situación estresante. Vamos con los segundos. ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos adolescentes con los exámenes y el estrés que suponen?
Ya tenemos a la vuelta de la esquina las vacaciones. Con un poco de suerte, las carreras para llegar a clase, las extraescolares y los deberes aflojan un poco. Suena bien, ¿verdad? Pero antes de eso… los exámenes. Y, en este tema, cada uno cuenta la feria según le va en ella.
Lo primero que debemos tener claro es que los exámenes se materializan en uno o varios días pero, en realidad, son el culmen de un proceso que se extiende a lo largo del curso. Este punto es fundamental puesto que va a hacer que pongamos en marcha acciones previas que descarguen de estrés los días de los exámenes.
¿Qué podemos hacer si nuestros hijos afrontan los exámenes con estrés o ansiedad?
Algunos niños y adolescentes, a partir de los últimos cursos de primaria, viven los exámenes con estrés. Bien es cierto que un nivel moderado y controlado de estrés es beneficioso para el rendimiento ya que nos permite optimizar nuestra energía, focalizar en la tarea y permanecer motivado. Sin embargo, si la intensidad aumenta o se alarga en el tiempo, se convierte en un problema.
Vamos a empezar por conocer a nuestros hijos e hijas porque, dependiendo de su personalidad y de las características propias de la edad, tendremos que ajustar nuestra actuación.
Algunos niños son muy exigentes consigo mismos y eso hace que, durante los exámenes, puedan sufrir un alto nivel de estrés o ansiedad por la tendencia al perfeccionismo o por no querer defraudar. También puede ocurrir que se estresen porque se sienten juzgados.
Otros, sin embargo, pueden vivir los exámenes con estrés porque, a lo largo del curso, no han estudiado lo suficiente y, al llegar la fecha de examen se dan cuenta de que es imposible estudiar todo el día antes. En este último caso, si los resultados son malos (que es lo más probable), dejaremos que metan la pata para que entiendan que sus actos tienen consecuencias y, por tanto, es necesario modificar la forma, cantidad y calidad del estudio para la próxima vez.
Cómo ayudar a nuestros hijos adolescentes con los exámenes
En líneas generales, podemos ayudar a reducir el estrés de nuestros hijos en los exámenes con estos sencillos pasos:
Alimentación saludable, sueño adecuado y ejercicio físico
En realidad, no contamos nada nuevo si decimos que una alimentación saludable y equilibrada y dormir las horas suficientes son imprescindibles para el rendimiento intelectual de cualquier persona. Pero nunca está de más recordarlo.
Mención aparte merece el ejercicio físico. A medida que nuestros hijos e hijas crecen, van perdiendo el interés por los deportes (por supuesto no todos). Si unimos que su ocio, en ocasiones, está únicamente vinculado a actividades sedentarias como los videojuegos y que las horas de educación física en el colegio o el instituto son insuficientes, es fácil deducir que nuestros hijos e hijas adolescentes se mueven poco.
El ejercicio físico es fundamental para oxigenarnos (mejor aún si se hace al aire libre) y para mejorar la concentración en el estudio y el desempeño escolar. Una vez que tenemos cubiertas estas necesidades básicas, continuamos.
Organizar el estudio
Como decimos, los exámenes son una carrera de fondo. Las investigaciones sobre cómo aprendemos, corroboran que es más eficaz estudiar poco a poco, un rato cada día, que unos pocos días muchas horas. De ahí la importancia de organizar los tiempos de estudio durante todo el curso.
Lo ideal sería que ellos mismos pudieran organizar su tiempo, pero, si no lo hacen de una forma adecuada, podemos ayudarles a hacer un horario en el que tengan un tiempo para moverse, un tiempo para hacer los deberes, un tiempo para revisar lo que han dado en el día y un rato, por supuesto, para el ocio y el descanso.
Es cierto que en nuestro sistema educativo se utiliza la evaluación continua, que facilita llevar al día las materias.
