Gatear se define por la RAE como "andar a gatas, andar como un gato, con cuatro apoyos". También se define como "trepar valiéndose de los brazos y las piernas". Con esta definición, cabe pensar que…
Cuando el bebé nace, su vista no está completamente desarrollada. Tampoco hasta el extremo de no ver nada como se suele creer, pero su visión aún es muy rudimentaria.
El sentido de la vista en el bebé de 0 a 36 meses
El sentido de la vista es importante para el desarrollo físico e intelectual del niño, y su normal funcionamiento depende de que los estímulos visuales lleguen correctamente, a través de ambos ojos, al cerebro. De esta manera, las zonas del cerebro relacionadas con la visión se desarrollan adecuadamente, permitiendo a su vez la interpretación y el procesamiento de lo que vemos.
Para que los ojos y las zonas del cerebro relacionadas con la visión se desarrollen correctamente, son necesarias imágenes nítidas, alineadas y enfocadas de manera simultánea. Cualquier alteración en estos procesos puede hacer que la visión no se desarrolle adecuadamente y se produzca incluso una ceguera.
El proceso de maduración de la vista ocurre durante los 3 primeros años de vida, cuando la plasticidad neuronal es máxima y cualquier alteración puede corregirse si se descrubre antes de los 6-8 años.
Por eso es importante detectar los problemas a tiempo con la ayuda de los especialistas. Si el diagnóstico y el tratamiento se retrasan, la vista puede verse alterada a largo plazo.
Cómo hallar posibles alteraciones de la vista en el bebé
La valoración de la vista comienza desde el nacimiento. El pediatra explora los ojos, sobre todo las pupilas, para detectar alteraciones oculares que pueden estar presentes en el recién nacido.
La búsqueda del reflejo rojo de la pupila, ese que intentamos evitar cuando hacemos una foto, es especialmente importante a esta edad. Su presencia indica que la luz llega correctamente a la retina.
Luego, durante los controles de salud del primer año de vida, el pediatra explorará reflejos que se desencadenan por estímulos visuales, valorará el comportamiento visual y preguntará por conductas normales en relación a la vista del bebé.
La familia, también, suele preguntar por síntomas habituales a esta edad y que no suponen ningún problema. Como el lagrimeo, exceso de lagañas por obstrucción durante el primer año de vida, falsos estrabismos (al tener la raíz nasal muy ancha, parece que los ojos no están alineados) o estrabismos transitorios, que se producen cuando el bebé intenta enfocar un objeto fuera del alcance de su vista y no lo consigue completamente.
Habitualmente esta valoración la hará el pediatra, pero durante los primeros meses también puede ser necesario una visita al oftalmólogo (sobre todo los bebés prematuros, ya que tienen más riesgo de problemas visuales), cuando el pediatra detecta algo en los controles habituales o cuando hay antecedentes familiares de enfermedades hereditarias que afectan a la visión.
El proceso de maduración de la vista a partir de los 3 años
Alrededor de los 3 años, se debe hacer una primera valoración de la agudeza visual y de la alineación de la vista. La agudeza visual se valora mediante pruebas que usan tablas con letras de distintos tamaños que se colocan a una distancia conocida.
Una de las pruebas más utilizadas es el test de Snellen, pero requiere que el niño sepa reconocer las letras. La prueba de la E de Snellen (una tabla con la letra E orientada hacia ambos lados, arriba y abajo) puede resultar más sencilla, ya que el niño debe indicar la dirección de la letra simplemente señalando.
La alineación de la vista se valora inicialmente mediante la prueba de tapar y destapar. Se tapa un ojo mientras se muestra un objeto al niño. Si al destapar observamos que el ojo que estaba libre se mueve para volver a enfocar el objeto, nos está indicando que puede haber un estrabismo.
A partir de los 4 años se recomienda valorar la agudeza visual cada año hasta los 6 años, y luego cada 2 o 3 años hasta los 18, si todo va bien.
Problemas de aprendizaje, de comportamiento, torpeza motora con caídas frecuentes o falta de interés por la lectura, pueden estar relacionados con alteraciones en vista, por lo que no debemos descuidar este aspecto cuando nos digan en la escuela que el niño se porta mal, no atiende en clase o no rinde como cabría esperar.
Si quieres más información o necesitas asesoramiento profesional, estaré encantada de atenderte en la Tribu CSC, donde además puedes consultar al resto de miembros de nuestro equipo de expertos en salud materno-infantil y crianza respetuosa.
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