¿Tu hijo/a adolescente te ignora? No te lo tomes de forma personal, ¡su cerebro le obliga a ello!

Según los investigadores, este proceso es una señal más de la adolescencia, que tiene que ver con el interés de los adolescentes por el entorno social, lo que indica una “maduración saludable”.

“Un niño se independiza en algún momento de sus padres y eso tiene que ser precipitado por una señal biológica subyacente”, explica otro de los autores del estudio, el doctor Vinod Menon, catedrático y profesor de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento, que subraya que sus hallazgos demuestran que este proceso tiene que ver con los cambios neurobiológicos y no con una supuesta “rebeldía” del adolescente, ya que “están programados para prestar más atención a las voces de fuera de su casa”:

“Eso es lo que hemos descubierto: se trata de una señal que ayuda a los adolescentes a relacionarse con el mundo y a formar conexiones que les permiten ser socialmente hábiles fuera de sus familias“.

Las voces de nuestro entorno “nos permiten sentirnos conectados, incluidos, como parte de una comunidad y de una familia”, recuerda Abrams.

¿Cómo actuar cuando tu hijo adolescente te ignora?

La adolescencia es un momento de tránsito de la edad infantil a la adultez que puede ser difícil para nuestros hijos e hijas, pero también para nosotros, como progenitores. Si tu hijo adolescente no te habla, no le obligues a comunicarse. Recuerda que un interrogatorio no es un diálogo. Si no quiere hablar, respeta su necesidad y construye un entorno comprensivo y seguro en el que pueda hablar voluntariamente cuando se sienta preparado/a. Los interrogatorios son al diálogo lo mismo que las calorías vacías a la alimentación. ¡Tratemos que nuestras conversaciones sean nutritivas!

“Si queremos que un adolescente nos escuche, es imprescindible escucharle y establecer un canal de comunicación eficaz, que pasa por haberlo construido desde la primera infancia. Eso significa que debemos escucharles desde el comienzo, aunque nuestros cerebros adultos consideren que lo que nos cuentan son cosas sin importancia, tenemos que recordar que para ellos, que se les haya caído, por ejemplo, una galleta en el recreo quizá sea lo más importante del día”, manifiesta Elena Mesonero.

Recuerda que no es un acto de rebeldía ni una afrenta personal. Por lo general, en la adolescencia el silencio está más relacionado con las propias emociones. Por este motivo, es importante cultivar la paciencia, el respeto, la comprensión y el amor. Esa es la mejor forma de acompañar a nuestros hijos/as en esta complicada etapa.

Es importante que realicemos un cambio de paradigma en esta etapa y dejemos de verles y tratarles como a los niños y niñas que nos parecía que eran hace nada. Es preciso que los jóvenes se sientan respetados y tomados como iguales, y no acosados y hostigados.

En esta etapa de la vida de nuestros hijos e hijas, tenemos que aprender a disfrutar de diálogo con nuestros hijos e hijas adolescentes de la misma forma que lo hacemos con otra persona adulta. Para ello, nosotros también podemos compartir nuestras vivencias con ellos, pedirles su opinión y tenerla en cuenta. Si les hacemos partícipes de nuestra vida, es más fácil que ellos nos involucren en la suya. Si se abre a ti, demuéstrale que eres digno/a de su confianza y no desveles ni compartas lo que te cuenta de forma confidencial, incluso cuando a ti te parezca que es algo sin importancia.

Asimismo, intenta implicar a tu hijo o hija adolescente en la toma de decisiones familiares y el establecimiento de límites. Es mejor negociar para llegar a un consenso y que así el todavía menor pero ya adolescente se sienta escuchado y tenido en cuenta. De esta forma será más proclive a aceptar y acatar las normas.

Recuerda también que durante esta etapa es normal que los límites sean flexibles, ya que los adolescentes evolucionan con rapidez hacia la vida adulta y pueden precisar más espacio para desarrollarse en ella y adoptar nuevas capacidades y habilidades, por ejemplo, sociales. La flexibilidad es la clave. Pero cuidado, no la confundas con permisividad.

Por último, recuerda que aunque apliques a rajatabla todas las anteriores pautas y te conviertas en un [p]madre de adolescente ejemplar, puede suceder que tu hijo o hija adolescente se muestre poco comunicativo/a. En tal caso, debes ser capaz de aceptarlo y respetarlo. Como todo en la crianza, son etapas. Esta también pasará.

Cuándo el silencio es un indicador de problemas

Aunque Mesonero puntualiza que hay ciertas señales de alarma a las que sí debemos prestar especial atención:

“Si un adolescente no quiere hablar hay que respetarlo, pero ¡ojo! A veces que un adolescente no hable implica que puede que haya algo que no quiere contar por miedo o por vergüenza. Por tanto, si esto sucede, es importante estar atentos a otras señales que nos puedan dar pistas sobre lo que está pasando como por ejemplo que se aísle de amistades, que se muestre irascible, que haya problemas de sueño o alimentación, etc.”

Los adolescentes necesitan que les demostremos serenidad y autocontrol, que no nos tomemos de forma personal sus cambios de humor y que les acompañemos desde la calma, la aceptación, el respeto y la paciencia. Así que si tu hijo o hija adolescente no quiere hablar, limítate a permanecer cerca, de forma silenciosa y respetuosa, pero abierta a una posible comunicación. Cuando esté preparado/a sabrá que puede acudir a ti. Porque siempre estuviste ahí.

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