Las palabras de mi maternidad (por Estibaliz Gundín)

Mi hija vino a mi vida sin avisar. Mi interior pedía tener hijos desde hace años, pero las circunstancias vitales hacían que pospusiéramos esa decisión para más adelante, hasta que un día mi hija decidió por mí y ahora 11 meses después de su nacimiento entiendo por qué lo hizo.

Mi hija vino a salvarme, a salvarme de mí misma, a salvarme de años de depresión con la que me había acostumbrado a vivir; no sé cómo llegó, la cuestión es que se quedó conmigo mucho tiempo. Cuando la depresión llegó trajo consigo un ser que me la hizo mucho más llevadera, un pequeño gatito estuvo a mi lado cuidándome muchísimos años. Nos dejó poco después de tenerla a Ella, como si dijera “ ya tienes a tu niña, eres inmensamente feliz, ya no me necesitas”. ¿Es eso casualidad? No lo sé, sólo sé que pasó. Lo interioricé, lo lloré y lo dejé ir, no me regodeé en la pena. Y eso antes de mi maternidad no hubiera podido hacerlo. Pero nació Ella, la niña que puso todo mi mundo patas arriba y me hizo darme cuenta de lo que realmente es importante en mi vida, por ello mi maternidad tiene dos palabras:

PERDÓN hija mía, perdona por haberte hecho pasar por un embarazo lleno de inseguridades y tristeza y GRACIAS, gracias porque cuando tu naciste yo nací de nuevo. Nació la mujer valiente y echada p’alante que pensaba que era, nació la mujer empoderada; si había conseguido algo tan bello y perfecto como tú, podía con todo.

Juntas hemos superado los inicios de una lactancia difícil, hemos desoído los cientos de consejos que nos han dado y hemos decidido conocernos y comprendernos cada día. Me has enseñado a vivir el ahora, a exprimir cada momento, a explorar el mundo y sorprenderme por ello.

Y así fue como dejé atrás una vida llena de miedo y empecé otra llena de otros miedos y otras inseguridades mucho más dulces. Ahora también hay llantos, pero son de vida, son de “mama cógeme en brazos y dame teta”, hay risas, hay juegos, hay cosquillas… en definitiva hay vida en mi vida y todo esto te lo debo a ti mi niña, mi mejor maestra.

PS. Pero todo esto no hubiera sido posible sin mi otra pierna, sin el hombre que se siente feliz sólo por verme a mí feliz, el que me ha acompañado en los días de sol y me ha mimado en los días de lluvia.

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