El día D
Evidentemente, el día del examen nosotros no estamos en el aula con ellos (afortunadamente). Pero sí podemos darles algunos trucos para que puedan acudir más tranquilos:
- Insistirles en que lean todas las preguntas con calma y organicen su tiempo de forma inteligente (hacer primero lo que tengan más claro, repartir el tiempo entre las tareas para lo que es importante no olvidar reloj, si algo no saben saltarlo y retomarlo más tarde…).
- No contestar de forma impulsiva puesto que, a veces, la prisa nos juega malas pasadas.
- Antes de comenzar, si notan que los nervios se apoderan de ellos han de parar, respirar o cerrar los ojos unos segundos pueden ser suficiente para retomar la calma. Si ven que no pueden controlarlo, deben ponerlo en conocimiento del profesor. Los profesores están acostumbrados a tener alumnos de todo tipo, así que debemos inculcar a nuestros hijos e hijas que deben confiar en sus profesores y que no serán los primeros ni los últimos a los que echen una mano para calmarse y hacerlo bien.
- Dejar unos minutos para repasar: al final del examen uno suele estar más tranquilo y es más fácil detectar fallos.
Ayudar a los adolescentes con los exámenes no estresándonos nosotros
Pero fijaos que, hasta aquí, son pautas que podemos ofrecer a nuestros hijos e hijas, pero que, en realidad, dependen de que ellos las lleven a cabo o no. Así que vamos a añadir unas pocas pautas que podemos hacer nosotros como padres y madres:
Nosotros no somos quienes tenemos el examen
Es frecuente escuchar en los corrillos de padres y madres frases como “mañana tenemos examen de lengua”. No nos equivoquemos. Nosotros no tenemos examen. Lo tienen ellos. Y, como tal, deben hacerse responsables de ello. Podemos recordarles que saquen el libro, que cumplan horarios, etc. pero si queremos que nuestros hijos e hijas crezcan y sean autónomos, es nuestra responsabilidad dejarles que lo hagan.
No es recomendable pasar las tardes sentados con ellos haciendo los deberes. Lo que sí podemos hacer es resolver alguna duda o comentar el temario que entra (por ejemplo, que nos lo vayan contando mientras hacemos la cena), puesto que una de las formas más eficaces para asentar los conocimientos es explicándoselos a otra persona.
No perder los nervios
Las emociones se contagian. Si ellos están nerviosos, nuestra función es mantener la calma y confiar. En caso contrario, en lugar de reducir el nivel de estrés de nuestros hijos, lo aumentaremos.
Así que, aportar mensajes positivos y evitar críticas en los días clave es mucho mejor que amenazar con castigos o pasar esos días de riña en riña.
Si han ido estudiando a lo largo del curso, lo más probable es que salga más o menos bien. Si, durante el curso no han estudiado, ya no hay mucho más que hacer así que solo queda organizar mejor el curso siguiente.
No comparar
Ni con otros compañeros, ni con hermanos, ni con nadie. Sé que es tentador el “¿no ves cómo estudia tu hermana?”, pero ellos tienen que aprender a compararse consigo mismos, no con los demás. Inculcar la mentalidad de crecimiento, es decir, el ser conscientes de que, “con trabajo, cada día hago las cosas mejor” es una garantía de éxito para que poco a poco puedan ser autónomos en su aprendizaje.
Premiar el esfuerzo, no el resultado
Los exámenes solo son exámenes y tenemos que darles la importancia justa. Nuestros hijos e hijas tienen que saber que la constancia y la voluntad son más importantes que los resultados. Todos podemos tener un mal día y hacer mal un examen, aunque, si hemos estudiado, tenemos más papeletas para que, si bien puede no salir perfecto, al menos aprobarlo.
Y, por supuesto, como siempre, si la situación se nos va de las manos y nuestros hijos e hijas se bloquean sistemáticamente en los exámenes o notamos que no pueden controlar el nivel de estrés, contactar con un profesional que les ayude a gestionarlo y mejorar así su forma de afrontar los exámenes.
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