¿Por qué una Semana Mundial del Parto Respetado? Cuando alguien pregunta las razones para rememorar algo es porque no cree que haya un problema con lo que se recuerda; esto pasa con muchos días conmemorativos, desafortunadamente.…
Salta una noticia en prensa “La parejas no podrán entrar durante la dilatación del proceso de parto, se les avisará para que, si acaso, entren al paritorio para ver la culminación del nacimiento”, es en un hospital español concreto, pero podría ser de otros que proceden de forma similar con restricciones justificadas por la situación de covid.
El papel de la pareja acompañante en el parto
Parece que mucha gente, sobre todo profesionales de la sanidad, se toman muy poco en serio lo que supone esa soledad de la madre, como si fuese un capricho, algo banal el estar bien acompañada en un momento tan trascendental tanto para su bebé como para la mujer.
Cuando ofrezco las clases de educación prenatal dedico una al papel de la pareja, la asistencia es variable, aunque en general es bien acogida, porque comentamos aspectos más específicos. Hace más de 12 años que lo hago así, y hay algo que se mantiene en el tiempo: la respuesta de las mujeres.
Antes de explicar nada, les pregunto a las parejas qué creen que pueden hacer ellos (mayoritariamente acuden hombres) en el momento del parto. Aquí las respuestas sí son variopintas. Muchos sienten dudas y cierta impotencia ante la situación, como si su papel apenas fuera relevante.
Creen que lo que hagan o dejen de hacer no va a ser importante, en general comentan que es su pareja la que está haciendo el trabajo duro y meten mucha responsabilidad de “hacer” a los profesionales sanitarios. Algunos dejan caer, resignados, que no pueden hacer nada más que estar ahí…
En el turno de las gestantes la respuesta es mucho más uniforme: “que esté ahí, que me acompañe”. Sencillo, conciso y absolutamente necesario que la parturienta tenga el apoyo de su pareja o de que ella haya decidido que le va a acompañar durante el nacimiento de su bebé.
¿Tan importante es?
Sí, es esencial que la mamá se SIENTA apoyada, comprendida, respetada, acompañada por alguien que sea de su total confianza. ¿Hasta tal punto que transcurso de un parto puede verse afectado por esto? Sí, y esto, no solo porque es un derecho fundamental de los usuarios/as, al sentirse sola se va a desencadenar una cascada de hormonas y neurotransmisores que entorpecerán en curso normal del parto, aún contando con que el personal que atienda a la gestante le asista conforme al parto normal, respetando, informando y haciendo un acompañamiento emocional integral.
Algo tan sencillo como la adrenalina, es una sustancia que bloquea los pulsos de oxitocina. Tiene sentido, si la mujer detecta peligro no es buen momento para ponerse de parto. Solo necesita un impulso adrenérgico para el último momento del parto, para darlo todo a la hora de empujar, y viene mediado por la respuesta del propio bebé, que secreta un toque de adrenalina para prepararse a la adaptación fuera del útero.
En el resto del proceso de parto la mamá debe sentirse protegida para que su parto pueda fluir lo mejor posible. La pareja o la persona que la mujer ha decidido que le acompañe proporciona una calidez y una cercanía que nadie más puede cubrir.
Parir acompañada es un derecho
Está recogido en muchos sitios: recomendaciones de OMS, derecho de autonomía del paciente, recomendaciones de asistencia al parto normal a nivel nacional e internacional. Dicho claramente: está en la ley.
Los protocolos, que muchas veces se usan como escudo ante las acciones que se toman durante el parto, no son una ley ni tienen una validez legal para las usuarias. Para los profesionales tienen un peso relativo, porque pueden no estar actualizados en lo que a evidencia científica se refiere.
Y porque cada persona, y por tanto, cada mujer y su parto, son diferentes, y hay que individualizar los cuidados que precisan y jamás se puede hacer nada que no vaya a favor de la salud de la madre y su criatura ni llevar a cabo prácticas que no estén justificadas.
Ya, pero es que estamos en tiempos de covid y estado de alarma…
Efectivamente, no nos olvidamos de eso, y por ello se están tomando medidas para intentar frenar la propagación y el impacto que esto tiene sobre la salud de la población. Pero ciñámonos a lo que se refiere a una mujer embarazada y SU parto. Se toman muchas medidas preventivas, la mayoría de ellas lógicas y otras que pueden conllevar más perjuicio que beneficio (por ejemplo, separar al bebé recién nacido de su madre por haber dado esta positivo en Covid-19).
Una cosa es procurar disminuir el tránsito por los centros sanitarios y otra dejar desamparadas a personas que en ese momento requieren de compañía más allá de un hecho de mera distracción, porque su familiar le procura unos cuidados insustituibles.
Mientras dura el estado de alarma, hay ciertos matices en relación a estas leyes; pero es fundamental poner énfasis en que las razones de salud pública que justifiquen una excepción a los derechos de las personas, siempre tomando dichas decisiones “en favor de la salud del paciente”.
¿Qué atención debe darse a embarazadas y parturientas durante la pandemia?
La OMS lo recoge así:
Todas las mujeres embarazadas y sus recién nacidos, incluso cuando se sospeche o se haya confirmado que tienen la COVID-19, tienen derecho a recibir atención de alta calidad antes, durante y después del parto, incluida atención de salud mental.
Una experiencia de parto segura y positiva implica:
- Ser tratada con respeto y dignidad.
- Estar acompañada por una persona de su elección durante el parto.
- Comunicación clara del personal del servicio de maternidad.
- Estrategias adecuadas de alivio del dolor.
- Movilidad en el trabajo de parto, de ser posible, y elección de la postura del parto.
Si se sospecha o se ha podido confirmar que la embarazada tiene la COVID-19, los trabajadores de la salud deberían tomar todas las precauciones adecuadas para reducir su riesgo de infección y el de terceros, incluida la higiene de manos y el uso de indumentaria de protección como guantes, bata y mascarilla médica.
¿Qué puedo hacer?
- Infórmate, esto es fundamental. Pregunta en tu hospital de referencia para conocer con detalle cómo manejan ahora mismo la situación. Conocer a fondo tus derechos y que tu pareja este contigo en cada momento para dar explicaciones si es preciso.
- Valora la opción de otro centro sanitario que tenga otro tipo de normativa interna, tienes derecho a elegir otro lugar.
- Plantearse el parto en casa, con asistencia por matrona cualificada, como alternativa segura.
- Acudir al hospital de parto activo, ósea, asegurándote de que aquello ya ha empezado y no va a para. Esto ayuda a estar menos tiempo en el hospital y a evitar un alta por pródromos (incluso si es otro hospital, llegar de parto implica la obligatoriedad de atenderte puesto que es un “proceso biológico imparable”).
- Procurar alta precoz. Esto se esta haciendo en la mayoría de hospitales, altas a las 24 horas del parto, pero incluso puede hacer a las 3-5 horas tras el parto pedir el alta voluntaria y acudir puntualmente a las revisiones que sean necesarias en los días siguientes. Asegúrate de tener asistencia en domicilio posteriormente (avisa a tu matrona de referencia).
- Mantener las medidas higiénicas escrupulosamente.
Me gustan las fotos
Me gustan las fotos, más que los vídeos, y no es que vaya sacando instantáneas de cada momento de mi vida, sino que hay imágenes que reflejan algo más profundo, detalles de una mirada, un gesto, un paisaje, aquel día maravilloso que evocas simplemente por esa fotografía.
Hace ya más de una década acompañé el parto a una pareja de amigos. Él tenía una enfermedad degenerativa y no podía estar en todo momento allí, unas semanas antes de la fecha probable de parto hablamos y quedé que yo estaría con ellos, puesto que hacia mi residencia de matrona en el hospital que habían elegido.
Yo llegué sobre las cuatro de la madrugada, ella ya había ingresado y estaba esperando sentada al lado del baño sola porque había varias mujeres de parto a la vez y las compañeras no daban abasto. Su mirada fue de alivio, estaba asustada hasta el punto de que las contracciones se habían prácticamente parado (miedo-adrenalina-stop parto) y había empezado claramente la fase activa, su dilatación era de cuatro centímetros.
Sobre las ocho o las nueve llegó su marido… Otra energía fluyó desde ese momento. Estaba claro: él le daba una paz mental que ni yo ni nadie podía ofrecerle. Hubo otro momento duro para la mamá, el expulsivo fue largo y empujó como una jabata, casi hasta el agotamiento. Un compañero me señalaba discretamente el reloj… malditos tiempos; qué coincidencia, su marido había necesitado salir para sus cuidados.
Así que le mire a los ojos y le dije que si quería que fuéramos al paritorio y avisar para que volviera a entrar él. Contestó muy segura: “Sí”. Él no podía agarrar de la mano a su esposa, pero su apoyo estaba tan presente, las miradas que entrecruzaron los tres cuando posé a la bebita sobre el pecho de su madre… Me regalaron tanto aquel día mientras les acompañaba…
Recuerdo muchos partos, sobre todo con instantáneas de mi mente y a fuego, como le pasa a cada mamá al dar a luz (que se nos queda grabado, para bien y para mal, cada detalle). Los ojos más importantes de mi vida: las de mis hijos tras salir de mí y los de mi pareja cargados de lágrimas, cómplice del nacimiento.
Quizá suene a “simpleza” para los que ven el parto como un proceso biológico, muchos/as sabemos que va mucho más allá porque fomenta una buena salud mental y física de TODOS los protagonistas de este maravilloso momento.
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